EL NIÑO SALVAJE

Por  |  0 Comentarios
COMPARTE!




Para quienes repudian el hecho de que un niño viviendo en la calle ya no sea noticia.

EL NIÑO SALVAJE

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Roberto Sosa

“Es porque es un niño que me detuve.”

Él la veía en la Plaza todos los días. A la hora del almuerzo, antes de disfrutar de un estofado junto con sus compañeros de trabajo, notaba su feral presencia deambulando por el lugar. Él no tenía pensado alterar por completo su existencia, convertirse de la noche a la mañana en alguien responsable del bienestar de un pequeño ser que se comportaba poco más que como lo haría un perro. Sin embargo, una llamada a la policía le revelaría a un hombre como cualquiera que tan podrido está el sistema, que tan poco le importa el bienestar de una infante que no tiene la culpa de los errores de sus padres, que tan grande es el vacío en los noticieros todos los días. Ahora, lo único que le queda en las manos es un raído sweater y el recuerdo de un bello instante en el que fue parte de una familia temporal de emergencia.

“Un niño que grita así no es normal.”

Un problema muy real en nuestros días es el abandono de las infancias, de miles de niños que viven en la calle en completo desamparo. Sin embargo, lo que resulta verdaderamente escandaloso es la manera en que el sistema se ha construido para no brindar una verdadera solución a estos niños cuyos padres dejaron sin techo. Asimismo, es igual de espeluznante la forma en que toda una sociedad los ha invisibilizado, camina a lado de ellos camino al trabajo, sin realmente preocuparse en lo más mínimo por ellos. Esta desensibilización como sociedad es el objeto de análisis y crítica en “El Niño Salvaje” de la creadora escénica y dramaturga belga Celine Delbecq quien, de manera poco sutil, lanza la estocada hacia las butacas para forzar preguntas incómodas en torno a tan deleznable condición social.




“Hay que ver las cosas que se le ocurren a uno cuando te sientes solo a mi edad.”

El narrador de la historia, un empleado cualquiera en alguna empresa nota la presencia del niño todos los días en la Plaza a la que va a comer con sus compañeros de trabajo. De ahí, un deseo de hacer algo, de proteger, dar algún tipo de solución a tan precaria situación de la cual pareciera que nadie se da cuenta. A partir de ahí se desata toda una serie de trámites con la policía, procesos burocráticos que parecieran estar en contra del bienestar de la niña, se revela un sistema que claramente no funciona al punto de alcanzar fatídicas consecuencias. Más allá del muy aleccionador tema eje sobre el abandono de infancias en “El Niño Salvaje”, mismo que se lleva al punto de ser confrontacional, la dramaturgia de Delbecq toca temas sobre la soledad y la paternidad de manera sensible y delicada al ser la voz de quien finalmente quisiera llegar a ser padre adoptivo de la pequeña quien comparte su anécdota. Este elemento se acentúa, así como la situación feral de la niña a través de tener a este segundo personaje siempre en escena, más carente de todo diálogo salvo por los gruñidos que a momentos llega a emitir.

“A veces uno no se da cuenta que la historia que nos están contando es la nuestra.”

Al inicio de la obra, el narrador se encuentra en una de las esquinas del escenario, una cajonera enfrente de él. Sobre la misma, una lámpara de noche y un muñequito que representará al infante abandonado durante algunas escenas. Ejemplo de ello, cuando al centro del escenario se explica como la niña no sabe comer a la mesa, ni siquiera sabe cómo sentarse en una silla, haciendo uso de miniaturas para simbolizar el tan difícil momento. En todo momento, mientras se cuenta la historia, la niña deambula por el espacio, se esconde abajo de un colchón o detrás de una ventana, mostrando a veces afecto a partir de tomar de la pierna a su cuidador como si de un perro se tratara. Le escenificación de “El Niño Salvaje” corre a cargo de la directora Marcela Castillo quien, entre muchos elementos bien colocados, hace uso del teatro de objetos para ilustrar algunos de los momentos por los que transitan los protagonistas. Esta decisión apoya en gran medida la narraturgia, hecho que se logra también gracias al cuidadoso y preciso trabajo de Mauricio Ascencio en la iluminación y escenografía, quien logra que una lámpara en la mano del empleado se convierta en un interrogatorio o en el foco que se le debe poner a una niña abandonada. Resulta también meritorio hacer mención del vestuario diseñado por Jerildy Bosch, quien crea un sweater asimétrico para cubrir a la pequeña, elemento que será de enorme contundencia hacia el final de la puesta.




“Les juro que hay palabras en su mirada.”

En un principio, la emoción que gobierna al hombre es una de incredulidad ante la situación. Poco a poco va pasando por distintos estados anímicos que van desde la conmiseración por la pequeña, hasta la más profunda rabia a causa de la ineptitud del sistema. Su quiebre emocional, ante la imposibilidad de alcanzar su objetivo, se refleja en un momento de verdadera fractura, un quiebre proveniente de la entraña, mientras abraza con toda ternura un sweater vacío. Mientras que toda esta vorágine de sentimientos sucede, en el escenario siempre se encuentra ella, la niña abandonada, quien cuenta su propia versión de la historia desde lo silente, desde su corporalidad, misma que es capaz de mostrarse frágil debajo de una sábana, o feroz mientras se convulsiona en el suelo a causa de un ataque de epilepsia. El trabajo actoral en “El Niño Salvaje” es a cargo de Meraquis Pradis y Miguel Romero. Ambos se entregan de lleno al proyecto, cada uno desde muy distintas construcciones de personajes, dados sus requerimientos por la obra misma. El resultado es potente tanto en Pradis como en Romero, la primera dejándose llevar por el elemento salvaje de la niña, pero libre de toda exacerbación innecesaria, Romero entregándose poco a poco a los elementos melodramáticos del texto, conteniendo su trabajo hasta que librea de lleno el sentimentalismo cuando tendrá el mayor impacto. Sin duda esta puesta en escena llega a buen puerto en enorme parte gracias al muy capaz y comprometido trabajo de ambos.

“¿A poco ustedes no se habrían detenido?”

No me gusta que me regañen en el teatro, pero es muy cierto y necesario que se grite a viva voz cuán ciegos nos hemos vuelto a un problema que nos compete a todos como sociedad. No soy muy afecto a que me miren directamente y me señalen con el dedo, pero ante tan grave situación, una de la que en definitiva no se habla en los noticieros, se tienen que encontrar las maneras para que las cosas cambien. Sí, los niños en situación de calle es un problema de enormes dimensiones y gravedad. Si no me creen, abran los ojos, realmente ábranlos la próxima vez que vayan por las vías de esta ciudad.

Búscanos en Facebook e Instagram como Entretenia
Twitter: @Entretenia




DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: El Niño Salvaje

DRAMATURGIA: Celine Delbecq

TRADUCCIÓN: Nadxeli Yrízar Carrillo y Humberto Pérez Mortera.

DIRECCIÓ: Marcela Castillo

ELENCO: Meraquis Pradis y Miguel Romero.

DÓNDE: Teatro El Granero Xavier Rojas

DIRECCIÓN: Reforma y Campo Marte, detrás del Auditorio Nacional, Chapultepec.

CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingos 18:00 horas. Hasta el 9 de Julio 2023.

COSTO: $150. Boletos en taquilla y ¿Buscas boletos para el niño salvaje? Encuentra entradas en Ticketmaster MX Aplican descuentos.

DURACIÓN: 95 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento.

COMPARTE!

Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *