Para quienes quieren ovacionar el sadomasoquismo y los juegos de poder que se esconden tras el quehacer teatral.

LA PIEL DE VENUS

“En el amor como en la política, sólo uno debe de tener el poder.”

Las audiciones han sido un absoluto desastre. Pareciera que no hay en el mundo una sola actriz competente capaz de capturar en lo más mínimo la esencia tan compleja, encantadora y perversa a la vez de Wanda von Dunayev, la protagonista de la más reciente obra del reconocido dramaturgo Tomás Novachek. Cuidado, que en esta noche tormentosa donde las pasiones más oscuras y ocultas se podrían desbocar sin control, una diosa envuelta en pieles está a punto de cruzar la puerta para audicionar por el papel de su vida.

“No hay nada más sensual que el dolor.”

Una obra de teatro sobre sumisión y dominación sucediendo dentro de los confines de una audición totalmente inesperada, un juego de poder donde una tensión sexual con aroma de café se respira con lujuria, una hermosa e hipnótica actriz desparpajada que no es ni remotamente lo que aparenta y un dramaturgista misógino que oculta su verdadera naturaleza. El renombrado dramaturgo estadounidense David Ives se adentra en el complejo universo del teatro dentro del teatro con “La Piel de Venus” una exquisito y fascinante thriller en tono de comedia y con tintes eróticos a partir de la novela homónima de Leopold von Sacher-Masoch, escritor de quien proviene el término masoquismo.

“En esta obra hay asuntos mucho más profundos que castigos corporales.”

Las dos historias que suceden a la par en “La Piel de Venus”, la de una audición teatral en la actualidad y la de una relación entre esclavo y ama sucediendo en 1870, se funden con delicia y perversidad en un juego de gato y el ratón que podría fácilmente remitir a la icónica obra Oleanna de David Mamet donde la escala de poder pasa de un lado a otro en un abrir y cerrar de ojos. Sin duda, el mayor logro de Ives en la construcción narrativa de la obra se encuentra en su impecable capacidad de fundir dos líneas argumentales con un equilibrio admirable de tensión dramática provocando en ambas un estado de mórbida fascinación en el espectador quien desea con desesperación saber que sucederá en esa noche tormentosa entre la  actriz Vanda Jordan y el director Tomas Novachek, entre la maquiavélica Wanda von Dunayev y su esclavo por elección Severin von Kusiemski.

“Espero que no le molesten mis tacones sobre usted.”

Chorreando aun de la lluvia, una desparpajada actriz irrumpe con la fuerza de una tormenta al teatro donde durante un agotado director audicionó todo el día a mujeres con, según él, poca capacidad. Con una bolsa enorme de donde salen toda una multitud de elementos, muy a la Mary Poppins, y con un atuendo digno de una dominatriz, una aparentemente inofensiva mujer encarnará a la perfección el papel que el misógino director demanda, en un universo alternativo que desafía la realidad. Un texto de la complejidad que ostenta “La Piel de Venus” se beneficia enormemente de la sutil y elegante dirección que Angélica Rogel le imprime al montaje. Entremezclando lo onírico y mágico a través de pequeños guiños de iluminación o musicalización con lo mundano y común como un gel antibacterial en constante utilización, Rogel entiende a la perfección las dos obras que está montando, cada una con un ritmo, tono y actoralidad específica, imprimiéndole honestidad a ambas a través de un evidente trabajo de mesa y de ensayos. Sin duda, Angélica Rogel se levanta como una de las directoras más interesantes en el panorama escénico contemporáneo.

“Usted dice ser mi esclavo, pero sólo me manipula.”

Vulgar en su hablar, vestir y andar, exquisita y seductora con igual facilidad, Gabriela Zas realiza el mejor trabajo actoral de su carrera en “La Piel de Venus” al encarnar los papeles de Vanda y Wanda con igual veracidad y complejidad. Vestida a la usanza de 1870 o en latex, riendo como desquiciada o eróticamente mostrando su liguero, siendo frágil y vulnerable o feroz y salvaje, cada uno de los diferentes matices de los que se apropia Zas son más que acertados, sobre todo por los contrastes constantes que logra y las fracturas a las que se somete durante los rompimientos entre cada personaje. Es indiscutible que el verdadero deleite de aplaudir rabiosamente al final de este montaje es gracias a tan estupenda labor escénica. Sin embargo, resulta un tanto desconcertante que el reconocido actor Gerardo Trejoluna se limite a cumplir con el cometido actoral a la mano con buena manufactura ciertamente, pero en un trabajo contenido, libre de verdaderas reacciones orgánicas ya sea como el machista Tomás o como el sumiso Severin, hecho que realza e intensifican los logros alcanzados por su contraparte femenina a quien sencillamente no se deja de ver durante toda la puesta en escena.

“Y Dios hirió al hombre poniéndolo en manos de una mujer.”

Uno de los más grandes placeres en la profesión de un crítico teatral radica en la exquisita oportunidad de ver el crecimiento de una actriz sobre el escenario. Desde sus primero montajes, sus tropiezas y aciertos, pasando por obras muy desafortunadas y tomando riesgos bien calculados, Gabriela Zas es una historia de maduración y éxito que no es una casualidad sino claramente el resultado de trabajo, dedicación, talento y enormes ganas de triunfar. Mi más grande admiración, respeto y cariño a una actriz que dará mucho de que hablar en el futuro, porque ya lo está logrando en el presente.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: “La Piel de Venus”

DRAMATURGIA: David Ives

DIRECCIÓN: Angélica Rogel

ACTUAN: Gerardo Trejoluna y Gabriela Zas

DÓNDE: Teatro Benito Juárez

DIRECCIÓN: Villalongín 15, Colonia Cuauhtémoc.

CUÁNDO: Martes y Miércoles 20:00 hrs. Hasta el 14 de Marzo.

COSTO: $141 entrada general. Aplican descuentos. Boletos en taquilla y en www.redticket.com.mx

DURACIÓN: 110 minutos sin intermedio

DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking. Les recomendamos revisar el resto de su cartelera.

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