FOTOGRAFÍAS: ENRIQUE MÁRQUEZ NICOLI (@emnmx)
MENDOZA
Para quienes quieren ver una revolucionaria adaptación a Shakespeare.
MENDOZA
Presenciar una obra adaptada de un clásico, en este caso “Macbeth” de William Shakespeare, tiene ciertas responsabilidades por parte del escritor y director, como evitar caer en sitios comunes o peor aún que pase sin pena ni gloria.
Tomando en cuenta el marco histórico, que tan bien se ha conservado sobre la época en que vivió el bardo inglés, es importante destacar que el teatro en ese entonces era una experiencia de vida en la que todos participaban: actores, público, autor e incluso el mismo local que se prestaba dichosamente para tal realización.
“Mendoza”, adaptación de Antonio Zúñiga y Juan Carrillo, de la famosa anécdota sobre un ambicioso monarca y su ponzoñosa esposa, retoma esa tradición ofreciendo algo para cada tipo de espectador al incluir elementos universales del teatro: espectáculo, violencia, romance, música, intriga, humor e incluso dichos populares muy bien colocados, en un escenario tan diferente como adecuado para llevar a cabo dicho montaje.
Todo inicia con un personaje enmascarado que va acompañado de una gallina. Comienza su monólogo y poco a poco nos va dando la cadencia con la que se desencadenarán los sucesos. Así, los personajes hacen acto de presencia, para dar cabida al que será el causante de los acontecimientos verdaderamente significativos: Mendoza. Este héroe venido a más, centro de toda la atención, ha sido cegado por la ambición de una mujer, Lady Macbeth en el original, Rosario en esta ocasión, quien le infunde y atiza su hombría. ¿Acaso no eres hombre?, le escupe en repetidas ocasiones.
“Soy la que guarda pistolas y rifles en las arrugas de la nuca”
La cuarta pared desaparece para hacer al público cómplice de una lucha de poderes donde la acción se va presentando conforme cada uno de los actores, de acuerdo a su rol o momento de participación, hacen acto de presencia.
“Lo hermoso a cómo esta feo, y lo feo sigue igual de feo”El programa de mano nos indica que es una historia situada en el México revolucionario de 1910. Haciendo uso de una consabida convención teatral, el espectador debe asumir que está en esa época por el texto que nos lleva por los pensamientos de los personajes, lo que viven, cómo hablan y el lugar donde sucede la acción. El vestuario de época se encuentra ausente, mas es justificado por la contemporaneidad de los sentimientos vividos, incluyendo la furia con la que las ambiciones se concatenan, para dejar atrás angustias y miedos cuando la luz deja ver lo acontecido.
“¡Ay mujer tú pon la imagen yo no más la imagino!”Los recursos escenográficos son básicos, más el montaje nos va llevando de la mano, junto con la historia, a hacer de lado cualquier carencia debido a un imaginativo uso de algunos elementos. Máscaras, sillas y mesas de metal, cubetas, cervezas y hasta una gallina sirven de marco referencial, para contarnos la tan antigua historia del hombre: ambición y poder.
Al presentarnos, mediante personajes que resultan familiares, un México que no nos es totalmente desconocido, “Mendoza” resulta una adaptación exitosa y arriesgada de la obra escrita en el siglo XVII. Destaca notablemente el personaje de la criada, quien a base de su conocimiento popular nos sorprende con los mejores momentos de la puesta al sazonar su participación con expresiones y dichos muy mexicanos.
“Ojalá hubiera sido más tarde. ¿No podría haberse esperado un poco?”«Mendoza” es una reflexión sobre el México actual, el poder, la ambición y la violencia. Una obra sobre un país desgarrado, que visto desde cualquier postura, tiene una vigencia que asusta y hace reflexionar. No por nada Shakespeare sigue siendo una fuente inagotable de inspiración para llevar a cabo nuevas adaptaciones de sus obras.
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