SILENCIO
Que todo un teatro cante a todo pulmón a José José, mientras una mujer violentada llora en escena, es la verdadera tragedia shakesperiana.
SILENCIO
Cuando el Doctor Othón llegó a Chiapas, junto con su intérprete de LSM y amada Daniela, él pensaba detener una posible epidemia, iniciar un plan de inoculación entre la población y, quizás, celebrar una boda. Lo que se encontró fue con una serpiente entre sus filas, una lengua ponzoñosa capaz de envenenarle la sangre y mostrarle al monstruo de los ojos verdes, bestia feral capaz de arrancar una vida. El príncipe de la canción canta, una traidora miente, un inocente cae en desgracia, y lo que queda más que claro es que en tiempos de Shakespeare, como en la actualidad, el derramamiento de sangre de una mujer no es sólo culpa de quien arremetió la puñalada, sino de todo un sistema que lo solapa.
Desde hace varios años, la compañía teatral Los Colochos Teatro se ha encargado de reinventar la dramaturgia shakesperiana dentro de la realidad mexicana con gran éxito. Transpolar Macbeth a los tiempos de la Revolución dio como resultado la ovacionada puesta en escena Mendoza, mientras que Nacahue: Ramón y Hortensia reimagina la tragedia de Romeo y Julieta dentro de las comunidades indígenas del país con resultados verdaderamente sobresalientes. En “Silencio”, dramaturgia de Juan Carrillo, Mónica Portillo y Martín Becerra, se toma la tragedia de Otelo como base para crear una historia en la que un médico que ha quedado sordo termina matando a su prometida e intérprete a causa de los celos que le son infundados por parte de un ambicioso colega, al mismo tiempo que se abre una crítica a una población que consume telenovelas y canta canciones que vanaglorian la violencia de género.
Completamente devorado por los celos que su amigo y colega Santiago le ha provocado, Othón golpea por primera vez a su querida Daniela. Cuando el doctor le pregunta a Emilia sobre una mascada perdida, elemento detonante de gran parte de las monstruosidades por venir, la esposa del venenoso Santiago miente por proteger a su marido con quien sostiene una relación profundamente sadomasoquista. En medio de toda esta tragedia, se realiza una especie de intermedio en la que todos los personajes se sientan a la mesa e interpretan Amar y Querer de José José, la letra de la misma siendo proyectada, mientras que Daniela se desmorona lentamente. Otras canciones del llamado príncipe de la canción se escuchan durante la obra, siendo Lo Dudo un leit motif, mientras que O tú o Yo se revela como una melodía profundamente violenta y misógina.
Mientras que el material original del bardo inglés pareciera justificar y hasta cierto punto validar las aberrantes acciones de Otelo, dado que fue víctima de las manipulaciones de Iago, “Silencio” analiza desde diferentes ángulos la violencia de género sistémica que existe en nuestro país. Desde el titular silencio de muchos, la complicidad de otros, incluyendo incluso a los mismos espectadores de la obra, hasta la cultura misma como se ejemplifica con las canciones de José José, la obra denuncia casi a manera de 360 grados a toda una sociedad que está podrida y que permite la impunidad. La sordera que padece el personaje titular es reflejo de una población que se niega a escuchar que no sólo en el reggaetón hay agresión, es en una inmensa cantidad de melodías que todos aman cantar. Es importante recalcar que esta crítica cae igualmente en el personaje principal de Othón quien hacia el final de la obra clama a los cuatro vientos que no sea perdonado por los crímenes de los cuales, por supuesto, es culpable.
