EL HIJO DE PUTA DEL SOMBRERO

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Para quienes desean adentrarse a la podredumbre humana desde las adicciones, la violencia y lo difícil que es la vida adulta.

EL HIJO DE PUTA DEL SOMBRERO

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Cortesía de la Producción

“¿Por qué chingados huele la cama a loción y pito?”

Las cosas parecían estar mejorando para Jacky. Libre de prisión y del alcohol, enamorado de su novia adicta a la cocaína Verónica, y con un nuevo trabajo en puerta, ¿qué podría salir mal? La respuesta es sencilla: todo. Los olores que emanan de un colchón son tan nauseabundos para él que ni una pizza será capaz de eliminarlos; los celos que le atormentan son tan profundos que ni el yoga, ni un shake de proteína podrán calmarlos; la traición a la que se enfrentará será tan dolorosa que no hallará paz ni en la página 449 del libro azul que su padrino tanto le restriega en la cara. Todo es un espiral hacia el abismo, su existencia entera pareciera estar al borde del precipicio, pero lo que Jacky no se ha dado cuenta es que a lo que se enfrenta es a aquello que llamamos vida adulta.

“Me puse a hacer planes, planes de gente adulta.”

La obra comienza con una llamada telefónica entre Verónica y su madre donde se discute con absoluta seriedad el alcoholismo de la segunda, mientras que la primera inhala una línea de cocaína. Con este doble discurso ético/moral es que el dramaturgo estadounidense Stephen Adly Guirgis abre toda una discusión en torno a las adicciones, las relaciones tóxicas y la violencia que conllevan en su obra estrenada en Broadway en 2011 “El Hijo de Puta del Sombrero”, y que consiguiera en ese entonces 11 nominaciones a los premios Tony, incluyendo mejor obra. Haciendo uso de un mordaz y negro sentido del humor, el autor presenta la patética existencia de cinco personajes absolutamente dominados por sus fallas de carácter, ya sean adicciones, un ego desmedido, un hedonismo desbordado, o una mera asfixiante apatía.




“Te pido que no subestimes mi capacidad de violencia.”

Luego de descubrir una infidelidad por parte de Verónica, a partir de la presencia del titular sombrero y un claro olor delator en el colchón de la cama que les regaló su mamá, Jacky sale huyendo a casa de Ralph, su padrino de Alcohólicos Anónimos y de su libertad condicional. A partir de la inmensa superioridad moral que Ralph se otorga a sí mismo por llevar una vida libre de adicciones, y de practicar yoga o beber bebidas saludables, el padrino no deja de amonestar a su protegido, al mismo tiempo que lo sobaja, manipula y chantajea. Es tal su egolatría, que cuando se encuentra cara a cara con el primo Julio de Jacky, se permite ser seducido en un momento homoerótico, más para alimentar su vanidad que por un verdadero deseo. Más allá de las temáticas evidentes en torno al abuso de sustancias o violencia, “El Hijo de Puta del Sombrero” abre conversaciones mucho más complejas en torno a la imposibilidad de los adultos hoy en día de tomar responsabilidad sobre sus propias vidas, sobre el doble discurso en el que viven día a día, donde sus actos no son congruentes con sus discursos, todo ello desde la podredumbre que es el ser humano mismo. La traducción que realiza Roberto Cavazos al español mantiene tanto el humor ácido como lo soez del hablar de los actantes, permitiendo al espectador adentrarse en la retorcida mente de cada uno de los personajes, ya sea para discutir el olor a pene en un colchón, el sabor de unas empanadas o el cómo el tener una pistola en las manos convierte a un hombre en Van Damme.

“Deja de hacer pinches listas y empieza a vivir la lista.”

