Para quienes entienden que detrás de cada Godinez hay un ser humano.
PERRO SIN RAZA
Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (@RiAlCastillo)
“Aunque los tiempos cambien, PSR nunca lo hará.”
Todos los días llegan más o menos a la misma hora. Se preparan un café o un té, se prenden las computadoras, los mismos chistes gastados se vuelven a decir y se capturan los mismos datos, aunque los nombres, las fechas o los números sean distintos. Los pisos se trapean, se barren, los cubículos se sacuden, quién lo hace es intrascendente mientras todo siga igual. En esta oficina lo que importa es que los reportes salgan a tiempo, que los horarios se registren, que la información esté dentro de las computadoras. Los Godinez que lo hacen sueñan con leñadoras, tienen problemas personales con sus familias, se ilusionan con una bicicleta o con un vestido de novia, aman las Canelitas Marinela, les gusta el amor rudo, han sufrido el toque de la muerte en sus vidas o pueden perder la compostura con algo tan simple como unos botines rosas de bebe. Nada de esto es importante, que sigan trabajando que para eso se les paga.
“Cuando me empieces a obedecer, podré confiar en ti.”
El mundo de los llamados Godinez- oficinistas burócratas y empleados de corporativos y empresas, tanto privadas como gubernamentales, que cumplen con un horario típicamente de lunes a viernes- es capturado de forma agridulce por el dramaturgo inglés Ed Harris en su poderosa pieza “Perro sin Raza”. Lo que en un inicio se presenta como una comedia simpática que pareciera prometer una velada de llano divertimento poco a poco va adquiriendo tonos mucho más oscuros y dramáticos para culminar en una verdadera exhibición descarnada de los temores, inseguridades, ilusiones, dolores y traumas que habitan detrás de cada una de estas personas que parecieran no tener más vida que la que existe en los confines de sus propios cubículos. El entrelazado entre la comedia bufa que se puede dar un ámbito oficinista y la exploración psicológica que reside en cinco seres humanos encerrados en una oficina durante mínimo ocho horas diarias da como resultado un remolino de emociones que deja exhausto al espectador, quien no puede dejar de proyectarse o encontrar a algún conocido en cualquiera de esos empleados.
“No te pagamos por tener personalidad.”
El típico chistosito de la oficina, la que quiere impresionar haciendo más de lo necesario, aquel que sólo sueña con renunciar para alcanzar sus propios sueños, la enamorada señora de la limpieza y una jefa neurótica son las cinco personalidades que se reúnen día a día en las instalaciones de la ficticia compañía PSR. Bajo la óptica de Harris, cada una de los personajes es gracioso, a momentos incluso llegando a arrancarle verdaderas carcajadas al público, más en aquellos que efectivamente trabajan en una oficina. Sin embargo, “Perro sin Raza” se atreve a ir mucho más lejos, al llevar al espectador en un viaje semi-onírico que se atreve a adentrarse en la mente de cada uno de estos empleados, en un viaje que raya en lo surreal, donde los camarones gigantes luchan con osos polares y con esquimales, en una lucha interna por darle algún sentido a una realidad que dista mucho de parecerse a la felicidad. Harris verdaderamente despliega una bella pieza de tonos muy amargos a partir de un lenguaje que transita libremente entre lo prosaico y lo poético.
“Lo único que tengo que escuchar son sus deditos golpeando los teclados.”
La dirección a cargo de Fernando Rovzar, apoyado por Paulo Sergio Galindo, recrea el mundo Godinez con eficacia, sobre todo a partir de un hilarante video introductorio y un omnipresente reloj que constantemente recuerda el tedioso paso del tiempo. Con la misma destreza, la dirección en “Perro sin Raza” se adentra en las mentes de cada uno de los personajes con una serie de escenas que van de lo íntimo y emotivo a lo fársico en un abrir y cerrar de ojos, culminando con un emotivo cierre que conmueve profundamente, tanto por su belleza como por su dolor, donde unos botines, una bicicleta verde y un traje de novio son resignificados a niveles verdaderamente artísticos. Aun cuando es esencial un mucho mayor cuidado del ritmo durante la obra, “Perro sin Raza” consigue conmover y divertir a partir de mostrar un distorsionado espejo que muestra que detrás de cada corbata, traje sastre, delantal o camisa arremangada existe un ser humano que tiene que lidiar con la pérdida en la mejor manera posible.
“¡Están muertos, mételos en el sistema para que sean eliminados!”
El nivel de complejidad en “Perro sin Raza” exige de un trabajo actoral que logre compenetrarse a nivel muy profundo con los personajes para así poder proyectar exitosamente al público el vasto universo que reside en cada uno de ellos. Marianna Burelli consigue verdaderamente brillar interpretando a la gris y opaca María, una recién egresada a la compañía, al demostrar tanto su vena cómica como su capacidad de interiorizarse en un ser patético que descubrirá que todos sus esfuerzos han sido en vano. Hernán Mendoza, a quien recientemente ovacioné de pie en “Un Corazón Normal” (crítica en
www.entretenia.com), se encarga de Juan, un personaje que facilemente es desechado al inicio de la obra como simplemente el gracioso, para más adelante impactar con un giro emocional que cierra la garganta y humedece los ojos. El tercer oficinista, el aparentemente mediocre y soñador Elvis, es interpretado con precisión por Mauricio Isaac, quien saca adelante uno de los papeles más difíciles de la obra al ser el primero en quebrarse en un momento absolutamente surreal de la historia. El papel de la malvada jefa lo lleva Rocío Verdejo quien, al igual que el resto del elenco, maneja sus transiciones entre lo divertido y lo trágico con sumo cuidado y buena manufactura. Sin embargo, es el trabajo de Norma Angélica como la señora de la limpieza el que debe ser destacado al conseguir todo un arco emocional a partir de repetir la misma palabra una y otra vez. Ed Harris escribió un personaje sumamente complejo en la dulce Pipop y Norma Angélica lo lleva a grandes niveles que le ganan toda mi admiración.
“Hay un gran universo aquí muy cerca.”
Una de las principales razones por las que decidí dedicarme al teatro y a la docencia fue la de nunca tener que trabajar en una oficina en una horario fijo. Nunca he logrado entender cómo una persona puede ir al mismo lugar todos los días, ver a la misma gente, sentarse durante ocho horas en el mismo lugar y no volverse loco. Curiosamente la vida se ha encargado de poner en mi vida a alguien que trabaja en un banco, que viste de traje todos los días para analizar reportes frente a su computadora, para que en cuanto es la hora de salida, corra a mi lado y seguir construyendo nuestros sueños juntos. Cada empleado que trabaja de sol a sol en una oficina merece todo mi respeto ya que ellos son los que permiten que el mundo en el que vivimos funcione correctamente. Este artículo se lo dedico a ellos, en especial a ese Godinez que amo.
Búscanos en Facebook y Foursquare como Entretenia
Twitter: @Entretenia
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Perro sin Raza”
DRAMATURGIA: Ed Harris
DIRECCIÓN: Fernando Rovzar
COLABORADOR EN DIRECCIÓN ESCÉNICA: Paulo Sergio Galindo
ACTUAN: Hernán Mendoza, Marianna Burelli, Norma Angélica, Rocío Verdejo y Mauricio Isaac.
DÓNDE: Teatro Helénico.
DIRECCIÓN: Avenida Revolución 1500, Colonia Guadalupe Inn.
CUÁNDO: Martes y Miércoles 20:30 hrs.
COSTO: $200. Disponibles en taquilla y Ticketmaster.
DURACIÓN: 105 minutos sin intermedio
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking. La Gruta es el espacio alternativo del Centro Cultural Helénico. Les recomendamos revisar su extensa cartelera.