En el centro del escenario se encuentra una larga mesa con varias sillas. El mantel que la cubre irá cambiando para marcar los diferentes espacios en los que sucede la acción. Al inicio de la puesta en escena se invita a cuatro espectadores a sentarse a la mesa para, sin que lo sepan, se conviertan no sólo en testigos de las atrocidades por venir, sino que se conviertan en cómplices que aplauden la misoginia de Santiago o en hombros donde Daniela pueda apoyarse mientras escucha Amar y Querer. A medida que el envidioso alter-ego de Iago envenena la mente de Othón, la imagen del supuesto amante de su amada empieza a aparecer frente a él, ya sea mientras la peina, cena con ella o trata de controlar sus celos. La dirección de Juan Carrillo en “Silencio” establece un tono melodramático a la puesta en escena, casi telenovelesco, que de inmediato engancha al espectador, tal y como se ha hecho en nuestra cultura durante años, de inmediato estableciendo la complicidad de un público que etiqueta de malo a Santiago, y que por ende podría “perdonar” a Othón. Este fuerte acierto se une a toda una serie de decisiones escénicas que fortalecen el texto como es el uso de Lenguaje de Señas Mexicana en diversos momentos del montaje, como una pelea entre amantes totalmente silente. Otro punto destacable son las coreografías de movimiento escénico que Carrillo establece para los momentos de violencia, alcanzando contundencia y sobrecogimiento. Ciertamente el subir a miembros del público a ser testigos de la obra desde el escenario no aporta de manera acentuada a la propuesta. Sin embargo, se aplaude el trabajo de dirección que es capaz, tal y como lo hace Santiago, de manipular libremente a todo un público para convertirlo en parte de la denuncia que busca la obra.
Durante una fiesta Santiago se pone de pie en medio de la mesa y comienza una rutina de stand-up profundamente ofensiva y misógina. Con desfachatez encara a su esposa cuando se descubre la verdad, con lastima en los ojos le avienta mentira tras mentira a quien dice ser su amigo. La fortaleza con que Daniela enfrenta a su padre cuando este cuestiona su decisión de estar con una persona sorda es diametralmente opuesta a la debilidad con la que queda una vez que su amado la violenta producto de los celos hasta convertirse en una lastimera figura acabada en medio de la mesa con todos los ojos sobre ella. El elenco de “Silencio”, conformado por Erandeni Durán, Alfredo Monsivais. Leonardo Zamudio, Martín Becerra y Yadira Pérez es sólido en su generalidad, cada uno de los miembros entregando una creación de personaje comprometida y veraz. Una vez dicho esto, es necesario resaltar que la exacerbación a la que Zamudio lleva su interpretación de Santiago, rayando en lo clown, resulta a momentos un distractor discordante. En oposición, es importante destacar la interpretación de Erandeni Durán como Leticia, quien es capaz de proyectar toda una gama de sentimientos a medida que ve como su amor se va destrozando sin que ella pueda hacer nada al respecto.
Daniela ha sido violentada por quien ama. Se sienta al centro del escenario y se desmorona frente a todos con absoluta fractura emocional. Este debería ser un momento de dolor y reflexión. Sin embargo, al sonar Amar y Querer, y que se proyecta la letra de la canción sobre el escenario, el teatro Alarife se convierte en un karaoke donde una enorme cantidad de público se pone a cantar la misógina canción prendiendo las luces de sus celulares como si de un concierto se tratara. La escena es francamente grotesca. La crítica que “Silencio” ha querido lanzar ha caído en oídos sordos, el mensaje claramente no ha sido escuchado. Luego de que Othón llama puta a quien le ama, que esa palabra es lanzada por los aires en cientos de tarjetas de papel, que Daniela es asesinada con exceso de agresividad, múltiples personas dejaron la sala. Habría que preguntar si alguna de ellas cantaron a todo pulmón mientras Daniela lloraba.
“Silencio” de la compañía Los Colochos Teatro, y representante de la Ciudad de México, se presentó en el Teatro Alarife Martín Casillas el miércoles 15 de Noviembre de 2023 dentro de la 43 Muestra Nacional de Teatro en la ciudad de Jalisco, Guadalajara.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Silencio
DRAMATURGIA: Juan Carrillo, Mónica Portillo y Martín Becerra a partir de Otelo de William Shakespeare.
DIRECCIÓN: Juan Carrillo
ELENCO: Erandeni Durán, Alfredo Monsivais, Roam León, Leonardo Zamudio, Martín Becerra y Yadira Pérez.
DÓNDE: Teatro Alarife Martín Casillas
DURACIÓN: 100 minutos