WILMA

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Para quienes entienden que los huracanes, y las personas, son capaces de ocasionar daño irreparable.

WILMA

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Juan Rodrigo Becerra Acosta

“Alerta roja: devastación.”

Mientras ella canta en maya, su pelo se ha convertido en llamas que tratan de alcanzar los cielos. La fuerza que emana de su cuerpo es comparable a la del viento, ese elemento que, enfurecido, se puede convertir en una de las bestias más destructivas del planeta. Sin embargo, debajo de esas capas de barro y pintura, hay una niña frágil a quien alguna vez llamaron rara, a quien le cambiaron el nombre por vergüenza a su origen, que sufrió heridas que deberían ser borradas de los registros. Mientras que la clase adinerada de Yucatán analiza en dónde se encuentra tu casa de verano para saber si te siguen hablando, el ventarrón está cobrando cada vez mayores bríos para devastar todo lo que esté a su paso. No abran la puerta, el huracán ha llegado.

“Los huracanes siempre llevan nombre de personas.”

Las heridas de la infancia causadas por el detestable clasismo de su abuela, su historia personal con los huracanes y la manera en que la lengua maya podría salvarle la vida a alguien durante uno de estos fenómenos naturales, así como la manera en que la “sociedad” de Mérida discrimina en base a aspectos tan irrelevantes como el apellido son algunas de las múltiples temáticas con las que Itzhel Razo desarrolla “Wilma”. Este monólogo, construido desde el biodrama, parte de una más que evidente honestidad por parte de la también directora y actriz, quien va delicadamente hilvanando los distintos ejes de su narrativa, las diferencias entre algunos fenómenos naturales, la manera de hablar en Mérida dependiendo de la clase social, o qué lugares son los adecuados para tener una casa en la playa,  hasta culminar en un despojo por completo de toda capa, de toda protección, para mostrarse en su más pura esencia, con su cabello flotando en medio del agua, una purificación o bautizo hacia una nueva vida.

“Yo puedo enderezar a tu hija, pero su historia ya está marcada.”

Itzhel le comparte al público algunos detalles sobre su abuela. Irlandesa de origen, y sobreviviente del Titanic, el aspecto que la dramaturga resalta es el aberrante nivel de discriminación con el que trató a su nieta, al extremo de conseguir que su nombre indígena se cambiara hasta convertirlo en una clara referencia infernal. Las alertas meteorológicas que se escuchan en maya, con un color distinto dependiendo de su severidad, es el presagio de una tragedia que habrá de transformar la manera en que Itzhel percibe la realidad. Confesional de raíz, ácida en su humor, dolorosa a medida que uno va adentrándose en las múltiples capas que conlleva la narrativa, “Wilma” es una obra compleja en su construcción, demandante de la atención del espectador, donde lo que se dice es de vital importancia, sin duda, pero que se amalgama profundamente con el cómo es contado por la creadora escénica para crear un espectáculo multidisciplinario de verdadera contundencia. En la medida que el público se permite adentrarse en el mundo que plantea la puesta en escena, encontrará paralelismos, reflejos duros de enfrentar con su propia realidad.

“Hay algunas cosas que me gustaría aclarar sobre la elite de Yucatán.”

En la parte trasera del escenario se han dispuesto una serie de cuerdas colgantes. Al momento en que un huracán golpea la vida de la protagonista, ella se va enredando con las lianas, mientras que el viento se escucha por todo el teatro y el espacio se ha cubierto por una luz roja que intensifica la tan poderosa escena. La culminación llega cuando desde la butaquería uno puede apreciar claramente la fuerza del fenómeno natural, la manera en que ha atrapado a un ser humano, haciendo un uso preciso de cada elemento teatral para la creación de tal ilusión. Bajo la dirección de la misma Razo, apoyada por Luis Alcocer Guerrero como asesor, y con el apoyo de un bien utilizado apoyo por parte de EFIARTES, “Wilma” conjunta a un grupo de creativos que consiguen que la puesta en escena funcione como un reloj suizo, tal es la precisión de cada elemento. Tanto la iluminación de Roberto Paredes, la escenografía rediseñada por Aurelio Palomino, como el diseño sonoro de Rodrigo Castillo Filomarino brillan en la meticulosidad con la que responden a los gestos de Itzhel, a cada movimiento, acentuando aún más la fuerza con que golpea la obra. Ya sea apreciando la manera en que un noticiero se convierte en una coreografía que contrasta la manera en que las distintas clases sociales hablan en Mérida, o sumergiendo un cuerpo devastado  en el agua para su sanación, la conceptualización escénica de la obra es testamento indiscutible de la tan potente manera en que Itzhel Razo entiende la manera de hacer teatro.

“Tu papá se deshizo en una jarra de agua.”

De espaldas al público, Itzhel canta. Sobre su larga melena pelirroja se proyecta la cara de su abuela, misma que comienza a bailar con el ondeo del cabello. Cada palabra que emite la actriz, la tensión en su espalda, cada gesto que realiza sin que se le vea la cara da cuenta de su dolor o rabia, sus sentimientos trascendiendo su faz. La arrolladora honestidad con la que Razo aborda “Wilma”, así como la manera en que pone la totalidad de su cuerpo al servicio del montaje, son elementos que son altamente apreciados, y ovacionados dada la forma en que aborda su actoralidad. Desde ver su cara desencajada cuando llega a la alerta roja de huracán, la guturalidad con la que manipula su garganta para emitir toda una gama de sonidos, o la libertad con la que se despoja de toda capa, deja caer sus escudos, para presentarse vulnerable y frágil a momentos, más poderosa que el mayor viento en otros, para cubrir su ser en barro y renacer, cada aspecto de su interpretación es sencillamente un acto de valentía sobre el escenario que se admira, una verdadera master class en le forma de construir y performar un biodrama desde cada una de sus aristas.

“Lástima que yo abriera la puerta para recibir al viento.”

Hacia la conclusión de “Wilma”, cuando Itzhel se hunde en una caja de acrílico llena de agua y flores, mi alma se sentía aprisionada por una garra inmensa que la apretaba y ahogaba, al mismo tiempo que mi corazón se elevaba ante la belleza escénica que estaba presenciando, y mi mente corría a enorme velocidad procesando todos los elementos que conformaban el montaje. Decir que el trabajo de Razo me tomó por los aires como un huracán para revolucionarme por completo y dejarme sin aliento es quedarme corto ante el tan potente trabajo escénico presenciado. Son años y años de ver y aplaudir teatro, son ya miles las obras que he analizado, y el teatro nunca defrauda, aún es capaz de seguirme sorprendiendo. Gracias.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Wilma

DRAMATURGIA, DIRECCIÓN Y ACTÚA: Itzhel Razo

DÓNDE: Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque

DIRECCIÓN: Reforma y Campo Marte, detrás del Auditorio Nacional, Chapultepec.

CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingos 18:00 horas. Hasta el 2 de Julio de 2023.

COSTO: $150. Boletos en taquilla y Boletos para Wilma | Detalle de fechas para Más Teatro y Culturales | Ticketmaster MX Aplican descuentos.

DURACIÓN: 70 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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