El escenario destila la decadencia en la que habita la obra. Tapetes descoloridos, un sillón desgastado y un colchón al suelo cuyas sábanas pareciera que se lavaron hace mucho tiempo dominan el espacio. La chamarra que usa Jacky está rota en distintas partes, reflejo de la miseria en la que vive, mientras que la ropa de Ralph pareciera pertenecer a algún traficante de Miami, contraste directo a la ropa que usa su esposa Victoria, misma que refleja el inmenso cansancio en el que habita. El interactuar de los personajes es descarnado, sus emociones se descontrolan hasta alcanzar gritos desgañitados, todo eso siempre y cuando se encuentren dentro de los confines de los tapetes. Al salir de ellos, se convierten en testigos silentes de la acción, entes metateatrales que juzgan desde la seguridad de estar fuera de escena. La dirección escénica de Daniel Giménez Cacho busca el realismo emocional y sensorial, esto apoyado por la escenografía a cargo de Atenea Chávez, la iluminación de Aurelio Palomino y el diseño de vestuario de Anna Terrazas. Con esta decisión, Giménez Cacho recrea el sórdido mundo del autor, incluso desnudando a dos de los protagonistas hombres, reflejando la masculinidad tóxica que simbolizan y que es habitada metafóricamente por el sombrero que tanto conflicto desencadena en la obra. La inclusión de música en vivo, guitarra eléctrica interpretada por Carlos Mier aporta un elemento urbano más accesorio que sustantivo, pero igualmente apreciado. Entre el desplegar la vida en su más repugnante realidad, y el añadir elementos satelitales que nos recuerdan que esto es una ficción, la propuesta escénica para “El Hijo de Puta del Sombrero” consigue acentuar todo aquello que resulta tanto hilarante como incómodo de las palabras del autor.




“Respeto tu ira, pero está mal direccionada.”

Al verse acusada de ser infiel, Verónica desata su furia en contra de Jacky. Sin embargo, a medida que su enojo no da los resultados esperados, la novia dulcifica su tono al tiempo que propone resolver todos los problemas de la pareja comiendo una pizza. Luego de recaer en el alcohol, y tener una incómoda plática con Victoria, Jacky confronta a quien creía que era su amigo, listo para doblegarlo con su ira y una pistola. Entre el miedo y el cinismo, Ralph no se permite mostrarse vulnerable, ni ante quien le apunta con la pistola, no ante el primo Julio quien pareciera imposibilitado de permanecer inmóvil un segundo. El elenco de “El Hijo de Puta del Sombrero”, conformado por Lucio Giménez Cacho, Lakshmi Picazo, Rodrigo Virago (quien alterna funciones con Francisco Rubio), Nailea Norvind y Luis Vegas se compromete de lleno a la visión del director, entregando performatividad que proviene de las entrañas, de una verdadera fractura emocional que convence ya sea en la violencia, en la desesperación, o en la mera ausencia de sentimientos producto de un absoluto vacío emocional. Dado que la propuesta se cimenta en el realismo, mostrando emociones exacerbadas producto de la violencia en la que viven los personajes, la valía del trabajo de este elenco radica en el equilibrio que cada uno alcanza, donde la totalidad está en el mismo tono.

“¿Crees que si te hubiera regalado un refrigerador que hace hielitos picados las cosas habrían sido diferentes?”

Parecería tarea fácil distanciarse de los personajes en “El Hijo de Puta del Sombrero”, subirse a un pedestal de superioridad moral desde el que se podría juzgar a cada uno de ellos por el mierdero en el que existen. Sin embargo, debajo de todo ese estiércol, se encuentran problemas muy parecidos a los que todos y cada uno de nosotros vivimos día a día, siendo el principal la monumental dificultad que resulta ser un adulto responsable en un mundo que pareciera hacer de tal tarea una verdadera odisea. No, no estoy adicto a sustancias, ni siquiera bebo alcohol. Tampoco soy propenso a la violencia y no tengo la menor idea de dónde podría sacar una pistola en caso de necesitarla, Pero es cierto que a veces no sé cómo resolver mi vida, que pienso que la solución podría estar en un nuevo electrodoméstico, o que a veces quisiera mandar todo y todos a la chingada para entregarme por completo a aquello que me da placer. En esa incómoda realidad es donde todos, sí, todos y cada uno de nosotros nos podríamos poner el espantoso sombrero y vernos con mucho asco al espejo.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: El Hijo de Puta del Sombrero

DRAMATURGIA: Stephen Adly Guirgis

TRADUCCIÓN: Roberto Cavazos

DIRECCIÓN: Daniel Giménez Cacho

ELENCO: Lucio Giménez Cacho, Lakshmi Picazo, Francisco Rubio/Rodrigo Virago, Nailea Norvind y Luis Vegas.

MÚSICO EN ESCENA: Carlos Mier

DÓNDE: Foro Shakespeare.

DIRECCIÓN: Zamora 9, Colonia Condesa.

CUÁNDO: Jueves 28 y Viernes 29 de diciembre 20:00; del martes 2 al sábado 6 de enero 2024, 20:00; Domingo 7 de enero 2024, 18:00 horas.

COSTO: $500, $250 y $225. Boletos en taquilla y Boletos | El Hijo de Puta del Sombrero | SHKSPR & CÍA (shakespeareycia.com)

DURACIÓN: 120 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Hay un estacionamiento justo a lado.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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