LOBOS POR CORDEROS

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Para quienes se atreven a cuestionar cuánto vale acallar un duelo.

LOBOS POR CORDEROS

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ed Quezada

“Esta no es la manera de honrar la memoria de sus hijos.”

El accidente fue terrible, una pérdida inconmensurable para los padres de los niños que iban en el autobús, una catástrofe mediática para el colegio, un hecho lamentable que nunca podrá ser compensada por nada. ¿O sí? Entre lágrimas que corren sin parar, la angustia que provoca cada timbrar de un teléfono, a pesar del inevitable alivio que siente una mujer o la ira contenida de un hombre que no sabe cómo llorar, una junta secreta está a punto de comenzar y no habrá precio que detenga el dolor que se ha de liberar en todos y cada uno de los presentes.

“Se suponía que iba a ser un día normal.”

El dilema ético/moral que se plantea al momento en que el dinero y el duelo se confrontan es la base sobre la que el dramaturgo y director Reynolds Robledo construye “Lobos por Corderos”, idea original de sí mismo y Daniela Padilla. Este melodrama con tintes de thriller establece su anécdota a partir de confrontar a tres padres de familia con la directora de una escuela privada luego de que un terrible accidente en autobús cobrara la vida de sus hijos y la institución educativa decide ofrecer una muy fuerte suma de dinero a manera de compensación por la tragedia, o lo que se podría interpretar como un soborno para detener futuras acciones legales que podrían impactar negativamente la imagen del negocio. Entre reclamos, confesiones, palabras profundamente hirientes y constantes revelaciones, Reynolds presenta a cuatro personajes rotos por el desafortunado evento al mismo tiempo que retrata los niveles de crueldad a los que puede descender el ser humano cuando el dolor se sobrepone a la razón.




“Las dos familias tienen que estar de acuerdo para que proceda la compensación.”

Un matrimonio en ruinas cuya pérdida los ha sumido en un lodazal de culpas, reclamos y rencores; una madre que no puede evitar tener sentimientos que no son exactamente los que se asocian al duelo; una mujer de moral cuestionable trata de hacer su trabajo, al mismo tiempo que su propia vida podría verse destruida si el teléfono sigue sonando. A pesar de una línea argumental que se estanca y gira sobre su propio eje a la mitad de la obra, “Lobos por Corderos” cumple su cometido de mantener al espectador interesado en descubrir la resolución al perverso ofrecimiento que la escuela ha hecho a los padres de los niños que perecieron en el accidente, de que exclamen en sorpresa cada vez que uno de los personajes lanza una daga disfrazada de palabras contra su contrincante. Explotando el melodrama, usando la técnica del shock value y ofreciendo una premisa que invita a los miembros del público a cuestionarse si serían capaces de aceptar tan “generosa” oferta, Robledo crea un texto entretenido que complacerá a la mayoría de su audiencia.

“Yo creo que tenemos que aprender a respirar diferente.”

Entre cada escena se escuchan sonidos de llantas rechinando o de sirenas de patrullas de policía, acompañados de luces led blancas que se prenden y apagan en una recreación mental de los eventos sucedidos antes, durante y después del accidente, incluyendo el sonar de un monitor cardiaco que representa la vida de una niña cuya vida pende de un hilo. Durante la junta/negociación, se ofrece café caliente, para luego dejar la cafetera sobre superficies no apropiadas, uno de los padres de familia está a punto de firmar el acuerdo, pero el contrato que toma es el equivocado, se toma un libro que claramente no es la obra de Antoine de Saint-Exupéry, clamando serlo por la presencia de una portada mal impresa. A nivel escenificación, “Lobos por Corderos” encuentra su carta más fuerte en la iluminación a cargo de Allan Flores, quien consigue de manera sostenida sugerir imágenes a través de la luz que se combina con efectos de sonido que aluden a los hechos sucedidos. Sin embargo, es de notar una ausencia de rigor en toda una serie de elementos de trazo y utilería, desde el que una de las protagonistas llegue a una junta en la escuela con un vaso de refresco de la película Anabelle cuando dice que estaba en el cine viendo una cinta de animación, hasta el que no se respeten convenciones espacio/temporales como cuando dos personajes hablan en un espacio donde se ha establecido que hay una pared entre ellos. Estos detalles, al irse sumando, rompen la delicada convención de la ficción, recuerdan al espectador que esto es un teatro y no la oficina de una escuela.




“¿Pueden dejar de juzgarme?”

El padre de Saúl no ha llorado la muerte de su hijo. Al menos eso es lo que clama su esposa, de quien está separada. En la junta se presenta como un hombre sumamente ocupado, iracundo, no dispuesto a dejar que la conversación sea dominada por nadie que no sea él. Sus emociones desbordadas están de acuerdo a la situación límite en la que se encuentra, así como en congruencia con el melodrama que plantea la dramaturgia. A su lado, tanto su pareja como la madre del otro hijo fallecido se muestran emocionalmente abstraídas, contenidas, en un medio tono que pareciera más apropiado para una reunión que no tiene tal importancia, más a una pieza chejoviana que a un culebrón como el que se plantea. Por su parte, la directora, a quien le tiembla la mano de manera exagerada al servir el café, se muestra igualmente contenida, pero con una afectación constante en la voz que pareciera tenerla al borde de las lágrimas. Tonalmente y desde raíz, “Lobos por Corderos” es un melodrama que seduce a momentos el thriller por la cantidad de revelaciones que aparecen al final de la anécdota. En este sentido, Pedro de Tavira entiende a cabalidad el tono y el estilo actoral que se requiere para transmitir el estado alterado en que se encuentra su personaje, gritando con rabia, mostrándose desesperado de manera exacerbada, asumiendo de lleno el género que le da sentido a la historia. A su lado, Adriana Louvier, Mariana Gajá y Sofía Espinosa entregan una performatividad que no está en línea con esta propuesta, siendo sus emociones más dichas que expresadas.

“¿Y tú qué harías con un millón de dólares?”

Tuve oportunidad de ver el montaje original de “Lobos por Corderos” en 2016 en El Círculo Teatral. En aquel entonces, Reynols Robledo era una naciente figura dentro de la escena mexicana. Casi diez años después, el director y escritor ha logrado posicionarse, ha sido capaz de mantener su presencia en cartelera con una serie de puestas en escena que lo han mantenido en el gusto de quienes disfrutan y siguen su trabajo. En una industria tan dura y cruel como es la teatral mexicana, la resiliencia y resistencia de continuar es algo que se aplaude. Que siga creciendo Lobos Producciones por muchos años más.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Lobos por Corderos

DRAMATURGIA: Reynolds Robledo, basado en una idea original de Reynolds Robledo y Daniela Padilla.

DIRECCIÓN: Reynolds Robledo

ELENCO: Adriana Louvier, Mariana Gajá, Pedro de Tavira y Sofía Espinosa.

DÓNDE: Foro Lucerna

DIRECCIÓN: Lucerna 64 esquina con Milán, Colonia Juárez.

CUÁNDO: Martes 20:30 horas. Hasta el 5 de Agosto 2025.

COSTO: $600. Boletos en taquilla y en Lobos por Corderos

DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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