EL LOCO Y LA CAMISA
Para quienes quieren reír a carcajadas con una familia disfuncional donde el más loco es el que tiene la razón.
EL LOCO Y LA CAMISA
Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
“Te quiero pedir que si cuando él viene, tú te puedes meter a tu cuarto.”
Todo debe de salir perfecto esta noche ya que hoy el novio de María va a conocer a sus papás. Es por eso que hay que cuidar ciertos detalles como que las botellas de las bebidas no estén sobre la mesa sino en jarras y que el menú de la cena sea el adecuado. Esta noche no es el momento adecuado para discutir de camisas manchadas, de viejecillas empobrecidas con casas en Interlomas o de cualquier otra cosa que pueda incomodar al invitado de honor que ha tenido que manejar desde muy lejos para llegar a esta, su humilde casa. Pero por encima de todo hay que estar seguros de que Betito se quede en su cuarto, que no salgo por ningún motivo, pues si su novio lo llega a conocer toda la verdad podría salir a flote y un aparentemente maravilloso futuro a lado de un hombre “perfecto” se podría venir abajo.
“¿Tengo que venir a disparar para generar una plática familiar?”
La disfunción familiar, las mentiras que mantienen unido a un matrimonio y a una familia entera, la verdad que se esconde detrás de la locura y la ceguera voluntaria ante lo que es más que evidente son algunos de los temas que trata con lujo de humor negro “El Loco y la Camisa” del dramaturgo argentino Nelson Valente. Una cena familiar donde la hija de José y Matilde les va a presentar a Mariano, su novio, se convierte en una experiencia hilarante y a la vez profundamente incómoda a partir de la presencia de Beto, el hermano menor de María, quien padece un indefinido trastorno mental que pudiera parecerse al autismo o al síndrome de Asperger, sobre todo por su inhabilidad de decir otra cosa que no sea la verdad, tal y como él la percibe. El resultado de esto es una comedia sumamente inteligente pero profundamente perturbadora al conseguir que el público se ría constantemente a carcajadas de los enfrentamientos que Beto provoca con sus palabras, hasta el momento en que se llega a un punto de quiebre donde la verdad deja de ser chistosa para convertirse en un trago muy, muy amargo.
“Veo mi casa a través de tus ojos y no me gusta.”
Posiblemente el mayor logro a nivel dramatúrgico en “El Loco y la Camisa” se encuentra en el realismo con que Valente ha construido a sus personajes. El tono casi costumbrista con que se presenta a José y Matilde, el típico matrimonio cansado después de años de estar casados, se contrasta con el ingenio con que Beto se presenta, brindando un toque absurdista a la obra, entre pretender ser Spiderman o El Zorro y vociferar la primera insensatez que se le venga a la cabeza. Este tipo de contrastes consigue aún mejores resultados con la presencia de María, la hija ambiciosa y desesperada por alcanzar una vida mejor, y de Mariano, el pretencioso novio que está soportando un verdadero martirio por el simple hecho de estar en una morada tan por debajo de él. Esta mezcla de personalidades incompatibles, reunidas para una civilizada cena familiar, consigue que se hilvane una trampa de la cual resulta imposible escapar, de donde nadie saldrá ileso y donde el espectador se impactará con la misma fuerza con la que no parará de reír.
“¿Qué hace la camisa de mi papá manchada de labial?”
El montaje de “El Loco y la Camisa” requiere de una dirección precisa y medida ya que un descuido en el tono cómico o un decaimiento en el ritmo podrían resultar catastróficos dada la compleja naturaleza del texto mismo. El trabajo de Sebastián Sánchez Amunátegui, quien ha demostrado su habilidad como director de comedias de humor negro en trabajos anteriores como “La Lechuga” (crítica en entretenia.com), es exitoso sobre todo en la manera en que logra provocar, divertir e incomodar al fortalecer tanto la comedia como el dramatismo inherente dentro del texto sin jamás caer en la farsa o el melodrama. Aunado a esto, se suma un trazo escénico que aprovecha al máximo el espacio disponible y la máxima explotación del talento histriónico presente en la gran mayoría del elenco, para el desarrollo de los personajes.
