LA CONVERSIÓN DEL DIABLO

Por  |  0 Comentarios
COMPARTE!




Para quienes entienden que la conversión espiritual en México fue un teatro construido sobre mentiras, violencia y sangre indígena.

LA CONVERSIÓN DEL DIABLO

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (RiAlCastillo)

“En estas tierras hay más lugares de representación que de oración.”

Ante la mirada escandalizada de un sacerdote dominico, un sacrificio humano está a punto de suceder en la cima de una pirámide. ¿Es esto una barbarie perpetrada por indios más cercanos a bestias que humanos, o acaso será una representación de la historia de Abraham, llamado a matar a su propio hijo Isaac, tal y como se cuenta en la Biblia? Rencillas entre facciones religiosas en disputa, matanzas en Yucatán nombre de una religión invasora, y la ambición desmedida por alcanzar el poder son tan sólo una pequeña muestra de todo lo que el benévolo Dios de los cristianos ha traído a tierras mexica, justo antes de alcanzar la victoria más grande de todas gracias a la idolatría a un pedazo de tela adorado aun en nuestros días por el Tepeyac.

“¿De dónde ha sacado su eminencia que esto es una obra satánica?”

El teatro, utilizado como fuerza transformadora para diezmar a toda una cultura, fue una de las herramientas más poderosas con las que la iglesia católica llevó a cabo parte de la evangelización luego de la conquista del México prehispánico. Este arte, punto vital dentro del mito de la conquista espiritual en México es abordado por el dramaturgo Carlos Pascual en “La Conversión del Diablo”, tercera entrega del laboratorio de investigación y producción El Teatro de Arte Mexicano a cargo de la Compañía Nacional de Teatro.




“¡Yo quiero que me saquen el corazón!”

Historias bíblicas representadas en náhuatl para dejar en claro que los sacrificios humanos en Tenochtitlán no estaban tan alejados de lo que enseña la fe católica; cuestionamientos entre religiosos y mexicas donde la lógica más elemental es capaz de tumbar cualquier enseñanza religiosa; negociaciones entre políticos y sacerdotes para cuidadosamente diseñar la mentira que cimentaría la fe cristiana, específicamente aquella referente a la Virgen Morena; un comentario metateatral sobre el quehacer escénico, acerca de su poder para crear y corromper. Dramatúrgicamente, “La Conversión del Diablo” es una prueba fehaciente del profundo entendimiento que tiene Carlos Pascual del tema, mismo que trata con una mezcla puntual de ácido humor, incuestionable verdad histórica, y una dura crítica tanto al sistema político como religioso de aquel entonces, y en la actualidad. Aun cuando el resultado es ambicioso, cayendo ligeramente en lo sobreextendido y discursivo al final de la puesta, la pluma de Pascual es clara y precisa en sus puntos sobre el poder y la religión, sus denuncias puntuales y posiblemente incómodas para más de uno que se hinca ante la imagen guadalupana, profundamente entretenida, principalmente para aquellos que puedan apreciar todas las pequeñas referencias teatrales que hace ya sea a la ausencia de crítica teatral (auch), o a cuán cortas pueden llegar a ser las temporadas hoy en día.

“A partir de aquí su participación es ficción especulativa.”

El gobernador de Tenochtitlán, autonombrado Tlatoani, y un sacerdote dominico llegan a un acuerdo sobre el cómo se usará el nuevo fanatismo por la imagen de una virgen en el Tepeyac para que cada uno alcance sus ambiciones tanto religiosas como políticas. Acto seguido, tres luces se proyectan hacia lo alto, verde, blanco y rojo, mismas que se intensifican por el humo presente en el espacio, culminando en una proyección de la bandera de México en seis paneles rectangulares con el símbolo del águila devorando a una serpiente sustituida por la de un animal feral prehispánico. En el escenario, alrededor de la pirámide que ha sido pieza central de la obra, sacerdotes y tlatoani son movidos sobre una base, cada uno de ellos en una pose como si de una estatua sacra se tratara. Al frente y del lado derecho del escenario, un indígena de nombre Tizoc, interpretado con una mezcla de humor y gravitas por Armando Comonfort, posa una pirámide de yeso en el suelo, misma que destruye a martillazos. La meticulosamente diseñada estética de la escena es una crítica tanto al sistema religioso como político que gobierna y domina a este país.




“¿Qué más da cambiar una mentira por otra?”

La dirección escénica de “La Conversión del Diablo” a cargo de Martín Acosta consigue llevar al terreno de la contundencia el discurso propuesto dentro de la dramaturgia. Apoyado por la escenografía diseñada por Jesús Hernández, la iluminación de Matías Gorlero, el vestuario de Mario Marín del Río, la multimedia a cargo de Miriam Romero, y la composición musical y diseño sonoro de Carlos Matus, el trabajo de Acosta equilibra el humor con la denuncia, los horrores cometidos con lo incongruente del presente, lo ridículo que reside dentro de lo sacro. De tal manera, un vestuario que combina elementos españoles y prehispánicos portado por el autonombrado Tlatoani se convierte en una mofa ridícula de lo que es la pretensión del poder. Esto mismo sucede con la aparición de un ángel o de la representación de la Virgen de Guadalupe, entremezclando lo divino con lo fronterizo a lo grotesco, todo ello siguiendo la estética de la artista Paloma Contreras Lomas a quien se le rinde homenaje en esta puesta en escena. Nada de esto sería posible sin el comprometido y sólido trabajo actoral de los miembros del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro, en este caso conformado por Fernando Bueno, Armando Comonfort, Nicté del Carmen, Marco Antonio García, Erando González, Zaide Silvia Gutiérrez, Federico Lozano y Pedro Martínez Arredondo.

“A un personaje se le analiza, no se le juzga.”

El trabajo de la Compañía Nacional de Teatro este año, primero bajo la dirección de Aurora Cano, ha sido uno de enorme calidad y productividad, por decir lo menos. Se han roto barreras y paradigmas, se ha buscado la presencia descentralizada de los montajes en repertorio, se ha explorado y experimentado, tanto desde lo netamente mexicano hasta la resignificación de los clásicos universales. Entre fieras que se niegan a ser objeto de comedia, sismos votados por un público ávido de catarsis, niños envejecidos y demás propuestas escénicas, la CNT se demuestra como un ente vivo, atento al pulso de la escena y de los públicos, uno que no teme desmitificar hasta a la mismísima virgen morena en pro de hacer gran teatro. Que esto siga, y siga dando grandes frutos. Amen.

Búscanos en Facebook e Instagram como Entretenia
Twitter: @Entretenia




DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: La Conversión del Diablo

DRAMATURGIA: Carlos Pascual

DIRECCIÓN: Martín Acosta

ACTUAN: Fernando Bueno, Armando Comonfort, Nicté del Carmen, Marco Antonio García, Erando González, Zaide Silvia Gutiérrez, Federico Lozano y Pedro Martínez Arredondo.

MÚSICOS EN ESCENA: Sergio Montaño y Edwin Tovar.

DÓNDE: Teatro del Bosque Julio Castillo

DIRECCIÓN: Reforma y Campo Marte, detrás del Auditorio Nacional, Chapultepec.

CUANDO: Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 horas. Hasta el 17 de Diciembre 2023.

CUANTO: $150. Aplican descuentos. Boletos en taquilla y en ¿Buscas boletos para la conversión del diablo? Encuentra entradas en Ticketmaster MX

DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento.

COMPARTE!

Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *