KILL THE FUCKING BILL(S)

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Para quienes desean ser testigos de una venganza performática en la mejor tradición de Tarantino.

KILL THE FUCKING BILL(S)

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (RiAlCastillo)

“¿Te diviertes con tus gritos posdramáticos?”

Al igual que lo hiciera la novia tras sobrevivir a un balazo en la cabeza, Adriana Butoi está lista para cobrar venganza en contra de todos aquellos que la han diezmado a lo largo de los años. Sin embargo, a diferencia de la protagonista de la icónica película de Quentin Tarantino, Adriana no derramará la sangre de sus enemigos, no encajará un sable en las entrañas de quienes la hirieron, no aplicará una técnica milenaria de asesinato a partir de golpear con los dedos. No. En cambio, la actriz abrirá mesa de debate para dejar más que en claro cuáles son sus pesares, se desnudará en cuerpo y alma para dejar todo su ser ensangrentado sobre el escenario, gritará con toda su ira lo que está tan mal en el sistema. Todos sus enemigos son Bill, y todos habrán de caer ante la contundencia de su fuerza performática.

“Hoy acabo con la ansiedad de mi herida.”

Una catedra sobre plantas carnívoras, una pelea a machetazos contra un enemigo no presente, grabaciones reales de personas que han violentado a una pornógrafa egoica, que se ha desnudado por completo en el escenario antes de cubrirse en sangre menstrual creada con cátsup, y una feroz denuncia contra un sistema podrido desde adentro de ese mismo sistema. Todo esto sucede mientras que en la parte trasera del escenario se proyectan ciertas escenas claves de la película Kill Bill de Quentin Tarantino. Construida a partir de las exploraciones realizadas por la también protagonista y co-directora Adriana Butoi, el dramaturgx Anacarsis Ramos construye la pieza performática “Kill the Fucking Bill(s)”. Confrontativa con el espectador, más no siendo invasiva; violenta tanto en su contenido como en su discurso, pero todo permeado por un sarcástico humor negro que hace de la puesta en escena un grotesco deleite; cruda y salvaje, pero al mismo tiempo burlándose de sí misma, la obra es un evento escénico que conjunta dramaturgia, escenificación y performatividad en una misma línea armónica que lleva sus pretensiones hasta las últimas consecuencias, mismas que abren conversaciones muy necesarias en nuestra época, luego de provocar una ovación de pie imposible de detener.




“¿Te has bañado de tu sangre menstrual?”

Mientras el público entra al teatro, Adriana Butoi está sentada al frente del escenario, sonriendo, incluso saludando. En cuanto inicia la obra, la actriz comenta sobre algunos de problemas de salud, pero que eso no le impedirá hacer la obra, incluso prometiendo muchos saltos y moco tendido, pero todo a su tiempo, dejando ya en claro que a pesar de que todo lo que se dirá será muy en serio, todo también se debe observar con un toque de humor, ácido sin duda, pero humor, al fin y al cabo. Dentro de los muchos momentos en que se hacen paralelismos con la película de Tarantino, Butoi muestra su propia lista de 5 enemigos contra quien ejecutará su venganza. Los primeros en la lista son los directores de teatro, segundo son un grupo de mujeres cuyos nombres no se revelan, pero se dan ciertas pistas para quienes tengan la información necesaria, el tercero es toda Europa. A partir de este tercer elemento, Adriana explica lo que significa ser rumana dentro del universo europeo, que a pesar de ser una mujer blanca, europea, hay cientos de razones por las que el ser rumana no es lo mismo que ser de otras nacionalidades como francesa o española. Luego de tan potente discurso, la actriz canta y baila la muy famosa canción del 2003 Dragostea Din Tei en rumano del grupo O-Zone. La yuxtaposición entre la denuncia y el sarcasmo, entre una muy real ira y una auto-referencia meta-teatral capaz de burlarse de sí misma, el lenguaje cinematográfico y la performatividad de las artes escénicas, es lo que lleva a “Kill the Fucking Bill(s)” de lo que podría ser una dramaturgia discursiva, panfletaria o meramente quejumbrosa al terreno de lo verdaderamente innovador, disruptivo y contundente. La manera en que Anacarsis Ramos hilvana la historia de Adriana Butoi con la narrativa de la novia en su camino a encontrar a Bill, la forma en que inserta humor dentro de denuncias profundas como la manera en que el sistema teatral institucional se mantiene de pie bajo la explotación y humillación de los artistas, por ejemplo, son algunos de los muchos elementos que conjunta la dramaturgia para poder trascender exitosamente la palabra para llevarla a su traducción puramente escénica.

