LOS OJOS DE ANA
Para jóvenes que buscan un teatro que le apuesta a su inteligencia y sensibilidad.
LOS OJOS DE ANA
“Esa niña no funciona.”Ana siempre ha sido diferente. Desde que nació con ojos de distinto color, se veía venir que no sería como todos los demás. Ana es especial. Se ha descubierto que tiene una inteligencia por encima de la media y es por ello que siempre ha tenido problemas en la escuela. Un análisis literario y un piercing en el ombligo son la gota que derramó el vaso. Sus padres quisieran ayudarla, pero también tienen que atender sus propios problemas. Ana es especial, es diferente y pagará un precio muy alto por ello.
“Parece que nunca tuviste quince años.”El tema del bullying claramente está de moda y el oportunismo no se deja esperar, dando vida a muchas producciones de baja calidad y presupuesto, únicamente buscando el patrocinio de escuelas para vender muchos boletos, siendo que lo único que los adolescentes verán es algo más cercano a un comercial del DIF que a teatro. “Los Ojos de Ana”, del dramaturgo francés Luc Tartar, se encuentra exactamente al lado opuesto de este espectro.
“Mamá, soy tu bebé, ven a buscarme.”En vez de simplemente quedarse en una anécdota donde una niña es víctima de burlas por sus compañeros de escuela, Tartar se adentra en las psicologías de todos los personajes que giran dentro de la órbita de Ana. Una madre que sólo quiere a su mamá, un padre desequilibrado debido a una crisis laboral, un amigo tan diferente como ella e impotente para ayudarla y el atacador principal son objeto de estudio bajo la lupa del autor. Conocemos a Ana a través de los ojos de todas estas personalidades, aun cuando la titular de la obra nunca haga su aparición en escena.
“Cada uno asciende hasta su nivel de incompetencia.”Forma y fondo cobran vida y fuerza cuando este texto cae en manos del director Boris Schoemann. Un experto en crear grandes cuadros escénicos con tan sólo un puñado de elementos. Schoemann nos logra transportar a una casa, a una escuela, a un baño, a una sala de maestros y a un patio tan sólo con un sillón, una puerta, una acertada iluminación y nada más. Las palabras son fuertes, pero la teatralidad que les imprime Boris las vuelve terribles y sangrientas.
“La madre no quiso ver a la niña.”El elenco de “Los Ojos de Ana” está cuidado, como en la mayoría de los montajes de Boris, consiguiendo un ensamble sólido y preciso. Sin embargo, quisiera destacar el trabajo de Guillermina Campuzano como Lola, la madre de Ana, quien crea una extraña mezcla entre una esposa desesperada y Blanche Dubois. Su escena con un prostituto travestido me recordó claramente a la protagonista de “Un Tranvía Llamado Deseo” en su escena con el repartidor de periódicos, por la manera en que su mirada pasaba de la desesperación de una bestia enjaulada a la de una gata en celo.
“Sólo quiero que me devuelva mi imagen.”El teatro que más me puede ofender es aquel que sea condescendiente con su público. Un montaje que sienta la necesidad de explicarlo todo, a modo de telenovela babosa, porque considere que los asistentes no entenderán me resulta insultante y detestable. “Los Ojos de Ana” toma un riesgo tremendo al combinar un texto poderoso con imágenes teatrales llenas de simbolismo, que no será fácilmente digerido por un adolescente acostumbrado a los videojuegos, a “La Rosa de Guadalupe” o a Doña Lucha. Los jóvenes gritan constantemente que desean ser tratados como adultos. Pues bien, “Los Ojos de Ana” les exige que abran la mente y la sensibilidad para poder recibir la magia que sólo se puede conseguir en el escenario. Para aquellos que acepten el reto, serán mejores seres humanos; para quienes se rindan a los quince minutos, por considerar que no le entienden a la obra, tengo la esperanza de que maduren y le den a las artes escénicas una segunda oportunidad.
Búscanos en Facebook y Foursquare como Entretenia
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)