Para quienes quieren ver la primera parte de la tetralogía “La Sangre de las Promesas”, obra cumbre de Hugo Arrevillaga.

LITORAL

La vida es tan frágil que una llamada por teléfono puede alterar inexorablemente y para siempre la existencia. La muerte tiene tal poder que la tela misma de la que está fabricada el mundo se rasga y nunca nada vuelve a ser igual, sobre todo cuando se descubre que ya no queda nadie en este mundo que use la palabra hijo al verte a los ojos. El padre de WIlfrid ha muerto y el proceso de duelo desencadenará un viaje que lo llevará a enfrentar los horrores más viles que es capaz de cometer el ser humano y a ser testigo de cuan frágil es el niño interno que reside en cada uno de nosotros, clamando por poder decirle adiós a papá. Un hombre destrozado, orillado a imaginarse dentro de una película, donde los caballeros de la mesa redonda intentarán salvarlo de cuanto peligro se le ponga enfrente. Pero los monstruos medievales no son reales y no existe ningún escudo que lo pueda salvar contra la bestia más sangrienta de todas: la realidad.

“Siento que el corazón se me vacía como un cántaro roto.”

El monumental peso del pasado sobre el presente, la imposibilidad de un futuro si no existe la paz  con lo que se piensa ha quedado atrás, la reconciliación con los orígenes y el vínculo indisoluble que se crea cuando uno da su palabra de honor son temas recurrente dentro de la tetralogía “La Sangre de las Promesas” del dramaturgo líbano-canadiense Wajdi Mouawad. “Litoral” es la primera de cuatro obras que, junto con la mundialmente famosa “Incendios”, “Bosques” y “Cielos”, conforman esta impresionante labor dramatúrgica que verdaderamente ha cautivado durante años, en diferentes temporadas y teatros, al público mexicano.

El proceso de duelo que lleva un joven de 26 años al perder a su padre es retratado por Mouawad en la primera parte de “Litoral” con una lírica sencillamente hermosa. Los mecanismos de defensa que se activan en la mente de Wilfrid, imaginar que lo que está viviendo no es real sino una película, invocar al Caballero Guiromelan para que pelee sus batallas por él o sostener largos diálogos con su difunto padre, para poder lidiar con situaciones que sencillamente lo rebasan, obligan a revivir los dolores propios que cada uno de los espectadores ha vivido ante la muerte de sus seres queridos. La segunda parte de la obra, aún más terrible y hermosa, nos lleva a un país indefinido, olvidado por Dios, donde la guerra ha orillado a toda una serie de personajes a lidiar con las enormes pérdidas y los inmensurables horrores a los que han sido sujetos. Un viaje a la orilla del mar para poder decir adiós es lo único que les dará paz, mientras que inundan de lágrimas los ojos de los asistentes.

Hablar de “Litoral” y de “La Sangre de las Promesas” es hablar de la magistral labor de dirección que ha llevado a Hugo Arrevillaga a ser considerado uno de los creadores teatrales más importantes en nuestro país en los últimos años. Un absoluto entendimiento del texto, un sentido del ritmo preciso y una clara visión de los sentimientos que Arrevillaga quiere provocar en los asistentes consiguen un viaje emocional que resulta agotador, terrible y maravilloso al mismo tiempo. Claro que no está trabajando solo. La labor de diseño de escenografía por Auda Caraza y Atenea Chávez lleva las ideas del director a una manufactura que no sólo resulta creativa, al manipular una serie de tablados de madera por todo el lugar para crear espacios, incluso diferentes países, sino efectiva al motivar en cada espectador a que completen la imagen deseada con la propia imaginación. En el escenario, tablas desperdigadas por todo el lugar; en mi mente, las olas del mar llevándose los nombres de toda una región.

“A los que comen del mismo pan, se les llama compañeros.”

 

El público en México está cambiando, madurando. Las comedias sexuales, los musicales de Broadway y las grandes estrellas de la televisión siguen atrayendo a grandes cantidades de espectadores a las salas, pero gracias a creadores como Hugo Arrevillaga, a trabajos como “Litoral”, cada día más y más gente se está acercando a un teatro más sensible, inteligente y profundo. Un melodrama, sin duda, pero la obra de Wajdi Mouawad nos acerca a las fibras más delicadas de lo que significa verdaderamente ser humano.

¿Sueno demasiado apasionado, poco objetivo? Perdí a mi padre cuando tenía apenas 12 años y esa es una herida que nunca ha terminado de cerrar. Ese niño sigue llorando en mí todos los días, suplicando que todo esto haya sido una película nada más y que algún día un caballero montado en su dragón me llevará a la orilla del mar, a ese litoral donde por fin le pueda decir adiós con una sonrisa, en paz y no con las lágrimas que amenazan con salir cada vez que recuerdo su cara. Te extraño siempre papá.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)