Mi color carne: unipersonal de Adalia Sarmiento que aborda el racismo cotidiano desde la mirada de la infancia
Mi color carne: unipersonal de Adalia Sarmiento que aborda el racismo cotidiano desde la mirada de la infancia
Yael Ávila
Queta tiene diez años cuando comienza a preguntarse por qué el color de piel parece determinar el valor de las personas. A partir de esa inquietud, se propone una misión: descubrir su propio origen. Mi color carne es un unipersonal presentado por Merinfa Teatro, compañía independiente originaria de Xalapa, Veracruz, que aborda la problemática de la discriminación racial en México desde la perspectiva de una niña que observa, escucha y se cuestiona.
La obra pone en escena los conceptos «mestizaje» y «raza», evidenciando frases y conductas discriminatorias comúnmente utilizadas en la sociedad mexicana, sobre todo en los entornos escolar y familiar. A través de una narrativa íntima y lúdica, invita a la reflexión y al reconocimiento del valor de todas las personas sin distinción.
En entrevista para la Muestra Crítica, Adalia Sarmiento, dramaturga, directora e intérprete, comparte el origen de la obra, su proceso creativo y las reflexiones que la llevaron a construir una propuesta escénica. Su trabajo integra el teatro de sombras, de títeres y de objetos, así como la danza contemporánea, con temáticas que buscan visibilizar realidades urgentes. Se ha presentado en diversos festivales entre ellos la Muestra Estatal de Artes Escénicas Veracruz 2023, el Festival de Unipersonales Xalapa 2023, el Encuentro Escénico Veracruz 2024, el circuito Norte-Sur del Festival de Monólogos, Teatro a Una Sola Voz 2024 y el 17.° Gran Maratón de Teatro para Niñas, Niños, Niñxs y Jóvenes. Obtuvo el apoyo del PECDA para su creación.
La semilla de la obra nació durante el servicio social de su licenciatura en teatro, cuando escuchó a un niño presumir ante sus demás compañeros que sus abuelos eran españoles. Esa frase detonó en ella una serie de preguntas sobre el racismo interiorizado desde la infancia: Me sorprendió que un niño aún sintiera orgullo por tener raíces españolas, como si eso le diera cierta superioridad. No intervine ni dije nada en ese momento, pero escribí un cuento como respuesta. Luego se transformó en esta obra.
Ese impulso inicial la llevó hacia una introspección sobre su propia historia. Me pregunté cuánto me había afectado el racismo en la infancia. Recordé muchas cosas que había normalizado, como sentir vergüenza de mis orígenes. Mi abuela es indígena, habla otomí y de niña me avergonzaba decir que mi familia venía de un pueblo. En la escuela, eso era sinónimo de pobreza. Hoy me pregunto por qué debía sentir vergüenza de mi propia historia.
El proceso creativo de Mi color carne fue tan desafiante como revelador. Como dramaturga, directora y actriz, Sarmiento enfrentó dudas constantes: Soy una persona que duda mucho de sí misma —relata—. Todo el tiempo me preguntaba si estaba exagerando, si el texto sería ofensivo. Pero el recibimiento del público me hizo ver que no lo era. Fue un proceso de darme cuenta de muchas cosas.
En cuanto a la dirección, para compensar la falta de otra mirada que la guiara, grabó todos sus ensayos. La cámara fue mi ojo externo. Me grababa todo el tiempo y luego revisaba y corregía. Eso me ayudó mucho. También contó con la asesoría de Oscar Reyes en la dramaturgia y con el apoyo de Rosa María Landa en la asistencia técnica durante la etapa final.
La construcción del personaje de Queta partió de un dibujo que Adalia hizo al escribir el cuento original. Pensé: voy a poner este dibujo en una persona de carne y hueso. A partir de ese boceto construí la corporalidad del personaje. Además, ya había interpretado a otros personajes infantiles, lo que me ayudó a entender cómo abordar a una niña en escena». También comenta que fue importante considerar que los niños no tienen un filtro al hablar o al hacer juicios y cuestionamientos, característica que aprovechó para su creación de personaje.
En cuanto al enfoque educativo, Adalia considera urgente revisar el concepto de mestizaje en los programas escolares: Se sigue diciendo que todos somos mestizos y ya, pero no se profundiza en las otras mezclas que no fueron de españoles e indígenas, en las historias que han sido invisibilizadas. Decir que todos somos iguales borra nuestras diferencias. Somos distintos, venimos de luchas distintas, y eso hay que abrazarlo y reconocerlo.
La obra aborda e origen de la madre y la abuela de Queta, aspecto que también parte de la realidad de Sarmiento: Fue muy fuerte hablar de eso. De niña me avergonzaba decir que mi abuela era indígena. Hoy me doy cuenta de que eso le pasa a muchas personas, que apenas están reconociendo lo que vivieron.
El teatro en Xalapa, dice Adalia, vive un momento de diversidad y resistencia: Hay muchas propuestas, especialmente en teatro para infancias. Aunque ha habido cambios en la administración cultural que han generado incertidumbre, la comunidad teatral se ha mantenido unida. Siempre hay obras en cartelera y puedes ver todo tipo de teatro. Eso es muy valioso.
Su participación en la 45.a Muestra Nacional de Teatro fue un reconocimiento inesperado: No imaginé que nuestra primera obra sería seleccionada. Es una gran oportunidad para conocer otras propuestas, para inspirarnos, para abrir puertas. La Muestra es el espacio ideal para presentar, compartir y dialogar.
Mi color carne es, en palabras de su creadora, una obra que nace de una necesidad personal, pero que ha logrado tocar fibras colectivas. Una propuesta que, desde la mirada de una niña, invita a cuestionar lo que muchas veces se da por sentado. Una obra que, como su nombre lo indica, nos recuerda que el color de la piel también es historia, memoria y resistencia.
Puedes ver la entrevista completa aquí: https://youtu.be/lddcHD1rMuE?si=H0YRjocZcdh3wwWp




