LA EXTINTA VARIEDAD DEL MUNDO

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LA EXTINTA VARIEDAD DEL MUNDO

Muertos, fantasmas y un extraterrestre inauguran la 39 Muestra Nacional de Teatro

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)

 

Detrás de un telón transparente, una bandera negra de gran tamaño ondea libremente gracias al viento provocado por un masivo ventilador. A un lado del escenario dos mujeres, de negro, se paran frente al público. Una de ellas es una vaca que muge y hace sonar su cencerro. Súbitamente, un cortejo fúnebre entra a escena. Está conformado por animales, la mayoría perros, bien amaestrados, una banda que toca en vivo y un moribundo que es transportado por un carrito de carga a la Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes.  La vaca posa su cencerro frente al próximo a morir en tributo, al igual que el resto de los animales quienes le rinden un último homenaje a quien queda en claro fue una importante figura de autoridad en vida. Este es el inicio de “La Extinta Variedad del Mundo” del autor y director Alberto Villarreal, una puesta en escena de corte posdramático que provoca, desafía y la encargada de inaugurar la 39 Muestra Nacional de Teatro.

Alejada de toda línea narrativa convencional y en espera de que el espectador se aleje de su rol pasivo de mero testigo del hecho teatral para convertirse en un intérprete que trata de encontrarle sentido a los oscuros estímulos escénicos a los que está siendo expuesto, “La Extinta Variedad del Mundo” es un ejemplo del teatro que ha caracterizado la carrera de Villarreal. Conformada por tres actos, claramente separados por el muy agudo silbido de un carro de camotes que cruza el escenario, la puesta en escena explora sin diálogos, pero sí con un escrito que es proyectado en una pantalla en algunas escenas, los temas de la muerte, el nacimiento y la migración

Durante el segundo acto, una mujer dispara un rifle sobre varias personas cargando bebés o que están embarazadas. Las criaturas, incluyendo algunas no natas, mueren y se posan en el suelo donde son cubiertas en cal. Entre las butacas se alcanzan a escuchar algunas risas nerviosas. Un fantasma casi caricaturesco hecho con una sabana con hoyitos para los ojos, una monumental nave espacial entregada al hombre por un alienígena y música en vivo que pareciera burlarse del montaje mismo con su cacofonía son algunos de los muchos elementos que conforman “La Extinta Variedad del Mundo”. Todo esto pareciera haber sido calculado con precisión para presentarse con el fin de llevar al público al límite, a tener una reacción, a que se escandalice o reflexione o a que se maraville con cuadros visuales muy bien montados. El último cometido se alcanza sin duda, el director entiende el poder estético de su propuesta. Desafortunadamente, esto no es suficiente para mantener la atención a lo largo de los 60 minutos que dura el montaje. Entre las butacas lo que más se percibe es el desconcierto, el hastío, algunas personas dormidas y muchas otras desechando la obra como algo inaccesible.

Esto no necesariamente es algo negativo a los ojos del creador escénico. Él mismo le ahorra la necesidad a los presentes de aplaudir, ya que colocó una gran cantidad de cencerros a lo alto del escenario para que suenen libremente al final de la obra en una alusión a la manada de animales que es la gente, perros entrenados que reaccionan ante el primer silbido, capaces de enarbolar a monstruos en lugares de poder. Esto revela un negro sentido del humor, un acto de autocrítica y de enjuiciamiento, una rebeldía a los cánones establecidos que dictan lo que debe ser la escena y en este terreno es donde el posdrama ciertamente se encuentra más cómodamente posicionado.

Por su parte, el elenco conformado por Jorge Castillo, Miriam Cházaro, Juana María garza, Raúl Pozos, Gema Muñoz, Luz María Ordiales, José Palacios y Rosalinda Ulloa y Luisa Garza hace gala de entrega, talento y compromiso con la surreal y alternativa visión de Villarreal. Bailes de tablado con un vaso de agua sobre la cabeza minuciosamente coreografiados, reacciones honestas sin el uso de la palabra, y la exploración de lenguajes corporales mientras se trae puesta una máscara de perro de hule en la cabeza son algunos ejemplos del tipo de trabajo actoral al que los interpretes se enfrentan, consiguiendo resultados bien alcanzados.

“La Extinta Variedad del Mundo” se presentó el día 1 de Noviembre en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris de la Ciudad de México como parte de la 39 Muestra Nacional de Teatro, un espacio claramente abierto a las nuevas teatralidades, sólidas y contundentes o dentro de los confines de la experimentación.

Créditos de fotografías: José Jorge Carreón, Raúl Kigra y Sebastián Kunold.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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