FOTOGRAFÍAS: RICARDO CASTILLO CUEVAS
MI COLOR CARNE
El café es un color hermoso.
MI COLOR CARNE

Queta, una niña de 10 años apenas en cuarto de primaria, cae en conciencia de que el color de su piel la hace distinta a su compañera de clase Melissa. En la clase de historia le hablan de mestizaje,, dejando en claro en les niñes que tener sangre española es mejor que ser puramente indígena; a pesar de que Queta baila mejor, a Melissa la ponen al frente del escenario pues, de acuerdo con su maestra, ella es más bonita; una caja de colores declara con certeza cuál es el tono oficial de la piel, mismo que no cuadra con el de sus orígenes, con el de su abuela y madre. La curiosidad de una niña se ha despertado, una investigación comienza y en el camino llegará al orgullo de entender que el café es tan bonito como cualquiera.
La discriminación racial sistémica, arraizada y normalizada dentro de la sociedad mexicana, una que desde la educación violenta e invisibiliza, y que lleva erróneamente a las infancias a concluir que lo blanco es mejor que lo moreno, es el tema que la dramaturga, directora y actriz Adalia Sarmiento aborda en “Mi Color Carne”. Este unipersonal les habla a las jóvenes audiencias desde su propio lenguaje, sin caer en la infantilización o en la condescendencia, desde lo lúdico y humorístico, para generar un sentimiento de equidad entre todes, al mismo tiempo que busca que el público adulto se cuestione la manera consciente o inconsciente en que operan los privilegios raciales, las violencias contra lo indígena, la forma en que en México todos somos iguales en letra, pero no en práctica.
La voz de un narrador introduce a los espectadores al mundo de Queta, a su predilección por los viernes morados y el desagrado que tiene por que le llamen Enriqueta. Ya en escena, la niña comparte algunas experiencias en la escuela que se consideran perfectamente normales como las pláticas que tiene con sus compañeres de clase sobre qué tan españoles son cada uno, o las muchas pequeñas formas en que su maestra la trata diferente por no entrar dentro de lo que se supone que es la belleza. Convertida en una exploradora, en América Vespucia, Queta comienza a investigar sobre la raza y, en su búqueda por respuestas encontrará una injustificada vergüenza en su propio hogar, en las fotos en blanco y negro de su propia descendencia.
Dramatúrgicamente, resulta notable la manera en que “Mi Color Carne” captura el sentir infantil ante la discriminación a partir de la curiosidad, de la búsqueda de respuestas y el entender, y no desde la victimización. Esto lo opera Sarmiento desde un lenguaje apropiado para su personaje, esta niña de 10 años llena de preguntas ante la realidad racializada a la que se enfrenta, que conecta con las infancias a la par que cuestiona y critica los sistemas educativos actuales, mismos que en los libros de texto siguen perpetuando violencias raciales. Asimismo, la creadora escénica expone de forma honesta y amorosa su realidad y origen familiar indígena, visibilizando con esto un linaje originario que debería ser celebrado, nunca oculto tras puertas de la vergüenza.
Dos pies conversan, uno de ellos con una media blanca, el otro desnudo revelando su piel morena; dos cucharas y una manzana representan a estudiantes de primaria y un zapato funciona como un perro de la calle a quien se le define como mestizo al no poder definir su raza; de una fotografía se desprende una figura de papel de la mamá de Queta, y en un pequeño escenario se representa una escena en el campo entre sombras.
Escénicamente, “Mi Color Carne” es una amalgama armónica de lenguajes teatrales que ayudan a acentuar la propuesta dramática al mismo tiempo que permiten a las infancias conectar con mayor facilidad con la narrativa. Teatro de objetos, de papel, de sombras, danza y títeres son parte de las herramientas que utiliza Sarmiento, cada una de ellas con un objetivo claro que va sumando al discurso crítico sin ser reiterativo. Ya sea proyectando en un acetato las distintas nomenclaturas que los españoles designaron a las mezclas raciales durante la conquista o meramente con unos lápices de colores en la mano, la dirección de la puesta en escena está en función de la dramaturgia, la ayuda a llegar de manera contundente hacia las butacas. Esto se consigue de igual manera a partir de una actuación comprometida por parte de Sarmiento quien da vida a Queta desde el juego, como una niña que habla, se comporta y reacciona, justamente, como una niña, que usa sus trenzas como una barba, aun cuando también da vida, con gran vena cómica, a una maestra que usa lentes, tiene un tic en el ojo derecho y es un tanto racista.
“Mi Color Carne” de Merinfa Teatro y representante del estado de Veracruz, se presentó en el Teatro 8 de Octubre el domingo 9 de Noviembre y en el Teatro Álamos el lunes 10 de Noviembre de 2025 dentro de la 45 Muestra Nacional de Teatro en la ciudad de Cancún, Quintana Roo.

DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Mi Color Carne
DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: Adalia Sarmiento
ELENCO: Adalia Sarmiento y José María Medina
DÓNDE: Teatro 8 de Octubre
DURACIÓN: 50 minutos sin intermedio.




