AMOR ES MÁS LABERINTO
AMOR ES MÁS LABERINTO
Sor Juana se moderniza y se libera del minotauro.
Al inicio de “Amor es Más Laberinto” las infantas Fedra y Ariadna se arreglan en sus aposentos. Los cantos de sus pretendientes, Baco y Lidaro se escuchan a lo lejos, haciéndolas sentir halagadas. Entre joyas, inyecciones de Botox, unos tragos de Red Bull y mucho tiempo contemplándose al espejo, las bellas damas asumen sus roles predestinados de enamorarse con el único fin de casarse. Todo eso se verá afectado por la llegada al reino de un prisionero, el príncipe Teseo quien en poco tiempo habrá de enfrentarse al minotauro.
Natalia Menéndez, Raquel Araujo y la compañía Teatro de la Rendija realizan una fina pero contundente adaptación a la obra de Sor Juan Inés de la Cruz y Juan de Guevara “Amor es Más Laberinto” donde la clásica comedia de identidades y enredos inspirada por el mito griego de Teseo y su lucha contra el minotauro se convierte en una declamación a la libertad femenina.
“Amor es más Laberinto”, escrita en 1688, fue concebida en verso por Sor Juana Inés de la Cruz con ayuda de Juan de Guevara como una oda al virrey Gaspar de la Cerda y Mendoza. En ella, además de glorificarlo, la poetisa realiza un divertido juego de enamoramientos y decepciones donde nada ni nadie es lo que parece. Sirvientes que no hacen propiamente lo que se les indica, una pluma en el sombrero equivocado y afectos colocados en la persona equivocada son algunos de los ingeniosos enredos que se presentan en la obra que sirven en su original para hacer una metáfora del amor como el más complejo y enredado de los laberintos, en esta versión contemporánea para empoderar a la mujer a través de un inesperado giro de tuerca final que cambia por completo el discurso de Sor Juana.
En el piso las palabras de la poetisa escritas con gis simulando el propio laberinto al que hace alusión la obra. En escena, una elegante cena donde el grotesco rey Minos, interpretado por Katenka Ángeles en un evidente desafío a los paradigmas de género e identidad establecidos, se enfrenta por primera vez al asesino de su hijo Androgeo. En los marcos laterales de la escenografía se proyecta una boca comiendo de manera grotesca. Raquel Araujo Madera, quien este año es galardonada con la Medalla Xavier Villaurrutia por su trayectoria como creadora escénica, traduce las palabras en “Amor es más Laberinto” a un lenguaje teatral que provoca al espectador, lo obliga a interpretar las imágenes que la directora plantea con los referentes que tenga a la mano, golpea con fuerza al combinar toda una serie de elementos multimedia con artificios más tradicionales como páneles movibles que pueden servir como la recámara de Ariadna o para mostrar una pared ensangrentada.
Una de las escenas más claras del trabajo de Araujo se aprecia al momento en que Teseo se enfrenta al Laberinto y a la bestia que habita en su interior. Minos, asumiendo el rol del minotauro, aparece con una enorme capa de plástico donde se encuentran globos transparentes con un líquido rojo. Con una corona de picos en su testa, el monstruo toma algunos globos y los va reventando, primero en su sexo, luego en el pecho, culminando con su cara, quedando completamente ensangrentado. Mientras esto sucede, el príncipe Teseo, completamente desnudo, deambula por el laberinto que es simulado por el resto del elenco cerrando o abriéndole el paso. Toda esta escena musicalizada por Germán Romero, Manuel Estrella y DJ Sudaaka con ritmos electrónicos que a momentos revelan algunas notas mucho más clásicas. El resultado es uno de los momentos más emblemáticos de “Amor es más Laberinto”, una escena cargada de estímulos sensoriales que llevan a la audiencia a un estado hipnótico de fascinación y horror, a una reinterpretación de Sor Juan Inés de la Cruz totalmente moderna y relevante con las nuevas teatralidades surgiendo no sólo en México, sino en todo el planeta.
Atún y Racimo, criados de Teseo y de Baco respectivamente, son interpretados por la misma actriz. Para diferenciarlos, uno de ellos usa lentes mientras que el otro habla con un marcado seseo. En un momento de la obra, ambos personajes habitan la misma escena teniendo una discusión entre ellos. Nara Pech lleva a cabo este reto actoral de manera exitosa, arrancando carcajadas entre las butacas. El elenco de “Amor es Más Laberinto” se conforma por miembros de la Compañía Nacional de Teatro y actores invitados provenientes de Campeche, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Quintana Roo y Yucatán con resultados en su gran mayoría positivos. Katenka Ángeles como el terrible Minos, Gibrán Solar como el enamorado Teseo y Victoria Benet como la infanta Ariadna se destacan al asumir sus actuaciones, al igual que Pech, con verdad y compromiso con las palabras de Sor Juana y con la visión de Araujo. No así Indra Ordaz como Fedra, quien se encuentra lejos aún de percibirse natural en sus diálogos en verso o en la proyección de sus emociones. El resto del elenco lo conforman con buen oficio Zaab Dí Hernández, Yaremi Miranda y Jorge Castro. También alternan funciones Claudia Guerrero, Luis Domingo, Zaide Silvia Gutierrez, Alexandra Benavides, Itzel Riqué y Ana Lucía Ramirez.
El año pasado en León Guanajuato tuve el placer de aplaudir el trabajo de Raquel Araujo al ver, y ser parte, de la puesta en escena “Nevermore y Otras Manías” durante la Muestra Nacional pasada. Ahora, dentro de las actividades de la 39 Muestra Nacional de Teatro, y presentándose en el Teatro Julio Castillo de la CDMX, “Amor es Más Laberinto” demuestra el por qué esta poderosa directora es recipiente de la medalla Xavier Villaurrutia. Un trabajo atrevido, desafiante e inteligente que deja en claro la atemporalidad de Sor Juana Inés de la Cruz en la época del #MeToo.
Créditos de fotografías: José Jorge Carreón, Raúl Kigra y Sebastián Kunold.