“Soy el arte menor de Europa.”

Luego de haber escrito con sangre la palabra BUTOPIA a lo largo de toda la pared blanca trasera de papel del escenario, Butoi la ataca con un machete para desaparecer a través de ella. Su voz se escucha por un par de minutos, la creadora cuestionando su propia obra. Momentos más tarde regresa desnuda, pero con una botarga de cartón de un ídolo azteca encima que le cubre la mayor parte del cuerpo, excepto los glúteos. A lo largo de toda la obra, se han proyectado diversos videos sobre las paredes, siendo lo más presente escenas de Kill Bill, específicamente el momento en el desierto en que la novia ve sus sueños destruidos y recibe una bala en la cabeza. En comunión armónica con la dramaturgia, la escenificación de “Kill the Fucking Bill(s)” a cargo de Anacarsis Ramos y Adriana Butoi es una amalgama entre lo grotesco, lo shockeante de lo performático, y lo ácidamente humorístico e irónico. Todo ello en unión elementos cinematográficos del universo de Tarantino. Esto se consigue gracias al sólido trabajo de un equipo creativo encabezado por Mauricio Ascencio en el diseño del dispositivo escénico, Karla Sánchez Kiwi en la realización del dispositivo multimedia, y en la musicalización y dispositivo sonoro de Eduardo Garcilazo y Roko Djokovic. Es así que Adriana puede transitar libremente de ser una conferencista seria frente a su escritorio, estar analizando de cerca plantas carnívoras en dos montículos de tierra distribuidos en el escenario, o tener una conversación con el personaje titular de la película que da origen a la puesta en escena a través de una ingeniosa manipulación de imágenes. Entrar al terreno del performance en 2023 sin ser reiterativo del pasado, sin pretender meramente violentar al espectador sin sentido, con una verdadera propuesta y discurso no es cosa fácil, y en este caso se logra de manera vertiginosa y deslumbrante.




“Hoy quiero verme ganar, aunque sea en la ficción.”

Para poder exponer sus dolencias desde un lugar de absoluta honestidad, Adriana Butoi se muestra al público desnuda, libre de todo artificio. Desde esa vulnerabilidad, la creadora escénica procede a cubrirse de un líquido rojizo en representación de sangre menstrual, para luego igualmetne llenar cada parte de su cuerpo en tierra. Convertida en una criatura feral, ella despotrica su rabia en contra de quienes la han vejado. Más tarde aparece en un vestido de novia y embarazada, ahora es una réplica de Uma Thurman, y tendrá toda una plática con Bill para después disertar sobre la maternidad. En un preciso entendimiento del performance, permitiendo dejarlo todo sobre el escenario, y dejando en claro que cuando hay verdad el actuar se convierte en el arte de la interpretación a partir de la fractura, Adriana Butoi encarna en toda la amplitud de la palabra al personaje de sí misma que ella ha creado para “Kll the Fucking Bill(s)”. Sin embargo, lo que lleva su trabajo histriónico a niveles aún más elevados es la capacidad de Butoi para verse a sí misma y reírse, burlarse de su propia performatividad posdramática, en un acto de candor como pocas veces se puede presenciar en el escenario. Es en esta capacidad de vulnerabilidad, furia y cinismo que Adriana demuestra su calidad como artista.

“You and I have unfinished business.”

Como alguien que pertenece a la comunidad teatral de este país, nada me resulta más doloroso que el momento en que Adriana Butoi declara con absoluta seguridad una verdad que muchos conocen y que nadie se atreve a verbalizar: los teatros públicos se sostienen a través de la explotación y humillación de los artistas. Es en ese punto que “Kill the Fucking Bill(s)” trasciende el camino personal que comparte la creadora y lo lleva al terreno de lo comunitario, a un tema que nos toca a todos como comunidad artística atender, atacar, y destruir tal y como la novia lo hizo con todos sus enemigos. Es hora de que todos como teatreros nos llenemos de sangre el cuerpo, que nos convirtamos en una planta carnívora dispuesta a devorar un sistema que sencillamente no está funcionando ni en pro de la cultura, ni de quienes dejan el alma entera sobre el escenario.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Kill the Fucking Bill(s)

DRAMATURGIA: Anacarsis Ramos a partir de los materiales de laboratorio de Adriana Butoi.

DIRECCIÓN: Adriana Butoi y Anacarsis Ramos.

ELENCO: Adriana Butoi

DÓNDE: Teatro El Galeón Abraham Oceransky, dentro del Centro Cultural del Bosque

DIRECCIÓN: Reforma y Campo Marte, detrás del Auditorio Nacional, Chapultepec.

DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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