“¡Matilde, no me dejes solo que estamos peleando!»
Nada de esto sería posible sin la presencia de grandes actores sobre el escenario ya que “El Loco y la Camisa” es una obra que exige de interpretaciones precisas, contundentes y muy bien cuidadas en todo momento. El aletargamiento y fastidio de un matrimonio agotado, donde creer mentiras o simplemente el ignorarse resulta más conveniente a enfrentar lo evidente, es magníficamente mostrado por Marcos García y Mercedes Olea en los papeles de los padres de familia de tan disfuncional familia, cada uno de ellos adicionalmente aportando características propias a sus personajes que los convierten en memorables. El simple hecho de que cuando uno miente descaradamente la otra pretende creerle, es una de las más poderosas razones por la cual la obra hipnotiza y mantiene al espectador encantado pero a la vez asqueado por tanto cinismo o hipocresía. Dentro de este mismo juego de apariencias, Sonia Couoh y Manuel Balbi se encargan de la contraparte joven de la historia, destacando la labor de Balbi, quien claramente ha evolucionado y madurado como actor desde el primer montaje, aportando verdad escénica a su interpretación. En el momento en que Couoh se aleje de las apariencias para realmente vulnerarse y dejarse llevar por el personaje con absoluta honestidad, el elenco del montaje será impecable.
“Cuando te quites la careta salgo a pasear contigo.”
Una vez establecido esto, quien verdaderamente deslumbra en “El Loco y la Camisa” es Ignacio Riva Palacio como Beto, el desquiciado loco al que se refiere el título. Desde los diferentes manierismos y manías físicas que despliega en su caminar, su forma de mover los dedos o incluso de parpadear hasta la ferocidad con la que suelta la absoluta verdad a su familia sin ningún tipo de docilidad, teniendo momentos hilarantes en medio en un despliegue de timing cómico admirable en la entrega de sus parlamentos, la labor escénica de Riva Palacio es precisa en todo momento, prueba absoluta de un talento sin igual en actores de su generación. Mis respetos absolutos a este gran actor por su entrega, compromiso y capacidad en interpretar a un loco que se gana a pulso una ovación al término de la función.
“El mundo está lleno de cosas lindas pero no interesantes.”
Desde niños nos enseña a sentirnos orgullosos de la familia que tenemos, pero todos tenemos algún familiar incómodo del que nos sentimos avergonzados. Yo confieso que hay ciertos miembros de mi familia que prefiero no presentar ya sea por su alcoholismo, su mitomanía o simplemente por su falta de refinamiento. No es algo de lo que me siento orgulloso, de hecho me da mucha pena reconocerlo. Sin embargo, también sé que para muchos miembros de mi familia yo soy el loco, aquel a quien prefieren no invitar en sus reuniones con amigos. Supongo en la medida en que podamos reconocer nuestras virtudes y defectos, manías y excentricidades, es que podremos vernos como una verdadera familia, conformada por nada más y nada menos que simples seres humanos.
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DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “El Loco y la Camisa”
DRAMATURGIA: Nelson Valente
DIRECCIÓN: Sebastián Sánchez Amunátegui
ACTÚAN: Mercedes Olea, Marcos García, Ignacio Riva Palacio, Sonia Couoh, Manuel Balbi, José Ramón Berganza y Bernardo Benitez (alternan funciones).
DÓNDE: Foro Shakespeare.
DIRECCIÓN: Zamora 7, Colonia Condesa. A dos cuadras de Metro Chapultepec.
CUÁNDO: Viernes 20:30 hrs.
COSTO: $300 entrada general. Boletos en taquilla y ticketmaster.
DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.