ABRASADOS
Para quienes entienden que un beso jamás es nada más un beso.
ABRASADOS
Un beso. Lo que pasó fue un beso, nada más. Jonathan y Latifa se besaron en el patio de la escuela, eso es lo único que sucedió. Lo que vieron los demás es otra historia. Todos fueron testigos del mismo hecho pero una marejada de reacciones distintas es lo que provocó. Asco en unos, ternura en otros; algunos se confundieron y otros se escandalizaron; la vieja octogenaria que ve todo desde su ventana los bendice mientras que los padres condenan el hecho. Un beso encierra todo lo bello que puede ser el mundo o mostrar lo podrido en cada uno de nosotros.
“No me gustan los enamorados.”El dramaturgo francés Luc Tartar consigue una hermosa, lúdica y poética obra en “Abrasados”. Muy diferente al último montaje que vimos de este autor en México con “Los Ojos de Ana” (crítica en www.entretenia.com), donde la angustia juvenil causada por el bullying es reflejada a través de una familia disfuncional, “Abrasados” lleva al espectador a ser testigo de una vorágine de emociones provocadas por una simple demostración de afecto, de amor. Esto no es una crítica social hacia la hipocresía en la que vivimos o una denuncia a la censura emocional. Lo que Tartar ha creado es un espejo que será tan bello o tan horrendo como lo que cada uno trae dentro de sí.
“Jonathan ama a Latifa, ¿y yo qué?”Encuentro dos temáticas recurrentes en el trabajo de Hugo Arrevillaga. Por un lado están sus obras donde el dolor y la angustia, comúnmente provocados por la pérdida o el peso del pasado, llevan a sus personajes a situaciones límite. “Incendios”, “Bosques”, “Antes te Gustaba la Lluvia” y “Aquí y Ahora” son claros ejemplos de ello. Por el otro lado se encuentran sus obras sobre la angustia juvenil, el peso de la adolescencia y la enorme necesidad de sentir en un mundo que se siente vacío. En esta categoría pondría a “Estrellas”, “Sedientos” y ahora a “Abrasados”.
“El amor siempre abre una grieta en lo cotidiano.”Presentada al aire libre, en un escenario circular, con únicamente cuatro bancos de madera como utilería, Mahoalli Nassourou, Isabel Toledo, Ángel Luna y Leonardo Zamudio se encargan de llevar la visión de Arrevillaga a la escena con un ritmo verdaderamente frenético que podría resultar desconcertante a muchos asistentes, pero que logra reflejar atinadamente la marejada de emociones que este simple beso ha provocado en toda una comunidad. Encuentro especialmente interesante el vestuario diseñado por Lissete Barrios que denota una atemporalidad donde el acto podría haber sucedido hace dos días o hace cuatro décadas, y donde los personajes mezclan elementos infantiles con aquellos que remiten a personas de mucha mayor edad.
“Imagínense cuantos besos no he visto.”Aun cuando el trabajo de los cuatro actores es interesante, destaco la labor realizada por Leonardo Zamudio y Mahoalli Nassourou quienes consiguen transmitir de manera más contundente los demonios internos que habitan en aquellos que vieron ese beso. Especialmente aplaudo a Mahoalli quien logró crearme imágenes vívidas de una anciana buscando que los jóvenes vivan y disfruten lo que ella ya no puede hacer. Una vez más, Hugo Arrevillaga saca lo mejor de los actores con quienes colabora, denotando un trabajo profundo de análisis tanto de texto como de personajes.
“Escapémonos de quienes ya no reclaman nada, porque ya pasó su momento.”Entiendo perfectamente lo que un beso puede provocar en los demás. Muchas veces en mi vida el tan sólo tomar de la mano a la persona que amo en la calle ha provocado asco y ataques de los demás sobre mí. El amor, cualquier tipo de amor, es prueba absoluta y contundente de que existimos en este planeta para algo más que meramente respirar. “Abrasados” es arte, es hermosa, igual que un dulce beso en los labios de esa persona que no puede evitar sonreír al momento de estar a tu lado.
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