GRAND SLAM

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Para quienes entienden que la verdadera competencia, ya sea en el deporte o en la vida, es con uno mismo.

GRAND SLAM

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (RiAlCastillo)

“Ojalá hubiera nacido genial.”

Hoy se regresa a entrenar a la cancha. Con nuevos tenis, la emoción de volver a ver al entrenador a tope, y lista para ser la mejor, ella no podría ser más feliz. Sin embargo, su sonrisa no tuvo larga vida. Hay una nueva integrante en el equipo, una demasiado alegre neozelandesa que ha llegado no para jugar, de ninguna manera, sino para quitarle su lugar, para robarle lo que ella cree que le pertenece… al menos en su cabeza. Entre revistas sobre André Agassi, largas peleas en su propia mente, y escuchar una de las canciones más icónicas de Madonna, una jugadora de tenis descubrirá el lado más oscuro del llamado deporte blanco.

“A la suerte le gusta estar suspendida en el aire.”

La competitividad y la envidia, la enfermiza necesidad de vencer a los demás, aun cuando no se entienda exactamente para qué, y el autosabotaje que las personas son capaces de autoinfligirse para no poder alcanzar sus metas son algunos de los temas que Valentina Garibay explora en su monólogo “Grand Slam”. Haciendo uso del tenis como metáfora, creando una antiheroína incapaz de ver más allá de sus propias necesidades, y explorando en el deporte paralelismos con la vida misma, la autora, directora y actriz lanza pertinentes cuestionamientos ético-morales sobre la audiencia alrededor de una sociedad que cada vez más se enfoca en medir el éxito personal a través de desear derrotas sobre los demás.




“El problema de ganar y perder es que nos situaciones magnéticas.”

La protagonista no tolera que la nueva chica reciba atención, ni de las demás chicas del equipo, mucho menos del entrenador a quien tanto admira. No sólo eso, tampoco aguanta su actitud siempre alegre, ni su increíble calzado europeo, ni siquiera su siempre presente olor a mandarina. A más odia a esta inocente víctima de su desdén, más fuerza cobran las voces en su mente que le impiden avanzar, peor es su juego, más aterradoras son sus inseguridades. No importa cuántos rituales realice antes de un partido, qué tan fuerte sea su deseo de ir un torneo en París, que tanto quiera acabar con su rival, mientras ella sea incapaz de respirar en paz, jamás podrá ganar. La dramaturgia que conforma “Grand Slam”, seleccionada por el Festival Internacional de Dramaturgia Contemporánea para su producción y presentación durante su emisión 2020-1 Dramafes-Rusia, es ingeniosa en sus paralelismos con el deporte, sólida en sus cuestionamientos de los que conforma el éxito o el fracaso personal, y una entretenida invitación a que todes compitamos menos y nos divirtamos más. A pesar de la dificultad de conectar emocionalmente con el personaje principal, debido a una personalidad negativa que provoca más distanciamiento que empatía, y el ubicar la acción en los noventa, decisión posiblemente más conectada con la vida de la autora que con la pertinencia a la narrativa, la pluma de Garibay consigue un texto inteligente y ligero que en definitiva abre conversaciones necesarias en personas demasiado enfocadas en lo que piensan los demás.

“Yo detesto competir, pero amo ganar.”

La cancha de tenis está enmarcada por leds que cambian de color para reflejar el estado de ánimo de la protagonista. Durante una pesadilla, la competitiva jugadora tiene que lidiar con pelotas de tenis lloviendo sobre ella, mientras que cuando está despierta tiene que jugar bajo luz negra y con pelotas fosforescentes. Cuando el entrenador habla, su voz se escucha como si se tratara de un adulto en las tiras de Charlie Brown, mientras que la actitud y voz de la odiada neozelandesa es interpretada como si fuera una muñeca Barbie con inocencia en demasía. La escenificación de “Grand Slam”, bajo el ojo de la misma Garibay, consigue reinterpretar los elementos que conforman el tenis, como las pelotas verdes, una raqueta y una lanzapelotas, en símbolos que fortalecen la dramaturgia. Destacando el trabajo de iluminación a cargo de Ingrid Sac, la puesta en escena visualmente es un sólido apoyo para el trabajo corpóreo-actoral que será el eje de la obra.




“¿Qué gano ganando?”

Valentina Garibay golpea una imaginaria pelota con su raqueta. El sonido del aire siendo cortado por la fuerza del golpe es escuchado hasta la última fila, tal es la energía que la actriz pone sobre su trabajo. Corriendo por todo el escenario en un imaginario partido de tenis, simulando famosas esculturas como la victoria de samotracia, o bailando con su raqueta al ritmo de una famosa canción de los noventas, cada movimiento que se realiza es realizado con precisión y fuerza. Corporalmente, “Grand Slam” es un despliegue del control que Valentina Garibay tiene sobre su cuerpo, de la entrega absoluta a la que se somete en pro de la puesta en escena, de su capacidad de interactuar con objetos con fortaleza. No obstante, esos riesgos que se toman a nivel corporal no están presentes a nivel emocional siendo que Garibay construye a su personaje no desde la fractura sino de la pretensión. De tal manera, su enojo, llanto o alegría están expresadas en su rostro y en su voz, más no en la entraña. Una vez dicho esto, y dado que esta decisión sobre el tono interpretativo es coherente durante toda la puesta en escena, el trabajo sobre el escenario de Garibay es digno de admirarse y aplaudirse.

“¿Por qué la vida no me da siempre triunfos?”

Yo confieso que es difícil apreciar mis logros en el gimnasio, pues los de a lado mío tienen brazos más marcados, piernas más torneadas, espaldas más anchas. Igualmente confieso que a mis inicios como crítico, y aún en estas fechas si soy sincero, en ocasiones veo el logro de mis compañeros como un fracaso de mi lado. Somos seres en constante búsqueda de satisfactores, de triunfos, de ganar, sin detenernos un momento a pensar que lo que se ha logrado hasta ahora ya es una victoria. Es momento de para el juego, bajar la raqueta, dejar de competir con los demás y celebrar lo que hemos alcanzado en este instante de nuestras vidas.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Grand Slam

DRAMATURGIA, DIRECCIÓN Y ELENCO: Valentina Garibay

DÓNDE: Sala Xavier Villaurrutia

DIRECCIÓN: Reforma y Campo Marte, detrás del Auditorio Nacional, Chapultepec.

DURACIÓN: 75 minutos sin intermedio.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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