SURREALISMO
Para quienes quieren aplaudir, por última vez, un fenómeno teatral de 22 años de vida.
SURREALISMO
Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Una ejecutiva que trata de balancear una carrera exitosa con una vida personal que se está cayendo a pedazos, una discapacitada que no está dispuesta a ser menospreciada, una niña que tiene que procesar a como dé lugar la situación que se vive en su casa, una gurú que busca la paz mental en ella misma y en todos los que la rodean, una mujer sedienta por vivir, por ser feliz y encontrar la paz. Una colección de historias que se han recolectado a lo largo de toda una vida, tan sólo un fragmento de ellas en el escenario y una merecida ovación de pie que celebra la culminación de toda una carrera.
“No me digas que mangoneo, organizo que es distinto.”Con más de 6,000 representaciones a lo largo de once países durante los últimos 22 años, más de un millón de espectadores y el reconocimiento de la comunidad teatral mundial con más de 20 distinciones internacionales, “Surrealismo” -escrita, dirigida y actuada por Nora Fernández- es un verdadero fenómeno escénico como pocos. Compuesta por una serie de monólogos, representaciones cortas unipersonales como ella misma las describe al inicio de la función, la obra maestra de Fernández presenta a una colección de mujeres que van desde una exitosa mujer metida en la política hasta una niña de no más de siete años o una parapléjica, todas ellas inspiradas en personas verdaderas que alguna vez cruzaron el camino de la dramaturga y que la inspiraron a inmortalizarlas en escena.
“Si a mí me pasa es grave, si a mí no me pasa no existe.”El logro dramatúrgico que consigue Fernández en “Surrealismo” es tanto por su habilidad con la que transita de un género dramático a otro, yendo de la comedia al melodrama o a la farsa, como por la evidente honestidad con la que ha logrado capturar la esencia dentro de cada uno de sus personajes. Así como puede hacer reír a carcajadas al público con el simple deseo de alinearle los chacras a cada uno de los presentes, también puede conmover y provocar un nudo en la garganta al darle voz a una mujer con la simple necesidad de existir o incluso llevar a los asistentes a un estado de profunda incomodidad al escuchar a una mujer enferma expresar sus puntos de vista sobre su condición. Cada una de las historias que ha hilvanado Nora en “Surrealismo” tiene su valía, ciertamente algunas han sido mejor construidas que otras, una podría ser más corta y una nos deja con deseos de más, pero es indudable que su capacidad para la construcción de personajes es algo digno de admiración y respeto.
“Yo soy discapacitada, no pendeja.”A nivel dirección, “Surrealismo” es un montaje libre de toda pretensión que deja en claro que podría ser presentado con la misma eficacia en la sala de una casa como en un teatro de gran tamaño ya que a lo que apuesta es a la presencia escénica de la misma Fernández sobre el escenario y a nada más. Los elementos de utilería y de escenografía, tan sólo una mesa, una silla y una colección de artículos diversos que ayudan a la personificación de cada uno de los personajes, son bien utilizados y la iluminación viste con eficiencia la escena, pero es en la actuación y en la dramaturgia donde esta obra verdaderamente brilla. Uno podría pensar que un monólogo que ha sido representado durante tantos años por la misma escritora no necesita de mucha labor de dirección una vez que ha sido montado, pero en realidad este tipo de trabajos siempre se benefician de un ojo externo que ayude a contener el engolosinamiento escénico, mantener el flujo y ritmo de la presentación en un punto de equilibrio y apoye a conseguir el impacto total de tan poderosa obra.
“¿Ya constelaste?”La pasión con que se entrega Nora Fernández a cada uno de los personajes que conforman “Surrealismo” es verdaderamente sorprendente. La asombrosa corporalidad con que la actriz logra convertirse en una mujer parapléjica o en una niñita de muy poca edad palidece ante la fortaleza con que entrega sus parlamentos, la fiereza con la que se deja llevar por la personalidad específica de cada una de estas mujeres o la rapidez con la que llega a improvisar o a adaptarse, dependiendo de la respuesta del público ante cada uno de los estímulos que provoca. Nora es un lobo de mar que ha cruzado las aguas del escenario miles de veces, que sabe su oficio al derecho y al revés y sin embargo, resulta evidente cuánto aún lo sigue disfrutando y eso es algo que el público percibe, disfruta y agradece. Fernández es una gran actriz, pero lo que le aplaudo es su gran humildad pues su respeto hacia cada uno de los asistentes a su función es absoluto, aun cuando no tenga ningún problema con regañar a alguien por haber cruzado los brazos o se dedique a masajear a otro sin el más mínimo empacho.
“No tomes todo lo que pasa en mí como algo personal.”Esta es la última temporada de “Surrealismo”. Tras muchos años y tantísimas representaciones, Nora Fernández ha decidido que ya es hora de terminar. Esa niña inocente que nos provoca una risa un tanto incómoda, la hippie que pretende organizar una danza vaginal con todos los asistentes o la mujer que pide a gritos ahogados tener un verdadero contacto humano pronto seguirán vivas únicamente en el recuerdo de tantos y tantos que la aplaudieron, rieron e incluso lloraron con ella. El teatro es arte efímero y siempre debe terminar, pero hay algo en mí corazón que me dice que esta no será la última vez que Fernández nos deleite con este estupendo trabajo. El teatro es tan irresistible como el canto de las sirenas y mi esperanza es grande. El teatro siempre tendrá sus puertas abiertas de par en par para recibirte de vuelta con los brazos abiertos.
Búscanos en Facebook, Swarm e Instagram como Entretenia