LAS TROPAS

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Para quienes entienden que el camino a la redención es una guerra de la que no es tan fácil escapar.

LAS TROPAS

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (RiAlCastillo)

 

“Hay guerras que duran toda la vida y hay cosas que no se pueden olvidar.”

Amanece. Un diminuto rayo de sol se cuela por alguna rendija en el techo apenas iluminando al General Zarate y a su esposa Sara. El encierro autoimpuesto en el que se encuentran es cada vez más insostenible, la espera interminable a que lleguen las tropas enemigas en busca de ellos pareciera una sentencia de por vida de la que no hay escapatoria. Quizás en la fantasía pueda haber una salida, en un violín sin melodía o en un payaso que ha perdido la sonrisa. No. Realmente no hay nada que hacer. Afuera, en medio del pueblo, un triciclo sigue abandonado, adentro una inmensa culpa los condena.

“¿Y si las tropas pasaron sin que nos diéramos cuenta?”

Un espacio separado de la realidad, una cárcel de barrotes inexistentes, un limbo donde se revive una condena una y otra vez hasta el infinito. Orillado por la culpa de actos pasados, el General Zarate se ha encerrado junto con su esposa en una pequeña habitación por temor a que las tropas enemigas lo encuentren. Si es cierto esto o no, si la guerra ha sucedido en verdad o es producto de sus propios fantasmas, incluso si los personajes se encuentran en el plano real o en un universo paralelo son algunas de las muchas preguntas que se presentan a lo largo de “Las Tropas” del dramaturgo Fernando Reyes Reyes. Lúdica y poética, devastadora a momentos, festiva en otros, muy dolorosa en su centro, la obra discute la muerte y la culpa, la expiación y el perdón en voz de dos personajes de edad madura que, a falta de libertad, recurren a su imaginación para revivir momentos en que alguna vez fueron felices o para intentar encontrar de alguna manera un nuevo final a un acto inmencionable e imperdonable.





¿Por qué no salvas a alguien en este pueblo?”

Como cada mañana, Sara quisiera abrir un poco la ventana para que entre un poco el sol y quizás asomarse para ver si las cosas han cambiado allá afuera. Como cada mañana, su marido la regaña y le infunde temor argumentando que, si las tropas estuvieran esperándolos, los descubrirían de inmediato. Con claras referencias a Esperando a Godot de Samuel Beckett e incluso, en un giro importante de tuerca en la trama, a ¿Quién teme a Virginia Woolf? de Edward Albee, “Las Tropas” es una confrontación con el público de manera muy directa sobre el profundo impacto que tienen nuestros actos pasados sobre el presente, es un manifiesto sobre la culpa y los mecanismos necesarios para lidiar con ella, un contundente golpe al estomago sobre la omnipresencia de la muerte a pesar de un desesperado intento por abrazarse a la vida. Ciertamente, el dramaturgo toma demasiado tiempo en plantear sus tesis, siendo la primera parte del texto un tanto excesiva en la presentación de su premisa, claramente enamorado de su propia poeticidad. Sin embargo, una vez que la narrativa comienza a revelar sus secretos y a avanzar el arco dramático de la misma, en cuanto la fantasía lúdica que crea Reyes Reyes con sus palabras surte efecto, la obra adquiere verdadero peso y dimensión, se robustece en su premisa y se vuelve dolorosa y hermosa al mismo tiempo en su mensaje final.

“La verdad no es más cruda que el engaño.”

En un intento por motivar a la acción al su esposo el General, Sara decide que es hora de que el ejército se vuelva a poner en pie, aunque sean ellos los únicos miembros de la compañía. Cada uno con su arma en las manos, él un bastón confeccionado de una rama seca de árbol y ella un tambor militar, se dirigen al frente del escenario para motivar al resto de las tropas que se encuentran en las butacas a clamar por justicia. Este primer rompimiento de la cuarta pared es tan sólo un pequeño indicio de lo que habrá de pasar más adelante cuando Sara reviva uno de los momentos más felices de su vida, junto a toda su familia, compartiendo dulce de calabaza con todos los presentes. Íntima y un tanto claustrofóbica en un inicio, fantástica y cargada de energía más adelante, la puesta en escena de “Las Tropas” a cargo del mismo Fernando Reyes Reyes en conjunto con Cristian David propone la creación de todo un mundo dentro de los confines de la habitación en que los personajes se encuentran encerrados. Apoyados por un exquisito trabajo de iluminación por el también escenógrafo Edgar Mora, quien consigue bellas atmósferas en su recreación de la luz solar, y por el trabajo de musicalización por parte de Daniel Martínez con música original, los directores del montaje consiguen un ambiente donde el encierro es palpable, el ritmo va de la mano de esta prisión  creada por ellos mismos, al mismo tiempo que son capaces de que una sabana se convierta en aquel objeto que persigue la memoria del General Zarate y que en un baúl se encierre un patético arlequín con su violín sin cuerdas.





“No hay maquillaje que dure toda la vida.”

El General Zarate y Sara son dos viejos árboles secos que se mantienen de pie, en uno de ellos de manera metafórica. Mientras que el cansancio y sus demonios internos han amargado la poca dicha que pudo haber existido en Zarate, Sara aun es capaz de llenar sus días con el sabor de una calabaza, con el hilar un camino de mesa o con el sueño de aun llegar a ser madre. “Las Tropas” es un vehículo actoral por demás complejo que debe ser abordado con absoluta honestidad y capacidad de fractura. Tanto Lucina Rojas como Ricardo Ramírez se entregan tanto al proyecto como a la interpretación de sus personajes, eso es claramente visible, aun cuando los resultados no lleguen a ser contundentes del todo. Ramírez en el papel de Zarate es capaz de proyectar la férrea convicción de su paranoia por la inminente llegada del enemigo, su enojo es claro como su amargura, a pesar de que sus diálogos aun se tropiezan y pareciera que se olvidan a momentos y el manejo de sus pies traicionan un aspecto vital de su personaje. Por su parte, es encomiable el trabajo que realiza Rojas al momento de que sus ojos se llenan de vida al momento de bajar del escenario para saludar a toda su familia y convidar lo poco de alimento que tiene que ofrecer. De igual manera es maravillosa la dureza de esa misma mirada al momento de ser la soldadera que acompaña a su General hasta el final de la batalla. Una vez que esta verdad se sostenga a lo largo de toda la puesta, y evite caer en tonos actorales innecesarios, su personaje crecerá enormemente a lo largo de toda la puesta.

“Esta es mi última batalla.”

Nosotros podemos haber terminado con el pasado, pero el pasado no ha terminado con nosotros. Esta icónica frase de la película Magnolia del director Paul Thomas Anderson es una que me ha perseguido a lo largo de toda mi edad adulta y una que no deja de darme vueltas en la cabeza mientras pienso en “Las Tropas”. El General Zarate carga con una maldición de su propia creación, producto de aquello que cometió en el pasado y que nunca lo dejará de perseguir día tras día, convirtiéndose en su propia razón para esperar la imposible llegada de Godot. Yo sé muy bien cuáles son los fantasmas del pasado que aun rondan incesantemente en mi cabeza, trato de lidiar con ellos de la mejor manera, no estoy seguro de algún día estar verdaderamente en paz con ellos. Quizás sea en un traje de payaso y con el sabor amargo de dulce de calabaza en la boca que lo consiga.

 

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: “Las Tropas”

DRAMATURGIA: Fernando Reyes Reyes

DIRECCIÓN: Fernando Reyes Reyes y Cristian David

ACTÚAN: Lucina Rojas y Ricardo Ramírez

DÓNDE: Teatro Sergio Magaña

DIRECCIÓN: Sor Juana Inés de la Cruz 114, Colonia Santa María la Ribera. Cerca de Metro San Cosme.

CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 hrs.  Hasta el 2 de Septiembre.

COSTO: $149 Entrada general. Aplican descuentos. Boletos en taquilla.

DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.

DATOS DE LOS TEATROS: No cuenta con valet parking o estacionamiento.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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