VINE A RUSIA PORQUE ME DIJERON QUE ACÁ VIVÍA UN TAL ANTÓN CHÉJOV

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Para quienes desean aplaudir una espléndida dramaturgia sobre la helada inmovilidad chejoviana.

VINE A RUSIA PORQUE ME DIJERON QUE ACÁ VIVÍA UN TAL ANTÓN CHÉJOV 

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (@RiAlCastillo)

 

“La nieve ha invadido el país y nos invita a resguardarnos del tiempo.” 

El frío ha sido insoportable este invierno. Sin embargo, la compañía de buenos amigos, una taza de té caliente y libros para quemar han hecho de este tiempo algo más llevadero. Juan Rulfo y Samuel Beckett escribieron obras maestras que han sido de gran utilidad una vez que fueron lanzadas al fuego. Cada vez quedan menos libros. Lo que queda es teatro. Ibsen podrá ser invadido por las flamas pero jamás lo harán Tío Vanía o Las Tres Hermanas. Es hora de salir, de buscar nuevos horizontes. Nadie ira a ninguna parte.  

“¿Qué necesitamos hacer para ser alguien?” 

El eterno deseo de cambio, pero sin accionar nada para que esto suceda, la imperante inmovilidad que invade a seres que se niegan a adaptarse a un mundo que ha cambiado sin que ellos lo quisieran y la vital necesidad de llegar a ser alguien en un mundo donde el anonimato es la regla y no la excepción son algunos de los elementos que la dramaturga Talia Yael aborda en “Vine a Rusia porque me dijeron que acá vivía un tal Antón Chéjov”, obra que fuera reconocida como la mejor dramaturgia del 2017 en la última entrega de premios de la ACPT.  

“¡No podemos quemar teatro!” 

Apropiándose de manera sorprendente la esencia chejoviana en voz de cinco jóvenes invadidos por la necesidad de llegar a ser alguien en sus vidas al mismo tiempo que están atrapados en un interminable círculo vicioso, “Vine a Rusia porque me dijeron que acá vivía un tal Antón Chéjov” demuestra con absoluta claridad la vigencia del escritor ruso en nuestros días. Con un negro sentido del humor por demás particular donde una cebolla se convierte en un corazón artificial, un devastador giro de tuerca final que sorprende al mismo tiempo que lastima y diálogos que son a la vez desoladores como ingeniosos, Talia Yael evoca en el espectador imágenes de una vida eternamente en invierno si uno no se levanta un día de su rutina y se atreve a saltar hacia el vacío.  





“No quiero morir sin haber cambiado nada.” 

Un escenario circular que es enmarcado por una puerta que gira alrededor suyo. En la parte superior del teatro una pantalla semi-circular donde se proyectan tanto una tormenta de nieve como frases clave o las miradas de los personajes. Un grupo de amigos emprenden una travesía a Rusia en busca del dramaturgo titular de la obra en un camino circular que pareciera no los lleva a ninguna parte. La dirección de Luis Ángel Gómez en “Vine a Rusia porque me dijeron que acá vivía un tal Antón Chéjov” es apropiada, consigue que la escenificación del texto sea potente, sobre todo al inicio de la obra donde se nos presenta este universo gélido donde la única opción es quemar libros para entrar en calor o cuando llega la decisión de saltar o no al vacío para que cada uno de los personajes llegue a la meta. Sin embargo, es de urgente necesidad cuidar ciertos aspectos técnicos como la acústica del teatro y el volumen de la musicalización y efectos sonoros dado que, debido al eco que se genera en el amplio espacio del teatro El Milagro, resulta a momentos casi imposible entender los diálogos de los personajes, forzando al público a tratar de entender palabras en lugar de mensajes.  

“Esta es la primera vez que casi llegamos a un lugar distinto.” 

Hache emocionado admira como a su árbol Beto le está saliendo casi una hoja. Más adelante muerde con ganas una cebolla, convencido de que este corazón artificial lo llevará a hacer algo con su vida. Este es el mismo personaje que con pavor en la mirada se niega a saltar al vacío que lo salvará de una inmovilidad imposible de escapar. Posiblemente el trabajo actoral más interesante en “Vine a Rusia porque me dijeron que acá vivía un tal Antón Chéjov” lo realiza Héctor Sandoval como el mas resistente del grupo. Por su parte Talia Yael resulta frágil y encantadora como una aspirante a actriz convencida de sus posibilidades de éxito una vez que llegue a la madre patria de Chéjov. Sin embargo, tanto ellos como el resto del elenco conformado por Carolina Berrocal, Jorge Viñas, Nareni Gamboa y Verónica Ramos revelan una falta de tablas sobre el escenario, donde como resultado que un texto tan sólido no alcance la contundencia que merece. Esto no es una falta de talento, aclaro, es meramente juventud aún inexperimentada tratando de encarnar la complejidad de Chéjov en una dramaurgia sólida y evidentemente más adulta.  

“Todo es mejor ahí… donde no estamos.” 

Son tantos y tantos los años que estuve inmóvil. Deseando escribir, deseando dedicarme al teatro, todo mientras veía como mi vida se me iba lentamente por el drenaje de la frustración y la mediocridad. Tuve que vivir una revolución emocional, un salto al vacío como el que hacen los personajes de este espléndido texto, para poder abrir los ojos, dejar la pasividad y nunca más ser como las tres hermanas que sueñan con la felicidad que les llegará una vez que estén en Moscú.  

 

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DATOS GENERALES 

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción) 

OBRA: “Vine a Rusia porque me dijeron que acá vivía un tal Antón Chéjov” 

DRAMATURGIA: Talia Yael 

DIRECCIÓN: Luis Ángel Gómez 

ACTUACIÓN: Carolina Berrocal, Jorge Viñas, Héctor Sandoval, Nareni Gamboa/Verónica Ramos y Talia Yael.  

DÓNDE: Teatro El Milagro 

DIRECCIÓN: Milán 24, Colonia Juárez.  

CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:30, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 hrs. Hasta el 1 de Abril.  

COSTO: $250. Disponibles en taquilla y en www.boletopolis.com Aplican descuentos.  

DURACIÓN: 100 minutos sin intermedio. 

DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.  

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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