LOS IDIOTAS
Para quienes quieren ser arrastrados a emprender un absurdo viaje que los mueva hacia la nada.
LOS IDIOTAS
Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Un viaje hacia ninguna parte que es interrumpido por el vuelo de una golondrina puede ser el inicio perfecto para una aventura que no tiene principio ni fin, pero que dos compañeros están dispuestos a emprender, siempre y cuando se mantengan juntos y hayan historias que contar. Las cuerdas que los mantienen unidos son fuertes. Sin embargo, una necesidad irracional de nunca separarse y las mentiras que se han contado lo son aún más y, aun cuando todo parezca absurdo en este relato, los que están del otro lado, aquellos que simplemente miran y no hacen nada pero que siempre se están moviendo, entenderán.
“Si tú necesitas una sombra, yo puedo inventártela.”La co-dependecia, la libertad que uno mismo se niega en favor de la compañía de alguien más, la imperante necesidad de constante movimiento, las mentiras sobre las que se construye una relación y el eterno sentimiento de no estar llegando a ningún lado son algunos de los temas que el dramaturgo uruguayo Carlos Liscano desarrolla con enorme ingenio y profunda seriedad en la pieza de teatro del absurdo “Los Idiotas”. Claramente influenciado por la obra maestra “Esperando a Godot” de Samuel Beckett, uno de los trabajos dramatúrgicas más importantes del siglo XX, Liscano nos presenta a Ke y Ku, evidentes alter egos de Estragón y Vladimir de la obra de Beckett, quienes se hallan atrapados en un eterno viaje hacia un lugar desconocido, encadenados por el amor y la dependencia que existe entre ellos.
“No sé cómo hacer para vivir con la gente de verdad.”Lo primero que impresiona en el texto de “Los Idiotas”, más allá del magistral uso de los recursos teatrales absurdistas, es la poeticidad con que el dramaturgo ha entretejido un tierno sentido del humor provocado principalmente por la hermandad que existe entre los dos personajes, con la cruda crítica que le hace a un sistema social donde el eterno movimiento ha conducido a la parálisis. A partir de esta aparente contraposición, el espectador se convierte en juez y participante del juego en el que ambos personajes y cada uno de los presentes se ve inmiscuido sin la posibilidad de salir bien librado.
“Te miento por hacerte el bien.”La madurez que Dettmar Yañez demuestra en la dirección escénica de “Los Idiotas” es evidente al tomar las palabras del dramaturgo y llevarlas a niveles mucho más profundos tanto en la divertida propuesta absurdista que presenta como en la suave bofetada que le atesta a cada una de las personas que se encuentran cómodamente sentadas en las butacas. Con trazos escénicos adecuados, un ritmo consistente y un sólido trabajo de vestuario e iluminación, cada aspecto en el montaje se encuentra en función de la visión del director, la cual evidentemente busca la carcajada nerviosa ante el reflejo distorsionado que presenta de la realidad como una fuerte reflexión al término de la obra. Esto es todavía más evidente y potencializado con el manejo de la participación del público, incluso llegando a trasgredir la cuarta pared y haciendo partícipe a un incauto miembro del público dentro de la historia. Sin lugar a dudas, “Los Idiotas” es el trabajo mejor logrado en la carrera de Yañez, un director que se supera a sí mismo con cada nuevo trabajo que enfrenta.
Los niveles de compromiso y talento necesarios para poder actuar dentro del teatro del absurdo son altísimos, dado el nivel de complejidad que exige el poder decir diálogos y realizar acciones aparentemente sin sentido, pero imprimiéndoles toda la lógica necesaria que le permite al espectador seguir la línea dramática sin sentirse completamente perdido. La labor escénica que realizan Daniel Bretón y Oskar Ixta, como resultado de un evidente trabajo de mesa con su director, es admirable ya que ambos actores consiguen imprimirle vida y razón a este par de idiotas que han dejado de ser ellos mismos en favor del otro. Sin embargo, es necesario resaltar la actuación de Bretón quien resulta entrañable en todo momento del montaje, sobre todo gracias a un compromiso absoluto que lo lleva a actuar con el cuerpo, con su voz, con la mirada y con cada partícula de su ser. Un trabajo de este calibre es un fuerte indicador de grandes cosas por venir para el joven actor, a quien no se le debe de perder de vista.
“A mí nunca me gustó que me arrastraras.”Durante más de diez años de mi vida fui un idiota que al final terminó yendo a “Co-Dependientes Anónimos” para tratar de ser libre de ataduras, de la necesidad de arrastrar a alguien para así poder convertirme en un ser humano independiente de los demás. Ahora soy capaz de reconocer también que durante esos mismos diez años me la pasé moviéndome sobre mi propio eje, avanzando sin cesar hacia ningún lado pues no era capaz de dar dos pasos hacia adelante sin antes mirar a mis espaldas para asegurarme de que se me estuviera siguiendo. Hoy no sé a ciencia cierta qué tan libre de cadenas me encuentro, pero sí estoy seguro de que camino hacia adelante, hacia cosas mejores, de la mano de quien amo, con la certeza de que estamos agarrados porque así lo queremos y no porque estemos unidos por unas esposas invisibles que nos condenan al absurdo de siempre dirigirnos hacia la nada.
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