EL PRINCIPITO PINTADO
Para quienes buscan una nueva manera de disfrutar uno de los clásicos infantiles más entrañables.
EL PRINCIPITO PINTADO
El libro infantil por antonomasia desde que tengo uso de razón. ¿A cuántos de nosotros no se nos impuso leerlo en la primaria, y cuántos realmente encuentran placer en hacerlo? Un libro que se lee alrededor de los 10 años de edad y es una franca invitación a no agarrar otro libro por encomienda escolar. Por el contrario, acercarse a “El Principito” por medio del escenario brinda al espectador la posibilidad de enamorarse de su tan entrañable personaje principal y de sorprenderse de la cantidad de significados y enseñanzas ocultas en la obra de Antoine de Saint-Exupéry. Esta magia, este encariñamiento, es exactamente lo que sucede con la propuesta que realiza en escena “El Principito Pintado”.
Tres aviadores, que fungirán como los narradores principales y con quien el Principito tendrá interacción continua, nos llevan de la mano por este montaje que conjunta muchos elementos que podrían considerarse ajenos al teatro, como lo es un retroproyector de acetatos, pero que juegan un papel principal dentro de la narración, trayendo a la vida aquellas secuencias fantásticas o inverosímiles que con hábiles manos, dibujos, sombras, sonidos, instrumentos musicales, videocámaras y proyecciones nos sumergen en ese mundo de planetas, rosas, estrellas, reyes, un zorro y el desierto.
La dirección de Arnaud Charpentier, así como la música original de Jerónimo Zoe Serna, logran crear una propuesta novedosa y atractiva para que las nuevas generaciones aprecien y conozcan, a partir de un espectáculo multimedia, una historia que plantea de principio a fin la temática principal de la pugna entre la infancia y la madurez. Basada en la obra de Sanit-Exupéry, se retoman algunos diálogos clave para ir descubriendo al personaje de “El Principito Pintado” a través de la sabiduría que envuelven sus palabras y su concepción de vida.
Francia Castañeda, Olivier Dautais y Armando Charpentier dan vida a los aviadores, entre otros personajes, conforme evoluciona la obra. Pero lo sorprendente no sólo radica en sus habilidades histriónicas, sino en un paquete completo de entretenimiento, tocando instrumentos musicales de cuerda, viento y electrónicos, cantando y sobre todo manejando los dispositivos multimedia para ir en sincronía con la historia. Resalta en particular la habilidad plástica de Olivier Dautais quien con gran destreza plasma, mediante pincel y tinta, paisajes hechos a mano los cuales son retroproyectados en la pantalla principal del escenario de manera tan efímera como el momento mismo. El personaje de el Principito lo alterna Mateo Vázquez Cruz con Timothée Calabrese, éste último fue a quien me tocó ver, pequeñuelo que le da su toque personal e inocente, justo lo que el personaje requiere.
“Somos responsables de aquello que domesticamos.”Una vez que comienza el viaje por el universo de “El Principito Pintado” nos encontramos inmersos en un mundo de sonidos, imágenes, colores y emociones que los niños, en su condición pura e inocente, disfrutarán al por mayor. Nosotros, los adultos, podremos contemplar desde la comodidad de nuestros asientos cómo la vida madura, con sus obligaciones y consabidas responsabilidades, genera vicios que se irán apoderando de nuestras vidas: el deseo de poder, la insaciable sed de acumular en los negocios, la desconexión que el alcohol genera o la falsa satisfacción que la vanidad brinda. ¿Qué personaje nos representa mejor en nuestro momento actual? ¿Nos han domesticado? ¿Hemos domesticado a alguien? ¿O simplemente somos pasajeros sin rumbo? Adentrarse con “El Principito Pintado” nos dará un vistazo a la pureza, inocencia, lealtad, amistad e idealismo con el que fue concebido. Un pequeño mundo de amor para nuestra cotidianeidad.
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