YO NO LLORO

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Análisis de la escena con perspectiva psicoanalítica.

YO NO LLORO

Por Jessica Canales (@JessicaCanales)
Fotografías: Blenda

“Hay gente que de verdad no puede entrar, no puede salir; sólo están ahí.”

“Nunca se sabe, con antelación, lo que se escribe” le escribió Martarite Duras a Yann, su amante, en su libro Ésto es Todo. Así pues “Yo Nunca Lloro” es una puesta en escena que se escribe mientras sucede. Dos actores que no actúan nada, dos seres emocionalmente desnudos que ahondan en el mar de sus anécdotas, nostalgias, recuerdos y heridas abiertas.

“Mi hijo es un hombre que me deja porque creció.”

Traje a colación la frase de la escritora francesa porque fue escrita durante su agonía y así también “Yo Nunca Lloro” está escrita en la agonía. En la agonía no del moribundo sino del condenado -por oficio- a abrirse el pecho y dejar sobre el escenario sus miedos luego de saber cómo y dónde se gestaron. Es decir que realizan juntos un cuestionamiento confrontativo que resulta en un análisis emocional teatralizado.  Laura Almela y Daniel Giménez Cacho habitan el teatro El Milagro con un espectáculo suyo y de Adelheid Roosen (Premio Internacional de Teatro Gilder / Coigney) de quien también es la idea original.

“Yo (a mi padre) lo tuve que retar para sobrevivir, para que no me aplastara.”

“¿Tú a qué le tienes miedo?” pregunta ella a él luego de confesar que su mayor miedo es hacer la maleta de un hombre que la deja. “A mí mismo, a mi capacidad de destruirme. A mi papá le tenía mucho miedo” responde él. El método vivencial para actores de Konstantín Stanislavski trata –a groso modo- de que éstos encuentren, en sus entrañas, las emociones que sus personajes demanden. “Yo Nunca Lloro” pone en escena las entrañas de los actores, es un viaje a la raíz, al primer eslabón en su cadena emotiva.





“Llórale ahí (al corazón), con esas lágrimas lo vamos a pegar.”

Es un trabajo entrañable, en él suceden cosas que conmueven como el que Giménez Cacho con todo y su profunda preparación actoral baje la voz como para no ser escuchado cuando, a consecuencia del ejercicio escénico, habla con su madre muerta: “Pensé que no podías llorar, que no sabías. ¿Qué conflicto tenías tú aquí (en el vientre) madre por qué no te dejabas tocar?” Y así un sinfín de recovecos son expuestos. “¿Haz llorado tanto hasta mojar la almohada y que se te inunden las orejas?” lo cuestiona Laura Almela.

“Lo que nunca he podido superar es una sensación aquí en el estómago al despertar que me dice: algo estás haciendo mal, estás en deuda, estás en falta.”

El argumento de “Yo no Lloro” es que el teatro sana. Es la primera vez que soy espectadora de los sitios del alma desde los cuales dos actores sujetan la potencia emocional que son capaces de prestarles a sus personajes. Sin lugar a dudas Adelheid Roosen, miembro de la Academia de las Artes holandesa, convoca a que el teatro sea capaz de desenraizar el dolor al exponerlo.  “Volverse pasado es volverse arte” escribió Susan Sontang en La conciencia uncida a la carne y en “Yo no Lloro” justo así convierten su pasado en arte. Enhorabuena y gracias.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: “Yo no Lloro”

IDEA ORIGINAL: Adelheid Roosen

ACTÚAN: Laura Almela y Daniel Giménez Cacho.

DÓNDE: Teatro el Milagro

DIRECCIÓN: Milán 24 colonia Juárez.

CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:30 hrs. Sábados 19:00 y 21:00 hrs. Domingos 18:00 y 20:00 hrs. Hasta el 17 de diciembre de 2017.

COSTO: $250 entrada general. Boletos en taquilla y boletópolis. Aplican descuentos.

DURACIÓN: 75 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking. Está cerca del Metrobús Hamburgo.

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