FOTOGRAFÍA DE TRES MUCHACHAS
Para quienes desean conocer las historias de tres grandes actrices para quienes su edad y físico es motivo de celebración.
FOTOGRAFÍA DE TRES MUCHACHAS
“Cuando estoy en el escenario brillo muy cabrón.”
En un imaginario perfecto, Mónica está filmando una película con Almodóvar, Verónica contempla venados mientras dirige su escuela de artes, y Mahalat disfruta de releer las obras de Edward Albee mientras su chef privado le prepara un festín. En un mundo ideal, las varices no se tienen que cubrir, no se venden productos milagro para salir adelante con las cuentas, la corporalidad de una mujer no se discute para obtener un papel, el ser madre no está en conflicto con llegar a las grandes ligas. En franca rebelión a este sistema fallido, tres mujeres orgullosamente en sus cuarentas, tres actrices que se han más que ganado su lugar en el escenario, se plantan frente al público con el más puro propósito de celebrar eso que les llena de tanta felicidad: el teatro.
“Yo quería saber qué se sentía actuar.”
La inexplicable emoción de pisar un escenario por primera vez, la búsqueda de aprobación de mamá, la presión por aguitarrar un cuerpo femenino para darle la figura que la sociedad espera, la vergüenza que lleva a ocultar el cuerpo tras un incidente en un balneario. Construida a partir de sus propias historias, entremezclando memorias de sus carreras como actrices, y las dificultades que tal profesión conlleva, con recuerdos que las marcaron como mujeres, Verónica Olmedo, Mónica Jiménez y Mahalat Sánchez construyen “Fotografías de Tres Muchachas”. Cimentado en el biodrama, este trabajo escénico es una conmovedora, honesta y potente ventana que muestra tres recorridos que, aun cuando distintos en sus particularidades, se hermanan en los amores y pasiones compartidos, en sus frustraciones, en el gozo de vivir sobre el escenario.
“Los profesores me decían que yo iba para las grandes ligas.”
Verónica comparte una de las decisiones más difíciles que ha tenido que tomar en su vida, producto de dar a luz a su amado hijo; Mahalat relata lo que vivió al dejar Mexicali en busca de su sueño de ser actriz en la Ciudad de México, un camino plagado de cartas que poco a poco dejaron de llegar; Mónica explica frente a una fotografía de ella cuando bebé la manera en que desde entonces se le ha impuesto una forma de vestir, de verse, de ser, para poder encajar con estándares impuestos por los demás. A nivel construcción dramatúrgica, “Fotografía de Tres Muchachas” brilla de manera potente al momento en que permite que cada una de las protagonistas exprese sus vivencias de forma clara, directa, mirando a los ojos al espectador, libre de barreras y especialmente carente de toda ficción. Ciertamente, la primera escena, en la que las tres actrices crean una falsa ilusión de triunfo desmedido, es un deleite cómico en su casi ridícula exageración. Sin embargo, hacia el final de la narración, una escena en la que las tres se preparan dentro de un camerino se percibe más plástica, menos orgánica, producto de una necesidad de enfatizar una realidad que ya quedó más que establecida a partir de anécdotas mucho más enraizadas en la honestidad.
“¿Qué espero yo de mí?”
Una lluvia de bloques para construir de juguete caen sobre Verónica luego de que ella habla de la última vez que hizo teatro once años atrás; Mahalat se acuesta sobre un cajón gris al centro del escenario, piernas levantadas en escuadra, mientras que sus dos compañeras le pintan las piernas con marcador, para ejemplificar la manera en que las mujeres deben de entrar dentro de un canon estético donde las varices no son bienvenidas; mientras que Mónica explica todo lo que se espera de ella a nivel corporal como actriz, ella va pegando toda una serie de elementos sobre una fotografía de gran tamaño de ella como bebé, desde un moñito hasta fármacos. La dirección conjunta que realizan Ximena Sánchez de la Cruz y Mahalat Sánchez en “Fotografía de Tres Muchachas” carga de significado toda una serie de objetos desde una taza de café naranja hasta una máscara de carnaval de un elefante. Sin gran parafernalia escénica, apostando más por lo esencial en un escenario más limpio, enfocándose en la actoralidad, el montaje es capaz de crear imágenes poéticas como una serie de cartas que vuelan alrededor de Mahalat, un vestuario de época que representa las primeras veces que Verónica subió a escena, o unos meros lentes oscuros para demostrar cuan grandiosa diva podría Mónica llegar a ser en la entrega de los premios Goya.
“Esto es lo que hay, no hay más.”
Se escucha en el teatro un mensaje de voz que Mónica envió tiempo atrás con relación a sus deseos de convertirse en actriz. Ella, con la mirada al frente, sin moverse un milímetro de su lugar, se escucha a sí misma mientras que una lágrima se forma en sus ojos. Mónica no está interpretando un papel, está reviviendo sus recuerdos y reaccionando de manera real. Ya sea bailando con absoluta libertad al ritmo de Pump Up the Jam, o discutiendo lo que ha sido dejar la actuación en favor de ser madre, Verónica está mostrándose tal y como es, con sus fortalezas y debilidades. Mahalat, vestida en un vestido blanco con parte de sus cartas a Mexicali bordadas alrededor, y con hilos rojos colgando, rememora su relación con su madre, su necesidad de cumplir sus promesas, siendo una mujer vulnerable ante los ojos de los espectadores, una mujer que buscaba la aprobación de mamá. Es en la presencia de Verónica Olmedo, Mónica Jiménez y Mahalat Sánchez, siendo ellas mismas en su versión más altiva y egocéntrica, o en sus caras más frágiles, que “Fotografía de Tres Muchachas” cobra su verdadera valía y resonancia. Con arrugas en la cara, con algunas canas en el cabello, orgullosas de sus cuerpos y de sus edades, estas muchachas abren una conversación alrededor de estándares de belleza, la profesión de ser actriz, y las discriminaciones que han sufrido no desde ser víctimas, sino desde un punto sincero para debatir, cambiar paradigmas, y al mismo tiempo, gozar plenamente de su tiempo sobre el escenario.
“He decidido dejar atrás el mundo de las expectativas.”
Luego de una inmensa ola de ataques, memes y chistes malintencionados, todos ellos en torno a su aspecto físico, estado de salud o edad, Madonna lanzó su gira internacional de conciertos intitulada “The Celebration Tour” en Londres el pasado 14 de Octubre. A sus 65 años, la cantante femenina más exitosa en la historia demuestra no sólo su capacidad para presentar uno de los espectáculos en vivo más impactantes de toda su carrera, se muestra en completo control de su cuerpo, orgullosa de su edad, mostrándose sexy en ropa que sus detractores consideran ridícula para una mujer de su edad. Si fuera un hombre, esta conversación no se estaría teniendo. Madonna es una de las voces más fuertes hoy en día en torno al edadismo que sufre la mujer, no sólo en la industria del entretenimiento, en el mundo entero. Hoy, tres enormes talentos del teatro se suman a este discurso, con la frente en alto, con su talento por delante y una vida llena de éxito esperándolas.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Fotografía de Tres Muchachas
DRAMATURGIA Y ELENCO: Verónica Olmedo, Mónica Jiménez y Mahalat Sánchez.
DIRECCIÓN: Ximena Sánchez de la Cruz y Mahalat Sánchez.
DÓNDE: Sala CCB
DIRECCIÓN: Reforma y Campo Marte, detrás del Auditorio Nacional, Chapultepec.
DURACIÓN: 80 minutos sin intermedio.