CABARET PÁNICO
CABARET PÁNICO
Una golpiza sin piedad es tan común en este lugar como la desesperación de no poder atender a un nacimiento o a un funeral. Las ilusiones se reprimen, se ahogan entre el arrepentimiento de los errores cometidos en el pasado, la miseria que es el presente y la incertidumbre que representa el futuro. En este fuertemente vigilado lugar, donde la máxima autoridad es un payaso, se le reza a falsos dioses fálicos, se cantan canciones del Divo de Juárez y cada quien se encarga de poder sobrellevar aunque sea el siguiente día. Sin embargo, también se conoce la esperanza, se sabe el enorme valor de ser agradecido, se hacen amigos y se crean nuevos sueños de algún día poder saltar al vacío con absoluta libertad, poder estirar los brazos y sencillamente volar.
El teatro siempre ha sido una vía de comunicación artística que permite al ser humano expresar sus inquietudes, anhelos, ideas, deseos y todo aquello que pueda existir dentro de su mente o alma. A partir de este punto tan sencillo es que la Compañía de Teatro de la Penitenciaria del Distrito Federal ha creado el espectáculo “Cabaret Pánico” inspirándose en textos de Alejandro Jodorowsky así como en las vivencias personales que cada uno de los reclusos que forman parte del elenco ha vivido al ser parte de la comunidad que habita en Santa Martha Acatitla.
Este montaje de alto impacto es una realidad gracias al enorme esfuerzo que se lleva realizando desde hace cinco años por parte del Foro Shakespeare y su directora Itari Marta, dentro del proyecto de Impacto Social. Esta iniciativa busca dignificar las condiciones de vida que se viven dentro de esta penitenciara tan cerca y al mismo tiempo tan aislada de la nuestra, crear un cambio, una catarsis en los internos, algo que modifique su visión hacia algo constructivo y positivo que genere nuevas fuentes de trabajo acercando a estas personas hacia una verdadera rehabilitación y, primordialmente, construir un puente de comunicación real que vincule estos dos mundos, el del ciudadano libre y el del recluso. De esta manera, quizás, se logre establecer un verdadero camino que devuelva el carácter de humano a quien tan duramente escogemos encerrar, arrojar la llave y olvidar.
Aprovechando al máximo el espacio disponible dentro del Teatro Juan Pablo de Tavira, Itari Marta, la directora de “Cabaret Pánico”, hace uso de toda una serie de recursos teatrales para llevar al público por el camino que claramente se quiere tomar. Al situar al espectador lejos del escenario, pero a meros centímetros de los actores, Marta consigue crear una atmósfera de intimidad profunda, de violencia incómoda o hasta de cierta complicidad a medida que transcurre la función y los tonos van cambiando, eso sí, con un ritmo bien medido. Una pasarela es testigo de un acto de violencia para minutos después convertirse en un escenario donde un hombre se transforma mientras canta lleno de sensibilidad. Ahora estamos frente a una cancha de tenis, ahora viendo nuestro propio reflejo en un muy amargo espejo. Itari Marta lleva al espectador por toda una vorágine de emociones, que culmina en un salto al vacío que lo deja a uno helado, con la garganta cerrada y los ojos humedecidos ante la muy terrible y verdaderamente hermosa escena que se acaba de presenciar.
Nada de esto se podría conseguir sin la absoluta compenetración de cada uno de los integrantes de la Compañía de la Penitenciaria del Distrito Federal, quienes, resulta evidente, se han entregado al proyecto y a la visión de la directora con pasión, fe y mucho amor. Cada actor realiza su papel a lo mejor de sus posibilidades, muchos de ellos con resultados verdaderamente sorprendentes, sobre todo si se considera que la construcción de “Cabaret Pánico” es a partir de las vivencias de los reclusos. Este montaje remite directamente a “El Juego que Todos Jugamos”, uno de los montajes más emblemáticos de Jodorowsky, ya que no sería posible su existencia a menos de que cada actor deje un pedacito de su alma en el escenario. Lo que estos reclusos/actores están dejando en el escenario es mucho más que un pedacito, no sólo de su alma sino de su corazón, su esencia misma, la cual nos la están entregando con toda generosidad y en aras de hacer gran teatro.
“Cabaret Pánico” es la segunda propuesta escénica que tengo la fortuna de ver en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, tras haber aplaudido “Ricardo III, Versión 0.3”. Ambos trabajos, sumamente diferentes entre sí, demuestran la capacidad transformadora del teatro. Transforma a quienes realizan el montaje, llevándolos a estar mucho más en contacto con sus sentimientos, ampliando su capacidad artística, abriendo sus sensibilidades a un mundo que posiblemente nunca hubieran imaginado podría existir en su realidad. También transforma a todo espectador que vive la experiencia, no sólo por haber ido a ver una obra en la cárcel, eso es lo menos importante, sino por tener la fortuna de atestiguar lo que las artes son capaces de lograr cuando recordamos que todos somos humanos merecedores de respeto, compasión y dignidad. Este humilde crítico ha vivido la experiencia dos veces y no puedo evitar derramar una lágrima cargada de toda una serie de sentimientos al recordar con dulzura y profunda tristeza a un hombre volando por los cielos en espera de ser salvado por sus compañeros, con un grito de libertad en los labios.
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DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
CÓMO: Reservación previa 8 días antes por correo a teatroyprision@foroshakespeare.com, en taquilla del foro y al teléfono 5553-4642.
Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.