JULIETA TIENE LA CULPA

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Para quienes desean ovacionar el encuentro entre tres mujeres comunes que cambiaron la historia del teatro.

JULIETA TIENE LA CULPA

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (RiAlCastillo)

 

“Nadie nunca escribiría nada sobre nosotras.”

Es noche de estreno de la obra más esperada de la temporada. En el interior de una sala llena, salvo por dos lugares carísimos en primera fila, un afamado director polaco ha reinventado la trágica y “romántica” historia situada en Verona. En el vestíbulo, atrapadas entre el teatro y la realidad, tres mujeres de la realeza escénica se han dado encuentro para darse cuenta de que su destino, marcado por el dolor, el escarnio y la vergüenza, es producto de una protagonista que sacrificó su vida a causa de lo que Shakespeare hace siglos entendía por amor.

“Nora, Nina y Blanca atrapadas en historias que no escribimos nosotras.”

El encuentro entre Blanche Dubois, mujer caída en desgracia por confiar en la bondad de los extraños en Un Tranvía Llamado Deseo de Tennessee Williams, Nora Helmer, ama de casa de perfecta que decide abandonarlo todo para ser feliz en Casa de Muñecas de Henrik Ibsen y Nina Mikhailovna, la aspirante actriz que se rehúsa a perder sus sueños en La Gaviota de Antón Chéjov, es el marco sobre el que la dramaturga y directora Bárbara Colio desarrolla “Julieta Tiene la Culpa”. Bajo este delectable imaginario, Colio explora temas complejos y diversos como la culpa, el feminismo, el destino, la masculinidad tóxica y la magia sanadora del teatro, entre otros muchos, con una mezcla precisa de humor, patetismo y dolor que deja al descubierto su enorme capacidad de desarrollar una compleja dramaturgia cargada de reflexión, sin descuidar en un solo momento el elemento de entretenimiento tan vital para el escenario.




“A tu obra le hace falta un personaje.”

Blanca, entre largos tragos de whisky de una botella que ha tomado del bar del teatro, explica la forma en que ha sido castigada por el terrible pecado de ser una mujer que se atrevió a vivir su sexualidad en libertad; Nora, orgullosa madre que curiosamente nunca logra encontrar la foto de sus bendiciones, da cuenta de la manera tan patética en que debe bailar cada noche para las amistades de su esposo, como si no fuera más que una mascota, tal y como pareciera indicar el collar que trae al cuello con su nombre; Nina, angustiada por 800 pesos faltantes de la taquilla, comparte que su vida se está viniendo abajo por el hombre que ama, mismo que está dentro de la sala de la mano de su esposa. Tres mujeres dominadas, castigadas, y subyugadas por hombres quienes, al igual que los autores que las escribieron, las han castigado por no estar dentro de los cánones sociales establecidos por el heteropatriarcado. La base para que “Julieta Tiene la Culpa” sea una dramaturgia tan poderosa radica en el preciso entendimiento que tiene Bárbara Colio de los icónicos personajes a quienes les brinda una nueva voz para hablar desde una perspectiva más de acorde al siglo XXI. Asimismo, su cuarto personaje, la siempre ausente, pero presente Julieta de Shakespeare, sirve como punta de lanza para el feroz ataque que lanza la autora contra un sistema socio-cultural que ha corrompido la idea de lo que es y lo que debe ser el amor, que ha mermado el rol de la mujer en la sociedad, que ha sido cómplice para que la mujer aun en pleno 2021 siga teniendo que gritar por algo tan básico como el derecho a la igualdad. Es en este complejo entretejido que Colio presenta una de sus más poderosas y mejor construidas dramaturgias.

“Se debe morir olvidada para ser recordada.”

El escenario, iluminado en tonos fríos, es un rectángulo negro enmarcado en blanco, con dos bancas igualmente blancas. Esta paleta monocromática se mantiene en el vestuario de las tres protagonistas, reflejo de un sistema binario de blancos y negros donde una mujer o es sumisa o puta, obediente o una vergüenza, callada o rebelde. Los cambios a esta dicotomía suceden cuando una pequeña ventana permite que la cálida luz del teatro las invada, cuando Blanca crea magia con su parasol chino que posa sobre la única lámpara del lugar, cuando son capaces de poner elementos de color en sus vestimentas en un acto de liberación del yugo masculino que las ahoga. La dirección de Colio en “Julieta Tiene la Culpa” se une armónicamente con sus palabras, fortaleciendo tanto la premisa como el montaje. Gracias al diseño escenográfico y de vestuario de Mario Marín del Rio y a la iluminación de Xochitl González O., la puesta en escena resulta elegante, sutil en ligeros elementos como una fina lluvia que moja a Nora al querer volver al mundo real. De tal manera, cuando la narrativa es íntima, confesional, la atmósfera cobra ese peso emocional, mismo que puede desaparecer al aparecer momentos de mayor ligereza que permiten un equilibrio anímico que mantiene al espectador en un estado hipnótico de fascinación y asco ante la grandeza de estas mujeres autodenominadas como comunes, ante el horror al que han sido sometidas por sus autores.




“Las musas no tienen salvación.”

Blanca, toda una dama de sociedad en cada uno de sus movimientos, incluso cuando se empina la botella para darle un largo trago al whisky que tanto calma sus nervios, se quiebra por completo en terror al escuchar un disparo proveniente del interior del teatro, un claro detonador de recuerdos que se niega a ver a la cara. Nora, quien ante todo debe guardar las bellas imágenes públicas, se va relajando y mostrando sus verdaderos colores a medida que se da permiso de comer unas pasitas con chocolate o dar unos tragos de más a la botella de Blanca. ¿El resultado? Una mujer que canta a todo pulmón sobre la amada de Romeo con la melodía de La Maldita Primavera. Nina, desesperada por entrar a ver la función o por desentrañar el porqué le faltó dinero de la caja, muestra que como actriz no tiene mucho futuro a menos que se deje llevar de la mano por las expertas. El trabajo actoral que desarrollan Verónica Merchant, Carmen Mastache y Sofía Sylwin parte de la fractura, de las emociones que surgen en la entraña, de verdaderas cicatrices producidas de un claro entendimiento de la génesis de los personajes creados por tres de los más grandes dramaturgos del siglo XX. De ahí que Mastache presenta una Nora atrapada entre el deber y el ser, Sylwin es una Nina desparpajada a momentos, perdida como una niña chiquita en otros, Merchant se posesiona por completo del alma de Blanche en un trabajo que demanda un nuevo montaje de Un Tranvía Llamado Deseo para que ella pueda protagonizarlo.

“¿Quién era la salvación de Julieta?”

El teatro aún sigue su camino hacia la recuperación tras la dura embestida que ha sufrido a raíz de la pandemia. No obstante, son trabajos como “Julieta Tiene la Culpa” los que claman ser vistos y aplaudidos, son los recordatorios del porqué el escenario es tan potente y maravilloso. A medida que iba descubriendo la trama y sus múltiples capas, deleitándome por las referencias a las distintas obras originarias, una sonrisa enorme se iba formando bajo mi cubrebocas, un gesto de absoluta felicidad que sólo el teatro tiene el poder que crear en mi faz. Tienes muchas culpas que pagar Julieta, esta sonrisa… también es tu culpa.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: “Julieta Tiene la Culpa”

DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: Bárbara Colio

ELENCO: Verónica Merchant, Carmen Mastache y Sofía Sylwin.

DÓNDE: Teatro Helénico

DIRECCIÓN: Avenida Revolución 1500, Guadalupe Inn.

CUÁNDO: Lunes a Miércoles 20:00 horas. Hasta el 24 de Noviembre.

COSTO: $155. Boletos en taquilla o en https://www.helenico.gob.mx/

DURACIÓN: 100 minutos sin intermedio. Principio del formulario

DATOS ADICIONALES DEL TEATRO: Cuenta con valet parking y estacionamiento.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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