La familia ¿Refugio o campo de batalla? Entrevista con Sébastien Lange y Perla de la Rosa
La familia ¿Refugio o campo de batalla? Entrevista con Sébastien Lange y Perla de la Rosa
Jaime Rosales
La fiesta del dramaturgo italiano Spiro Scimone, programada para la Muestra Nacional de Teatro 2025, es una co-producción México-Francia, que recupera una tradición teatral, a la manera de Darío Fo y Carlo Goldoni, con raíces en el burlesco y la sátira política. Dirigida por Sébastien Lange, con las actuaciones de Perla de la Rosa (la madre), Daniel Andrés Rivera (el hijo) y el propio Lange (el padre), el montaje se nutre de esa línea irreverente que desmonta las formas de lo cotidiano para revelar sus tensiones más profundas.
En conversación conjunta, De la Rosa y Lange comparten cómo se aproximaron a la obra y de qué manera el texto, aparentemente simple, despliega una complejidad que exige tanto al director como a los actores una lectura distinta, casi a contracorriente.
Sébastien recuerda que no fue sino hasta que sugirió a los actores una lectura acelerada, cuando apareció todo el sabor de la pieza y la complejidad de su construcción: Es como ocurre con los textos bien escritos, no tienen fondo, están bien pensados y puedes profundizar hasta la eternidad porque siempre te entregan nuevas capas de sentido. Como sucede con Chéjov, uno puede pasar al lado de esta obra y parecerá muy cotidiana, trivial casi, como algo que ocurre en una lancha rusa en cualquier día de septiembre de 1800, pero no: está construida a partir de la palabra, casi como mini escenas de telenovela y con repeticiones muy sabias.
La ficción se teje alrededor de una madre que quiere celebrar 30 años de matrimonio a la manera de las familias tradicionales. El esposo y el hijo la invisibilizan; no obstante, la mamá los manipula para que sigan las pautas establecidas por ella. De la Rosa destaca el núcleo temático de la obra: habla de cómo el mundo exterior se cuela en la intimidad de las relaciones gobernadas por los códigos de la sociedad del espectáculo y esos valores familiares son expuestos por la obra al juicio del espectador. También desmonta la idea de la familia como refugio y resguardo de amor y todo ese cuento que nos dicen; aquí se muestra como el primer territorio de guerra que experimentamos desde la infancia. Se trata de un tema recurrente en el teatro del absurdo, en el que encontramos claves como la guerra de los sexos, la lucha por el poder y la política, porque donde hay más de uno, dice la actriz, empieza la política que es siempre una lucha por el poder. Es la misma situación que encontramos en Esperando a Godot de Samuel Beckett y en textos similares, en los que, si bien se plantea que no podemos vivir en soledad porque nadie se salva solo, el infierno siguen siendo los otros.
Sébastien comparte que la escenografía es una construcción muy frágil que da idea de algo que se puede caer en dos segundos; todo es muy frágil y precario. Los sentimientos humanos, la emoción, nuestras relaciones, la construcción imaginativa de la que habla Perla sobre el mito de la pareja y lo que nos vende la sociedad del espectáculo, todo se sostiene sobre una fragilidad y vulnerabilidad increíbles.
Los entrevistados coinciden en que se trata de una obra relevante para el público actual, en tanto aún persisten en nuestra sociedad este tipo de familias tradicionales, con un marido proveedor y una mujer sumisa, que trata de imponerse con con un doble juego. Es importante mostrar a los espectadores estas estructuras familiares y estos juegos perversos que se establecen en la intimidad de las familias y que seguramente van a poder identificar. Lo que ponemos sobre el escenario —remarca Perla de la Rosa— es la reflexión sobre esa vida familiar que no debiera ser dictada por los medios de comunicación y que tenemos que empezar a construir una armonía desde las familias, con respeto, porque lo que hoy tenemos es una codependencia que se nos ha enseñado que es amor, pero conduce a la destrucción.
Para la actriz —quien encabeza la Compañía Telón de Arena— La fiesta la condujo a descubrir su capacidad de juego y de improvisación, porque en cada función tiene hallazgos en lo irrepetible, porque nada está fijo. Reconoce que cada uno de los muchos directores con los que ha trabajado dejó una impronta en su trabajo como actriz, al punto que ha descubierto que su propia personalidad o las cosas que dice ya están marcadas por los personajes que ha interpretado a lo largo de su vida: A fin de cuentas y de cierta manera, me he convertido en un ser humano construido con los fragmentos de mis personajes en la ficción.
Telón de arena, explica De la Rosa, trabaja con directores invitados, como en el caso de Sébastien Lange, y cada uno de ellos propone sus procesos de trabajo. Actualmente dirigen ahí César Cabrera, Ana Posada, y han tenido directores como Alejandro González, de Colombia, José Manuel Blanco Gil, de Portugal, y Luis de Tavira, con lo cual, más que tener una sola línea o un solo tipo de teatro o de procesos, la Compañía está abierta a la diversidad y a las grandes posibilidades que esa apertura les puede otorgar.
Sébastien Lang, quien llegó a Ciudad Juárez para emprender un proyecto sobre Roberto Bolaño, dice que encontró allí personas con talento, inteligencia y capacidad de sobrevivencia en un medio que si bien comparte frontera con Estados Unidos no recibe los efectos positivos de aquel país. De la Rosa precisa que Juárez es la quinta economía de México y sin embargo es una de las pocas ciudades grandes de la república que no tiene escuelas de teatro, ni de artes plásticas, ni de danza. La de música inició hace apenas 12 años.
En esas condiciones de aridez, la actriz, directora y dramaturga define el trabajo de su Compañía como un “teatro de la urgencia”. Escribo sobre la realidad de Ciudad Juárez, dice al señalar que Telón de arena se ha colocado en el panorama nacional e internacional, porque ha prestado voz a temas muy graves como el feminicidio, el narcotráfico y la migración. En ellos dice haber encontrado la fuerza de su expresión como dramaturga. Durante mucho tiempo me acogí a otras voces, a otros directores, pero de pronto ya no me eran suficientes para contar todas las infamias que se viven en esta ciudad y en este país, y entonces radicalicé mi expresión política dentro del teatro, porque sostengo que todo teatro, aun el más banal, es político. Si bien admite que el escenario no es un púlpito para sermones, sí es una asamblea en la que el público acude a poner las cosas en escrutinio. El gran error, dice, es cuando asumes una moral política que te convierte en predicador. La dimensión artística es una dimensión de gran ambición y no podemos renunciar jamás a ella poniendo por delante el discurso político; este debe estar implicado en una poética.
A unas semanas de presentarse en la Muestra Nacional de Teatro organizada por el INBAL, los protagonistas de La fiesta asumen ese encuentro como una oportunidad única. Sébastien Lange lo cataloga como un evento formidable entre profesionales del teatro que tienen así la oportunidad de discutir, compartir riqueza y encontrar inspiración.
Perla de la Rosa lo mira como el título de la obra, como una fiesta que permite abrir ventanas y mirar otras experiencias, en un momento del país en el que se han cortado las posibilidades de intercambio: un grupo del programa México en escena no puede invitar a otro porque no hay recursos. La sequía en el panorama teatral va en aumento. Pareciera que las instancias de cultura fueron creadas para generar restricciones.
En Ciudad Juárez el teatro que podemos ver es muy escaso; tenemos pocas oportunidades de que vengan grupos de otras partes del país. La Muestra es una gran fiesta, un gran punto de encuentro y una enorme oportunidad, porque hay un gran gozo en mostrar lo que hacemos, pero también en apreciar lo que se hace en otros estados.




