Para quienes quieren enfrentar tres devastadoras caras de la trata de personas en nuestro país.

HANDEL

“¿Ocupación antes de ser secuestrada?”

La música de una guitarra suena e inunda la sala con notas cargadas de melancolía, añoranza por una tierra que ha quedado muy lejos y que hace tiempo se llamaba hogar. La dulce voz de una mujer canta en portugués. Sus palabras no importan, sino la mirada tierna aunque perdida que podría en de una niña. Ambiente musical que enmarca la brutal violencia sucediendo al mismo tiempo sobre el escenario, un hombre que es ultrajado y humillado unos cuantos segundos antes de que una pistola estalle sin piedad. Este es el inicio y el final, esto es parte de una miserable realidad.

“¿Alguna vez has matado hormigas?”

Una prostituta rumana da cuenta de su historia a un comandante de la policía tras haber sido rescatada, un joven brasileño que ha nacido con el cuerpo equivocado y que busca convertirse en una diva y la agridulce relación entre un enfermo de cáncer y una menor de edad son las tres historias que el cada vez más maduro dramaturgo Diego Álvarez Robledo entreteje en “Handel”, un melodrama grave que busca el despertar y la toma de conciencia de uno de los problemas más serios en nuestro país y del que, lamentablemente, casi no se habla: la trata de personas.

“Acá todas somos niñas.”

Un engaño amoroso, la búsqueda de la identidad, el simple deseo de hacer lo que todas las niñas en Tenancingo hacen, tres motivaciones distintas que Álvarez Robledo explora con habilidad e inteligencia en “Handel”, a pesar de que las historias podrían estar mejor balanceadas para que las tres contaran con la misma carga dramática. Mientras que se elabora con lujo de detalle el cómo una mujer que empezó su carrera de meretriz en Rusia terminó en nuestro país, anécdota que aunque terrible y fascinante resulta un tanto lejana de nuestra realidad nacional, la historia de una niña apenas salida de la pubertad que acepta sin ningún conflicto el vender su cuerpo para sobrevivir no llega a elaborarse de la misma manera, enfocándose mucho más en el sufrir del hombre enfermo que ha quedado prendado de ella. Ciertamente, el tortuoso camino que toma el aspirante a transgénero brasileño queda en un justo medio que se agradece y aprecia con delicia.

“¿Qué voy a hacer si no soy puta?”

La simpleza visual con que la escenógrafa e iluminadora Natalia Sedano ha vestido “Handel”, con tan sólo una mesa y unas cuantas sillas, así como unos precisos cuantos cambios de luces para convertir recuerdos y diálogos internos en frías y blancas disertaciones, resulta precisa y enfocada. El director Luis Eduardo Yee, quien consigue con buena manufactura un ritmo sostenido durante toda el montaje, decide explorar distintos niveles y alturas con los elementos escenográficos con resultados tanto afortunados, en el caso de un hombre canceroso que discute estando parado de una mesa, como ambiguos y difíciles de entender, hecho que se aprecia cuando los acotres se suben a las sillas sin una aparente justificación escénica. Sin embargo, el resultado final de Yee es más que positivo al lograr llevar tan compleja y ambiciosa dramaturgia a buen puerto, hecho que se resalta con la sumamente generosa reacción del público al final de la obra, quien se percibe conmovido y posiblemente transformado por los hechos tan devastadores que ha presenciado.

“No soy una puta, soy una diva.”

De un grito encolerizado lanzado por un comandante de la policía al tierno susurro de un enamorado, de un hermano ambicioso a andar en tacones de manera seductora, de una rusa cínica y desfachatada a una inocente niña preocupada por la salud de su cliente. Cada uno de los actores involucrados en Handel se entrega de lleno al proyecto, siendo capaces de interpretar con honestidad y vulnerabilidad a una plétora de personajes en el escaso transcurso de menos de una hora y media. Miguel Romero, Pablo Marín y Sofía Sylwin encarnan a bestias salvajes o inocentes criaturas, a padres, madres, putas, homosexuales, enfermos, degenerados, corruptos, víctimas e inocentes, cada una de estas interpretaciones con sus específicas características ya sea de caminar, hablar e incluso de gesticular con las manos o con la cara. De verdad resulta una delicia aplaudir trabajo tan bien logrado y balanceado por parte de los tres actores, crédito que sin duda se comparte con el director quien supo orquestar tan bien esta vorágine actoral.

“Si puedes desaparecer y a nadie le importa, no existes.”

En las últimas dos semanas he sido testigo presencial de un fenómeno teatral que claramente refleja una desastrosa realidad, no sólo nacional, sino global. Tanto la desaparición como la trata de personas es un tema que he visto reflejado en cinco montajes totalmente distintos entre sí, con el escalofriante común denominador de ser una respuesta al sentir de un país que ya no puede más. “Te mataré, derrota” en el Foro La Gruta, “La Cienega de las Garzas” en el Teatro La Capilla, “El Hombre que se Convirtió en Pistola” en el Teatro El Granero, “Sonámbulos” en la Teatrería y ahora “Handel” son gritos desesperados porque algo cambié, porque la gente pueda salir de sus casas con la seguridad de que podrán libremente regresar a ellas, son una lágrima que quema las raíces de una nación que se encuentra podrida por aquellos muertos que nunca encontrarán el camino a casa.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: “Handel”

DRAMATURGIA: Diego Álvarez Robledo

DIRECCIÓN: Luis Eduardo Yee

ACTÚAN: Sofía Sylwin, Pablo Marín y Miguel Romero.

DÓNDE: Sala Xavier CCB dentro del Centro Cultural del Bosque.

DIRECCIÓN: Paseo de la Reforma y Campo Marte S/N.

CUÁNDO: Martes y Miércoles 20:00 hrs.

COSTO: $80 entrada general. Boletos en taquilla y ticketmaster. Aplican descuentos.

DURACIÓN: 80 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: El Centro Cultural del Bosque cuenta con una extensa cartelera en sus diferentes teatros, les recomendamos revisarla. Cuentan con dos estacionamientos gratis al mostrar sus boletos para la obra.