Para quienes quieren ver una innovadora propuesta escénica a una de las obras más reconocidas de Sabina Berman.

MUERTE SÚBITA

Todo se está viniendo abajo. En el edificio ya no queda nadie salvo Gloria y Andrés, quien se niega a salir de ahí hasta terminar su novela. Gloria acaricia su cuerpo, besa sus labios pero todo aquello que motiva el deseo de tantos y tantos hombres que la ven mientras trabaja como modelo ya no provocan absolutamente nada en el frustrado escritor. Todo se está viniendo abajo y los dos están ciegos, negados o aferrados ante una realidad que deja poco espacio a la discusión. Cuando la muerte llega a tocar repentinamente, uno de las mejores soluciones es un electroshock directo al corazón con la esperanza de revivir. Tocan a la puerta. Un viejo amigo con nuevos y profundos rencores ha llegado para terminar de destrozar lo poco que queda aún con vida. De entre las cenizas tal vez una nueva vida pueda resurgir.

Escrita por posiblemente la dramaturga viva más importante de México, Sabina Berman, y montada originalmente por el legendario director Héctor Mendoza en 1988, “Muerte Súbita” se ha ido convirtiendo con los años en una pieza clave dentro de la dramaturgia contemporánea mexicana. El relato de una pareja absolutamente disfuncional y al borde del colapso, literalmente invadida por la llegada de Odiseo, el supuesto mejor amigo de Andrés, ha sido objeto de diversos montajes, no sólo en México sino incluso en Nueva York recientemente debido al enorme eco que llega a producir en quienes se acercan a ella. El amor de pareja, el valor de la amistad, el deseo, la traición, la frustración profesional y los sueños insatisfechos son algunos de los muchos temas con los que el público se confronta, e irremediablemente se refleja, a medida que estos tres personajes se seducen y se destruyen entre sí.

La premisa creada por Sabina Berman es lo suficientemente poderosa para sostener un montaje tradicional, libre de toda propuesta escénica, donde un director sencillamente se limite a seguir las acotaciones indicadas por la dramaturga en su mismo texto. El director Rodolfo Guillén nos sorprende al poner a sus actores a decir las acotaciones en lugar de actuarlas, a sugerir el espacio en vez de recrearlo, a manipular el escenario a su absoluto antojo y a convertir “Muerte Súbita” en una verdadera visión teatral donde forma y fondo rivalizan por tomar el control.

El mundo irreal y en descomposición en el que viven Andrés y Gloria es reflejado en la absoluta ficción con la que se manejan los actores a lo largo de la primera parte de la obra. Una cínica manipulación de la cuarta pared, donde los actores interactúan con el público a su antojo para segundos después desaparecerlo, se une a un manejo de estilos que va desde el simbolismo hasta la farsa, para lentamente terminar en un agresivo realismo a medida que la ilusión ha desaparecido en llamas de la vida de todos. Entiendo que esto puede sonar complejo, pero en manos de Guillén, esta nueva versión de “Muerte Súbita” resulta atrevida y atractiva al brindarle toda una nueva serie de matices que revitalizan un texto que a pesar de los años no ha envejecido.

Los encargados de llevar la visión de Guillén a escena son Ana Magdalena Gámez, Leonardo Villa y Kevin Carlock: Gloria, Andrés y Odiseo respectivamente. Una parte importante de la visión impresa en “Muerte Súbita” recae en las exigencias corporales que deben manejar los tres actores. Ya sea en un movimiento sugerido para acariciar un pecho o en una verdadera parodia de lo que puede llegar a ser una noche de pasión; desde una mímica para abrir una ventana para dejar libre a una imaginaria araña hasta la aguerrida batalla por tomar el control de un cuchillo, Ana, Leonardo y Kevin confían en sus propias habilidades y en las de sus compañeros para poder proyectar físicamente todas sus emociones con verdadero control, cuidando la escena sin rebasar los límites que los separan del público. En un nivel actoral más interno, encuentro muy bien logrado el juego que consiguen los tres al entrar y salir de personaje, ya sea para entregarle una chamarra a alguien del público para que la sostenga o para recitar alguna acotación de la obra misma. Sin duda, esta puesta en escena es el resultado de largas horas de trabajo y dedicación, tanto en mesa de estudio como en ensayos.

El año pasado tuve la oportunidad de ver “Muerte Súbita” en la Facultad de Filosofía y Letras, montada por alumnos cursando la carrera de Literatura Dramática y Teatro. El trabajo era fallido en distintos niveles, lo cual se puede entender dado que era un montaje escolar en aras de crecimiento y aprendizaje. A todos los involucrados en aquella puesta y a todo aquel que quiera entender lo que significa una verdadera propuesta escénica, les recomiendo ampliamente esta nueva visión de un clásico contemporáneo que marca el inicio de la residencia artística de la compañía teatral “Teatro en Exceso y Otras Patologías” en el Foro Shakespeare. El estándar se ha marcado muy alto, no nos defrauden con lo que sigue.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)