TRANSITAR DE LO COLECTIVO A LO INDIVIDUAL, TRES OBRAS

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TRANSITAR DE LO COLECTIVO A LO INDIVIDUAL, TRES OBRAS

Por Alejandra Serrano
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (RiAlCastillo)

 

En la sexta jornada de la Muestra Nacional de Teatro se presentó un maratón escénico de cinco obras, yo solamente puede acudir a tres: Volver a Fuenteovejuna de Cardumen Teatro, CDMX, bajo la dirección de Ginés Cruz. Sabueso, Unipersonal de Teresa Díaz del Guante de La Terca Teatro de Sinaloa y Relato de Aletheia Cuerpo Escénico y Mierda Bonita Producciones de Querétaro bajo la dirección de Bárbara Alvarado y Juan Carlos Franco. Lo que veo en esta sección del paisaje que nos plantea la muestra es un transitar de lo colectivo a lo individual y de diferentes maneras de introducir lo real en la ficción, con intensidades y matices distintos.

En Volver a Fuenteovejuna la autora, Mariana Hartasánchez, reconstruye a Lope de Vega e indaga en su conciencia haciendo un juego de espejos y puestas en abismo que no cuentan la historia de Fuenteovejuna sino de una otra Laurencia. Nuestra realidad, su realidad y la obra de teatro de Fuenteovejuna se enredan y discurren a veces sin distinción una de otra, para contar que si en algún momento Fuenteovejuna alzó la cabeza fue solo para volverla a agachar. Siempre que acudimos a Fuenteovejuna es para hablar de nuestro presente, hace falta que el pueblo vuelva a despertar, parece querernos decir la autora. Sin embargo, la mejor experiencia en esta puesta en escena son las actuaciones de Gabriela Betancourt y especialmente de Emma Dib quien realizaba dos personajes opuestamente distintos con la misma destreza. Ambas actrices con mucho carisma, en fin que era un gozo verlas.




Al contrario de Fuenteovejuna, que es una ficción completa con personajes tradicionales para hablar de la realidad, Sabueso trae al escenario una persona real sin fabulación y en complicidad con ella. La actriz encarna a María Isabel Cruz Bernal, líder del grupo de búsqueda Sabuesos Guerreras, con quien la creadora escénica tiene una relación estrecha; lo cual es palpable en su interpretación y el compromiso para contar la desaparición de su hijo Yosimar, sus esfuerzos por encontrarlo, las trabas con las autoridades y el trabajo de las buscadoras. Sabuesos, porque lo que buscan es el olor.

Una obra desgarradora que nos abre un hueco en el alma y que cuesta mucho aplaudir. De hecho me perturbó un poco el aplauso, pues si bien hay que reconocer una gran actuación y un gran compromiso, me parece casi indolente la reacción inmediata del público al aplaudir, en lugar de un respetuoso silencio que sería más propio. En ese sentido, recordando la obra de Celsa, creo que ahí lo manejan muy bien, nos comparten comida después de caminar hacia el memorial por los desaparecidos en Coahuila y ahí contemplamos cada quien su reflexión, no hay aplauso necesario. Quizá soy muy dura con los espectadores, pero creo que a veces estamos demasiado prestos a sacudirnos la reflexión con el aplauso y a distanciarnos de lo que acabamos de ver.




Regresando al tema de las diferentes formas de hacer ficción, en Sabueso hay un trabajo de investigación profundo, todo lo que vemos y escuchamos es real, sin embargo está enmarcado en una ficción construida de manera muy tradicional. Y tal pareciera que la programación iba de forma grudual de más a menos ficción, terminamos la jornada con Relato, donde la dramaturgia esta basada en testimonio personal, escrita por la misma persona que lo vivió, en primera persona y con su nombre, pero interpretada por cinco hombres que nunca crean la ficción de construir un personaje, sino de contar de forma coral la historia de alguien más, para develar (como el propio nombre del grupo Aletheia) al final que esa persona también está en escena y un poco en ficción, pero sin personaje termina de escribir la carta de amor a su tío quien se suicidó en los noventa, una ausencia que la sigue hiriendo.

Al igual que Fuenteovejuna y Sabueso; Relato también tiene una dimension colectiva pues se cruza con la defensa de la UNAM a finales de los ochenta y hace un rastreo de lo que significa ese movimiento estudintil en la política actual. Pero a diferencia de Sabueso que parte del dolor propio para hablar de un probelma social, político y de seguridad que atraviesa todo México, Relato inicia en lo colectivo y se aleja para centrarse en el dolor propio de la coautora, Bárbara Alvarado, quien a diferencia de María Isabel solo busca clamar su dolor, peridiéndose un poco en el culto al individuo esa trampa de la posmodernidad para fragmentar lo colectivo. Justo la obra tiene muchas características que podemos asociar con la posmodernidad, lo fragmentario, la yuxtaposición de ideas y discursos, la revalorización de las historias no hegemónicas, las microhistorias, la destrucción de grandes narrativas, el humor sobre sí mismo y una mirada absurda sobre la vida, todo esto acentuado con coreografías potentes, gozosas, trágicas y absurdas. Al mismo tiempo un monumento y un escarnio sobre sí mismos, una gran postal posmoderna.




Tres teatralidades diagonalmente distintas, cruzan coordenadas en temáticas y reflexiones sobre la ficción en este paisaje de la 42 Muestra Nacional de Teatro.

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