DESPLAZANDO EL CENTRO DE LO TEATRAL

Por  |  0 Comentarios
COMPARTE!




Desplazando el centro de lo teatral

Por Alejandra Serrano
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas y Gloria Minauro

 

En la inauguración y el segundo día de la MNT lo que presenciamos fueron teatralidades diversas y con temáticas distintas, pero con el centro en la relación convencional del espectador con el espectáculo y con en el relato como eje principal. En este tercer día, todas la obras presentadas desplazan ese centro: Empezando con Canciones para roncar del Colectivo Teatro en Espiral de Baja California bajo la dirección de Michelle Guerra que es un espectáculo escénico para primeras infancias entre 0 y 3 años, donde el relato no forma parte del encuentro con su público. Luego Celsa del En el Surco de Coahuila con la dirección de Martha Chávez es un recorrido por estaciones con diferentes relatos que hacen un caleidoscopio. Posteriormente se presentó Siempre estoy. ¿Se puede extrañar a alguien que no conoces? de la Colectiva Ramas y Raíces en colaboración con Teatro desde la grieta y Arde el silencio, todos de Aguascalientes con la dirección de Bruno Ruiz y Luis Rodríguez una pieza de teatro documental y biodrama; para finalmente cerrar con La cantata de Matthew Shepard del grupo Fugaz de Yucatán con la dirección de Randía Escalante y Luis Ramírez sobre un texto de José Ramón Enríquez, que aparentemente mantenía un formato teatral tradicional, pero que conforme avanza la obra también desplaza el centro antes mencionado. Como se puede observar, una a amplia programación.

Y mientras todas las anteriores sucedían, se presentaba en la Plaza de Armas las seis estaciones de cajas de Teatro Lambe-lambe que componen Seis lenguas, seis mundos de Ars-Vita Títeres de Hidalgo con la dirección de Jorge Vega, yo solo pude ver dos cajas, la náhuatl que era un poema y la Hñähñu sobre el origen del maíz. Un trabajo muy cuidado desde la selección de las lenguas que abordan, mostrando patrones típicos de bordados y comentando ampliamente sobre cada uno de los textos seleccionados. Nos recuerda que en efecto, cada lengua es una forma de construir el mundo y que en México, no solo existe el mundo construido en español.




De las puestas en escena solo pude acudir a Celsa y La cantata de Matthew Shepard (las otras le tocan a Entretenia Ja ). Ambas se centran en crueles asesinatos de odio, Celsa en feminicidios, La cantata en un homicidio por homofobia y en ambos casos, se cuida la no revictimización y la distancia de la audiencia con el acto violento en sí mismo, aunque la violencia este presente y la reconozcamos.

Celsa

El escenario es la Casa Cantera, separados en grupos recorrimos cuatro estaciones dentro de la casa, en tres de ellas una persona nos contaba una historia de familia, una estación extra estaba dedicada a una instalación sonora que contaba fragmentos de lo que acabábamos de ver pero de otras funciones, que claramente se desarrollaron en zoom durante la pandemia. También se hablaba del proceso de la obra y de la pandemia, todos los audios se entrecruzaba y estaban sin un orden aparente, pero era posible seguirlo e ir armando el rompecabezas con las piezas que nos daban y terminaba siendo también un recuento de lo que el teatro intentó en la pandemia.

Uno de los principales atractivos como espectadora fue que no explicaban la relación directa con nada, pero claramente todo se entrecruzaba. El nombre que da título a la obra, Celsa, es la bisabuela de la directora de este proyecto quien murió quemada viva por Pancho Villa, en otra de las estaciones, un joven cuenta la relación de su abuelo con Pancho Villa y su respeto y admiración profunda a él y Mafer Medina nos habla del feminicidio de la madre de su mejor amiga. Luego nos conducen a pie desde la Casa de Cantera hasta el Memorial de los desaparecidos en Coahuila que está en un parque, a lado de una fuente. Un lugar amable para posar el nombre de quienes aún no reciben justicia y ahí nos compartieron una gordita que comimos en silencio.

La cantata de Matthew Shepard

Inicia simplemente con voces a capella, se añade un baile y un detrás de los telones, apenas un fragmento de una pantalla con un video. La música, el canto y el video son los principales elementos que juegan en la obra. Pronto la música y el canto surgen desde diferentes puntos de la sala del hermoso Teatro Isauro Martínez, nos envuelve, mientras un joven en escena batalla con sus deseos sabiendo que el peligro acecha. Los personaje del video aparecen en escena, son los asesinos del joven, una especie de pastor canta alabanzas a los asesinos y los exime de sus culpas pues “el joven sodomita se lo busco”. El asesinato que narran ocurrió el 1998, fue brutal y pocas consecuencias hubieron para los asesinos, hacia el final de la obra proyectan imágenes de las noticias que reportaron el suceso y a diferencia de lo que escuchamos en buena parte de la obra, es decir el señalamiento moral por ser homosexual, se desvanece en la selección de noticias del director, se enfocan en el terrible asesinato, en lo brutal del hecho, en el dolor de la familia y en especial en la madre, quien clama a otros padres que siempre les digan a sus hijos que los aman, pues por sobre todo el dolor le queda el consuelo que esas fueron las últimas palabras para con su hijo, este pequeño hecho sobrepone toda la homofobia desplegada, claro como crítica, pero las palabras llevan su peso y se siente desde la butaca, pero que aligera la aceptación de la madre. Finalmente, no solo es un asunto de derechos, también se aceptación amorosa. Nunca tolerancia.

Búscanos en Facebook e Instagram como Entretenia
Twitter: @Entretenia
COMPARTE!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *