LA SANGRE ROTA

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LA SANGRE ROTA

Lo sórdido del deseo y la represión de la naturaleza.

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Cortesía de la MNT

 

El interior de un baño en algún sórdido bar. En sus paredes, dos urinales, un lavabo, toda una colección de frases vulgares y muchos dibujos de genitales. Desde el techo, varias espadas penden sobre los mingitorios haciendo las veces de campanas tubulares, de la mítica espada de Damocles, símbolos fálicos a punto de ensartar a su siguiente víctima. Es en el marco de este inframundo, uno donde los encuentros anónimos entre hombres son sumamente comunes, se desarrolla “La Sangre Rota”. Este es un montaje escrito y dirigido por Saeed Pezeshki, uno donde es la corporalidad mas que el lenguaje el que explora el universo del deseo, la culpabilidad, las preferencias, los roles socialmente aceptables y la identidad, que sucederá un suceso dancístico-performático teatral de bella manufactura y controversial lectura.




Tomando como base Viaje a la Luna y Suicidio en Alejandría de Federico García Lorca, de los cuales se desprenden los pocos diálogos que conforman la obra y una ilustrativa introducción, “La Sangre Rota” emprende una exploración al mundo del llamado cruising donde un hombre que no acepta la naturaleza de sus desea se ve cara a cara con quien puede satisfacerlos.

Un joven de cabello teñido de rubio platinad espera en el baño a que aparezca su siguiente conquista. Quien llega es un hombre urgido por lavarse las manos en el sucio lavabo. Su desesperación por quitarse cualquier traza de suciedad remite de inmediato a Lady Macbeth de la tragedia de Shakespeare. Quien ha entrado es un personaje trágico, uno que luchará desesperadamente entre su deseo y su educación, entre sus anhelos más reprimidos que gritan por salir a la luz y tocar carne erecta y una sociedad que dicta que los hombres tienen que estar con una mujer.




“La Sangre Rota” es un montaje que fusiona el combate escénico con elementos de danza contemporánea, amalgamando el lenguaje corporal en una coreografía furiosa y cargada de lujuria entre un hombre que vive su sexualidad plenamente y uno que pelea contra las barreras sociales que lo encadenan. El resultado es visualmente deslumbrante, provocador e incitante en la forma en que aborda el conflicto entre el desear y el deber desde el cuerpo, y con un mínimo de palabras. Sin embargo, aun cuando la inspiración de Pezeshki proviene de textos surreales de Lorca, su discurso cae en lugares comunes ya tratados infinidad de veces, incluso siendo posible leerse como passé y controversial dentro de la realidad actual de la comunidad homosexual. Su resolución, una donde este personaje trágico cae víctima de sus fallas de carácter y es duramente castigado por su propia raza al momento de que es capaz de besar a un hombre con absoluta libertad se puede leer como un discurso de odio nada conveniente, especialmente si se considera que la obra representa al conservador Aguascalientes, uno de los estados con alto índice de crímenes de odio contra todo aquel que desafía la norma heterosexual.

En lo que podría considerarse como el primer acto de la puesta en escena, se escuchan dos palabras nada más. Maricón y socorro. El impacto que cada una de ellas provoca sobre el recipiente es absoluto, sobre un hombre que es incapaz de aceptar su naturaleza al mismo tiempo que cada vez es más débil para huir de ella. En el mismo tenor, el tocar las nalgas de un hombre lo llevan al límite de sus propias barreras siendo que al momento que le tocan las suyas, repele de inmediato al hombre con quien tanto quiere un contacto físico. Sin duda “La Sangre Rota” brilla en su manufactura. Una iluminación que transita entre luces rojas y blancas de halógeno capturan la sucia esencia de esos baños públicos, recreados con gran precisión por Nicolás Williamson, encargado del arte y espacio escénico en un trabajo donde casi se puede percibir el fétido aroma que debe impregnar cada centímetro del lugar. De igual manera, la coreografía diseñada por el mismo Pezeshki es contundente, capaz de lanzar a un hombre por los aires con violencia o de realizar pequeños guiños apenas perceptibles de vulnerabilidad y fragilidad. Es aquí donde el discurso es honesto y sensible, en la exploración del cuerpo como herramienta de comunicación no verbal, como arma de destrucción o como el salvavidas que le entrega un bálsamo a un alma perdida.




Una vez que las danzas de apareamiento han terminado, una mujer trans vestida en tacón de aguja y un vestido negro ceñido al cuerpo entra al baño. El aún enclosetado hombre buga se siente atraído por la mujer y la busca seducir, aunque al momento de tocar su entrepierna sale huyendo tras encontrar genitales masculinos donde esperaba sentir una vagina. La escena que procede es esta mujer trans lavándose, orinando de pie al mingitorio y cambiándose de look a uno más masculino, todo bajo la mirada del chacal que ha quedado y mientras recita una enorme lista de adjetivos que podrían describir a los hombres con quienes ha estado en la cama. El trabajo actoral en “La Sangre Rota” a cargo de Daniel Díaz, Alejo Díaz e Isabella Santiago es real, principalmente en el cuerpo en los dos primeros, en intenciones en la última, aun cuando ninguno llega a la verdadera fractura emocional que podría suceder en escena. No obstante, es encomiable la entrega y precisión con que se realizan los movimientos escénicos, la delicadeza o crudeza con que se lava una entrepierna o se analiza el reflejo que regresa un espejo en el que un enorme pene se encuentra pintado.

“La Sangre Rota” se presentó en el Teatro Benito Juárez de la Ciudad de México en representación del estado de Aguascalientes y Colombia en la 39 Muestra Nacional de Teatro. Fue parte de la línea curatorial de Teatro Poético. Una obra que aborda el discurso de sólida manera en su forma, que resulta polarizante en su fondo.

Créditos de fotografías: José Jorge Carreón, Raúl Kigra y Sebastián Kunold.

 

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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