PARTIDA

El mundo gira, la economía se desbalancea y los cambios en el despacho son inevitables. Lo único que queda en la oficina de este edificio, a punto de ser derrumbado, es un bote pintura vacío, un teléfono de disco, el joven Lucas y el experimentado Zuñiga. Tres de estas “cosas” serán tiradas a la basura, sólo una sobrevivirá la transición y será bienvenida a la nueva era. El jefe guarda muchos secretos y esqueletos en el closet, ¿conviene hablar de ello? ¿Es demasiado bajo utilizar el alcoholismo de uno o la inexperiencia del otro como arma? Para sobrevivir, se debe de calcular muy bien cada jugada, cada estrategia. La partida ha comenzado y es a matar.

El instinto de supervivencia ante la amenaza de perder el empleo es la premisa en la que Luis Ayhllón desarrolla “Partida”, una comedia negra que explora los niveles de bajeza a los que puede descender el ser humano con tal de salvar su quincena. El marco de un despacho en proceso de transición es perfecto para poder adentrarnos  a la mente de dos abogados que fraguan diferentes estrategias para conseguir que al que despidan sea al otro. A esto se le suma un sádico jefe que disfruta profundamente con el sufrir de sus empleados para completar un cuadro que tristemente le resultará demasiado familiar a muchos asistentes.

El texto de Ayhllón resulta un tanto elaborado y complejo, pudiendo llegar a oscurecer a momentos el desarrollo de su propia historia. Sin embargo, la dirección de Juan Carlos Vives logra imprimirle un mayor dinamismo y coherencia que consigue aligerar la trama al mismo tiempo que intensifica la tensión dramática. Elementos muy sencillos como el abrir y cerrar con llave la única salida del foro (realmente no sucede, no se asusten) o el ir y venir del bote de pintura o del teléfono por todo el espacio imprimen fluidez, movimiento y agilidad al montaje, intensificando al mismo tiempo la dinámica entre los tres personajes, que a fin de cuentas, es lo que realmente interesa.

“Partida” es una obra escrita para el lucimiento de tres actores. Dettmar Yañez, a quien recientemente había visto en “Tanda de Pecadores” (crítica en www.entretenia.com), muestra grandes habilidades en el escenario al combinar un proceso interno de su personaje con una contundente expresividad corporal. Cada gesto, cada movimiento, cada desorbitamiento de su mirada está a la par de su desesperación por no perder su empleo contra un mequetrefe. Jorge Chávez Caballero trabaja arduamente para mantenerse a la par de Yañez y lo consigue satisfactoriamente, sobre todo en los momentos en que logra mostrar la pusilanimidad de su personaje. Por su lado, Oskar Armando Ixta, como el sádico jefe Mendieta, aborda su personaje en un tono que de repente pareciera caricaturesco, adoptando una voz baja y sospechosa, pero que definitivamente logra amedrentar e intimidar a la hora de explotar. Un trabajo difícil actoralmente que siempre debe ser muy cuidado por el director para mantener tanto el ritmo como el tono de la obra a flote en cada función.

La oficina es una jungla y no hay lugar para piedad cuando se trata de salvar el pellejo. La manipulación y el chantaje, la traición, los chismes o los secretos serán una nadería contra lo que cada uno de ellos es capaz de hacer, ya sea para continuar en la chamba o sencillamente para divertirse viendo como los gusanos se retuercen bajo el yugo del poder. Necesito de mi trabajo, del sueldo que recibo cada quincena para mi subsistencia. Yo me pregunto de qué sería capaz si esa estabilidad entrara en juego, cuál sería mi jugada para que todos y cada uno de mis compañeros de trabajo, muchos a quienes adoro, se largaran de esa oficina antes de convertirme en el siguiente desempleado. El juego es difícil, pero nadie tiene pensado perder esta partida.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)