SIETE VECES ADIÓS

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Para quienes desean aplaudir un musical atípico donde el amor y la música lo son todo, aún con el corazón roto.

SIETE VECES ADIÓS

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Cortesía de la Producción

“Sin música el amor no tiene sabor.”

Se dice que todos somos polvo de estrellas. Con esta poética imagen Lamore da la bienvenida a todes a un universo donde el amor y la música coexisten para contar una historia donde el corazón hará hasta la imposible para no sentir el dolor tan profundo que surge cuando se rompe. Los protagonistas son ella y él, pero podrían haber sido cualquiera pues todos hemos sentido las mariposas en el estómago que produce el primer beso, la emoción de ese primer encuentro íntimo, las lágrimas ante la traición o el amargo sabor de la resignación cuando lo único que queda por decir es adiós al ritmo de una melancólica canción de amor.

“Conocí el amor antes que el mar.”

En el día de su séptimo aniversario, Ella le pidió a Él un tiempo. Tras un mes separados, su reunión iniciará un recorrido por intentar revivir siete momentos claves de la relación para tratar de salvar algo que pareciera condenado a fracasar. Bajo la premisa de que la música y el amor están intrínsicamente unidos, Alan Estrada desarrolla el musical 100% original “Siete Veces Adiós” junto con un equipo de creativos musicales que incluyen a Salvador Suárez O. en el desarrollo del libreto, y a Janette Chao y Vince Miranda en la composición de una decena de canciones. Este experimento escénico/musical propone una historia de amor como millones que suceden a diario, que empieza y que termina como tantas, y las canciones que la acompañan a manera de interludios sin que necesariamente avancen la trama o profundicen en el desarrollo de los personajes.




“¿Cuánto tiempo dura un corazón roto?”

Lamore, personaje etéreo que representa a la figura del amor, comenta sobre este sentimiento mientras que se desarrolla la historia de Él y Ella. En los laterales del escenario, músicos y cantantes ejecutan los números musicales a manera igual de comentario sobre la acción, sin que sus protagonistas necesariamente participen en ella. “Siete Veces Adiós” opera desde dos aristas: la historia que quiere contar y el musical que la acompaña. Salvo por dos ocasiones en que estas dos propuestas se amalgaman con éxito, cada una opera como un ente separado, pero complementario de la otra. De tal manera, la narrativa, que parte desde la exacerbación sentimental, a momento rayando en lo cursi, funciona por sí misma. Manipuladora en su sentimentalismo, ofrece un viaje que podrá llevar al espectador a las lágrimas o a verse reflejado en su propia realidad. Por su lado, la música ilustra los sentimientos presentados, cuatro cantantes que no son los actores de la obra interpretan las melodías, exacerba el recorrido emocional, pero no siempre siendo parte de la trama. El resultado es por demás interesante, la exploración válida aunque no siempre efectiva, los sentimientos que presenta muy reales y fáciles de conectar desde lo visceral o desde el centro mismo del corazón.

“¿Cómo se dice la verdad con cariño?”

Tras bajar sus defensas con ayuda de algunas drogas recreativas, Él y Ella tienen un reencuentro íntimo. La cama es representada con una barra de luces como las que se utilizan en conciertos, misma que inunda el teatro entero en luz blanca, creando siluetas negras de los amantes. Mientras esto sucede, la canción Somos el Sol adquiere un crescendo monumental uniendo por primera vez en absoluta armonía la totalidad de la propuesta. Apoyado por un preciso trabajo de iluminación a cargo de Félix Arroyo y el diseño de escenografía de Jorge Ballina, la dirección de Alan Estrada en “Siete Veces Adiós” busca fusionar el amor con el lenguaje de la música. De tal manera, una bocina representa una lavadora, un disco LP hace las veces de una caja de cereal y el piso del escenario mismo asemeja las paredes de un estudio de grabación. Esta propuesta visual es eficiente y coherente con la dramaturgia, poderosa a momentos como en la conclusión de la puesta en escena en que el universo mismo pareciera ser parte de la obra, deslumbrando al espectador y, como se ha mencionado antes, acentuando el sentimentalismo de la obra para beneficio del espectador. En cuanto a la parte musical de la propuesta escénica, resulta imperativo fortalecer el diseño de audio de la puesta para que las letras de las canciones puedan ser entendidas en su totalidad y no en fragmentos.




“Sólo hay algo más poderoso que un silencio: lo que sigue después de él.”

Lamore pasa de ser una entidad celeste a una cajera del Oxxo con muchas mañas bajo la manga en un abrir y cerrar de ojos; Él es capaz de contar un mal chiste con la misma facilidad con la que desata su furia reprimida tras tratar de ser controlado una vez más; Ella se maravilla ante la inmensidad del mar, y en otro momento deja salir la verdad de sus labios con el filo de una muy hiriente navaja. El elenco de la narrativa en “Siete Veces Adiós” está conformado por Fernanda Castillo, Gustavo Egelhaaf y César Enríquez, cada uno logrando resultados sólidos desde sus fortalezas histriónicas. Ya sea haciendo uso de sus raíces en el cabaret para la creación de los diferentes personajes que encarna en el caso de Enríquez, o de su carisma natural para la comedia por parte de Egelhaaf, cada uno de los integrantes consigue mover la historia hacia su agridulce clímax. Por la parte musical, las voces a cargo de las canciones son Diego Medel, Mónica Campos, Esván Lemus y Alba Messa quienes se entregan de lleno a la interpretación de las melodías, transmitiendo el sentimiento claramente cuando las letras no se llegaban a percibir.

“No tenemos que terminar odiándonos.”

“Siete Veces Adiós” cierra con la canción Y Después que nos pregunta quién nos abrazará después de que el ser que hemos amado nos ha dicho adiós. A mis 48 años mi corazón se ha roto, he roto algunos, he amado profundamente y he odiado a quien alguna vez pensé sería mi compañero de vida hasta la tumba. En cada uno de esos momentos me ha acompañado la música de Madonna, Mecano, Annie Lennox, Cyndi Lauper, Ana Torroja y, si soy honesto, hasta de la Trevi. El amor y la música tienen una compleja relación que se complementa y que nos completa. Alan Estrada se ha adentrado a este universo y nos muestra su corazón sobre el escenario y eso, por sí mismo, merece nuestros aplausos.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: “Siete Veces Adiós”

LIBRETO: Alan Estrada y Salvador Suárez O.

MÚSICA Y LETRAS: Janette Chao, Vince Miranda y Alan Estrada.

IDEA ORIGINAL Y DIRECCIÓN: Alan Estrada

ACTUAN: Fernanda Castillo, Gustavo Egelhaaf y César Enríquez.

CANTANTES EN ESCENA: Diego Medel, Mónica Campos, Esván Lemus y Alba Messa.

SWINGS: Andrés Saráchaga y Lucía Covarrubias.

MÚSICOS EN ESCENA: Iván Núñez, Javier Maldonado, Pablo Yescas, Mitsuo Yoshiki, Belén Ruíz e Irving Lima.

DÓNDE: Nuevo Teatro Ramiro Jiménez.

DIRECCIÓN: Avenida División del Norte 2656, Del Carmen Coyoacán.

CUÁNDO: Viernes 21:00 horas, Sábado 17:00 y 20:00, Domingo 17:00 horas.

COSTO: $1,300, $1,000, $850 y $600. Disponibles en taquilla y en SIETE VECES ADIOS / Un Musical Hecho Con El Corazón (Roto)

DURACIÓN: 140 minutos con un intermedio de 15 minutos.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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