DÍAS Y FLORES
Un retrato de familia en el bello Alvarado, Veracruz, tiene un rostro desaparecido.
DÍAS Y FLORES
El olor a incienso asalta el olfato al entrar al Foro de Arte y Cultura de Guadalajara. Sobre el escenario, hojas de colores desperdigadas se convierten en un jardín colgante en la parte trasera del espacio luego de que la voz de una niña invita a todos los asistentes a dibujar con crayones la más bella de las flores. En menos de cinco minutos, y sin que la protagonista del monólogo haya entrado a escena, la puesta en escena ha convertido a los asistentes en cómplices de la puesta, son ahora parte de los Uscanga, una familia que alguna vez olía a gerberas y sabía a cacahuatazo y que desde el otoño de 2015 se oscureció por una ausencia imposible de sanar.
La última vez que Pita Zapot, dramaturga, directora, coreógrafa e interprete de “Días y Flores”, compartió tiempo y creó recuerdos con su hermano Eiger fue durante las fiestas patronales de octubre en Alvarado, Veracruz de donde su familia es originaria. Luego de esta ocasión, en la que toda la familia estuvo junta para disfrutar de grandes comilonas, bailar, reír, y disfrutar de la Mojiganga o de las Cabalagatas, Eiger desapareció sin dejar rastro al igual que tantos y tanto en este país donde la justicia pareciera ser una utopía.
A partir de este doloroso evento, e inspirada por la canción Días y Flores de Silvio Rodríguez, Zapot desarrolla un espectáculo unipersonal multidisciplinario donde la danza y el teatro hermanan sus lenguajes para dar cuenta de una tragedia, no sin antes crear un vívido retrato de la vida en Alvarado, de su relación de familia, particularmente con su padre, y reconocer las distancias que separan a quienes se aman. Desde el primer encuentro con Eiger, en el interior de un Renault 1978, hasta las estrictas reglas que su madre ponía durante una comida familiar, pasando por toda una explicación sobre las diferentes festividades de octubre, Zapot desarrolla varias líneas argumentales que no necesariamente son conducentes a la desaparición de su hermano, más pretenden crear un amplio panorama de la vida en la que crecieron ella y quien hoy aún no se encuentra.
Luego de conocerse, Eiger y Pita juegan. En la parte trasera del escenario se proyecta un cielo azul paradisiaco, y el espacio se llena de humo de hielo seco creando nubes en la que los niños juegan al avión, o con un trompo. Estos juegos Pita Zapot los muestra en escena sin palabra alguna, usando el lenguaje de la danza, del ballet, y su emotividad corporal para ser una niña encantada de recién encontrarse con su medio hermano. La escena es lúdica, al mismo tiempo que los elementos utilizados son preciso para recrear esta memoria. La escenificación de “Días y Flores” consigue a momentos ser evocativa, como en la escena arriba descrita. En otros, la propuesta resulta ilustrativa, como al proyectar una foto de un guisado con camarones o de un dibujo que remite a Van Gogh para representar viento de manera que no aporta a la escena. De igual manera, el integrar al público con la dinámica inicial de dibujar flores, o al subir a varios asistentes para representar a la familia consigue una compenetración con la narrativa, sin duda, más no suma a la premisa final, a la denuncia en rabia que se alza en contra de la desaparición, no sólo de Eiger, sino de miles a lo largo de años.
El padre de Pita tuvo varios hijos con diferentes mujeres. Cuando era posible, al señor le gustaba juntarlos a todos en el Café Los Molinos de Alvarado donde los veía con una mano en la mejilla, gesto de absoluta felicidad. Luego de relatar esto, Pita Zapot es iluminada por una luz cálida mientras que realiza una danza que simboliza este enorme gozo de su padre al tener a su familia reunida. Más adelante, luego de compartir la terrible noticia de la desaparición de Eiger, Zapot comienza una coreografía que da cuenta de los posibles violentos escenarios que podrían haber acabado con su hermano. Durante esta escena, su largo cabello rizado se convierte en una capucha que le cubre la cara, o es jalado con violencia hacia atrás mientras trata de seguir con vida. Ya sea demostrando con su cuerpo el conflicto de separarse de su familia para seguir con su vida adulta, o preguntando a los asistentes si no han visto a su hermano con la cara desencajada, la honestidad emocional con la que opera Pita Zapot va de la mano de la precisión corporal que maneja para maximizar su expresividad. Es en este punto donde “Días y Flores” encuentra su mayor fuerza escénica.
La urgencia de seguir hablando de los desaparecidos, cáncer que derrumba a familias a diario en México, no puede ser enfatizada lo suficiente. Tenemos que seguir nombrándolos, recordarlos y levantar la voz en contra de un sistema que pareciera no sólo no poder resolver tan nefando problema, sino que parece ser cómplice actante. Eiger no ha llegado a casa, y mientras no se sepa de su paradero, digamos como Silvio Rodríguez la rabia dame o te hago la guerra.
“Días y Flores”, de la compañía Ingrávita Escénica, y representante del estado de Baja California, se presentó en el Foro de Arte y Cultura el viernes 11 de 2023 dentro de la 43 Muestra Nacional de Teatro en la ciudad de Jalisco, Guadalajara.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Días y Flores
DRAMATURGIA, DIRECCIÓN, COREOGRAFÍA E INTERPRETACIÓN: Pita Zapot
DÓNDE: Foro de Arte y Cultura
DURACIÓN: 55 minutos.