UN DIOS SALVAJE
Para quienes desean acompañar a dos muy civilizadas parejas en el día más miserable de sus vidas.
UN DIOS SALVAJE
“Habría sido lindo conocernos en otras circunstancias.”
El pleito entre los dos niños fue verdaderamente lamentable y de consecuencias bastante serias. Ahora, pasado el incidente, es momento de que las madres y padres de los jovencitos de apenas once años se sienten a discutir el acontecimiento como personas civilizadas y puedan llegar a un buen acuerdo sobre cómo manejar las cosas. Entre cubas magníficamente preparadas, tulipanes recién comprados, una exquisita tarta de pera y manzana, unas cuantas llamadas al celular y un producto farmacéutico de dudosa calidad, cuatro personas revelaran que debajo de todas esas sonrisas forzadas se esconde lo peor de la raza humana.
“No debemos involucrarnos en pleitos infantiles.”
La podredumbre, miseria y mezquindad que las personas ocultan debajo de las bellas imágenes públicas ha sido tema de análisis en la dramaturgia mundial durante largo tiempo, siendo uno de los más prominentes ejemplos de ello la obra ¿Quién Teme a Virginia Woolf? de Edward Albee. En “Un Dios Salvaje”, de la muy reconocida dramaturga francesa Yasmina Reza, esta disfuncionalidad se establece al poner a cuatro adultos a discutir un pleito de niños en una reunión aparentemente de los más cordial y civilizada. A medida que la velada avanza, y cada uno de los personajes libera sus propias psicopatías, se descubre que estos cuatro profesionistas son más infantiles que los propios niños, son en verdad seres cargados de rencores, misoginia, secretos, frustraciones, desbordante machismo, y desórdenes alimenticios, por nombrar tan sólo algunos de sus muy socialmente aceptados problemas.
“¿Crees que mi hijo es un chismoso?”
Discutir si “armado” es la palabra correcta para describir que el niño tomó una vara para golpear a su compañero de clase es la punta del iceberg. A medida que la muy amable velada avanza, y se empiezan a lanzar embestidas con toda la elegancia que permite el ser pasive-agresive, las dos parejas se descomponen al punto de vomitar, metafórica y literalmente, todo lo que les sale de las entrañas. “Un Dios Salvaje” en la parte más superficial de su lectura es el dejar al descubierto la podredumbre que se esconde debajo de las apariencias. Sin embargo, lo que lleva la dramaturgia de una simple comedia de personajes a una verdadera crítica social de la clase media radica en las subtramas que se van desarrollando a medida que los protagonistas muestran sus fauces. De tal manera, el hablar de África desde el privilegio y el esnobismo, el estar al frente de un muy serio encubrimiento donde vidas inocentes están en peligro, o el estar apocado por completo por una castrante figura de autoridad revela aspectos mucho más oscuros de la paternidad, de la ética con que operan los profesionales, sobre la manera en que uno es capaz de mentir, incluso a uno mismo, con tal de resguardar la muy frágil pantalla de aparente felicidad que se construye día a día.
“¡Mi hijo no desfiguró a tu hijo!”
Cuando Ana tiene una situación por demás vergonzosa que afecta un libro de colección de Verónica, la anfitriona tiene una reacción visceral que revela cuán materialista es. Más adelante, en un momento más cercano a la farsa que a la comedia realista que se ha planteado, Ana se sube a la mesa donde está dicho libro y Verónica no tiene la menor reacción a pesar de que claramente su cara mesa y su libro podrían ser dañados. Luego de compartir un poco de café y tarta, Manuel ofrece preparar unas cubas. Segundos después las dos mujeres en la reunión están muy afectadas por los tragos, aparentemente por una nula tolerancia al alcohol. La dirección de Miguel Septién en “Un Dios Salvaje” pareciera apuntar hacia la comedia a través del realismo. Sin embargo, escenas como las arriba descritas, así como el que los personajes dialoguen mirando en muchas ocasiones hacia la butaquería en vez de a ellos mismos da como resultado una puesta en escena que sin duda es divertida, provoca discusión y reflexión, pero está muy lejos de alcanzar la verdadera contundencia a la que el texto de Reza es capaz de llegar.
“Ser cortés es una pérdida de tiempo.”
Alan, un exitoso abogado, habla por teléfono y come como una bestia hambrienta un pedazo de tarta. Mientras tanto, los demás presentes lo miran incómodos, su esposa Ana tratando de sonreír ante tanta vergüenza. Al mismo tiempo que que la pedante y asfixiante Verónica expone su visión sobre cómo se deben hacer las cosas para dar una satisfactoria solución al problema entre los niños, Manuel su esposo está sentado en su silla totalmente apocado. A medida que la acción avance, cada uno de ellos irá sacando lo peor de sí hasta llegar a extremos insospechados. El elenco en “Un Dios Salvaje” está conformado por Pablo Perroni, Tato Alexander, Chumel Torres y Fernanda Borches. Por un lado, Perroni y Torres operan desde lugares equidistantes, el primero desde un machismo gorilesco, el segundo desde lo apocado y domesticado. Ambos trabajos son de valía sin duda, siendo necesario en Torres un trabajo vocal más preciso tanto en proyección como en dicción. Por el otro lado, Alexander y Borches abordan a sus personajes en un principio desde la contención propia de dos damas de sociedad, llevándolas a lugares cercanos a la oligofrenia en la segunda parte de la puesta en escena. En la manera en que Fernanda Borches consigue un verdadero equilibrio entre estos extremos emocionales, siendo flemática y desquiciada, es que logra el trabajo más destacable de la obra.
“La moral dicta que debemos de controlar nuestros impulsos.”
Con el paso de los años he descubierto que cada vez soy menos tolerante ante las bellas imágenes públicas que la siempre correcta sociedad impone que debemos observar. El tener que sonreír cuando lo que más quisiera es gritar, forzar un comentario amable cuando están siendo directamente groseros conmigo es un arte que me interesa cultivar menos y menos. Ciertamente no tengo hijos, no pretendo hacerlo, pero a mis casi 50 años entiendo lo que es dejar de lado las apariencias y mostrar los colmillos, dejar de decir amabilidades por quedar bien para decir exactamente lo que siento, dejar de comer tarta de pera y manzana para simplemente vomitar todo lo que siento.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Un Dios Salvaje
DRAMATURGIA: Yazmina Reza
TRADUCCIÓN, ADAPTACIÓN Y DIRECCIÓN: Miguel Septién
ACTUAN: Pablo Perroni, Tato Alexander, Chumel Torres y Fernanda Borches.
DÓNDE: Teatro Milán
DIRECCIÓN: Lucerna 64, Colonia Juárez.
CUÁNDO: Miércoles 20:45 horas. Hasta el 13 de abril de 2023.
COSTO: $450. Disponibles en taquilla y Boletos para Un Dios Salvaje | Fechas para el Tour 2023-24 | Ticketmaster MX
DURACIÓN: 80 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking.