LA VIOLACIÓN DE UNA ACTRIZ DE TEATRO
Para quienes entienden que hay una larga espera por delante antes de que las cosas cambien.
LA VIOLACIÓN DE UNA ACTRIZ DE TEATRO
“Diles que no voy a poder actuar porque estoy muerta.”
Del otro lado de la cámara, más de mil espectadores están esperando a que la famosa actriz se conecte y dé comienzo a la función. La productora también aguarda, pero en su caso, a que a la interprete se le baje un poco el efecto de tanto alcohol que ha ingerido tras despertar de lo que pareciera haber sido un muy largo sueño. En este departamento, que en realidad es un teatro, entre amenazas de suicidio, recuerdos trastocados que salen a la luz, y un sistema que ha permitido que actos deleznables se lleven a cabo en camerinos, se esperaría que la espera no sea tan larga. Sin embargo, lamentablemente, a momentos parece que será eterna.
“La peste siempre ha estado entre nosotros.”
Basándose en hechos reales, la dramaturga chilena denuncia la violencia de género y al sistema endémico social que la permite continuar sucediendo de manera rampante en su obra “La Violación de una Actriz de Teatro”. Lo que de inicio pareciera ser una discusión entre una diva altiva y una productora desesperada por que la función de esa noche pueda llevarse a cabo, poco a poco se revela como una catártica plática entre dos mujeres que han sido violentadas de manera imperdonable y que se han visto forzadas a callar por una sociedad heteropatriarcal que silencia a las víctimas.
“Esta obra tiene chistes sobre violación y a mí me violaron.”
Amanda, la embriagada actriz que ha intempestivamente despertado tras demasiados años de callar las agresiones a las que fue sujeta, confronta a Karla con hechos que la productora no está dispuesta a enfrentar. Tras ser sacudida con la indiscutible verdad, la más joven de las mujeres entiende que ha sido tanto víctima de una agresión sexual, como cómplice en el encubrimiento y de un sistema que no cree a las mujeres que denuncian o que, por conveniencia, prefieren cegarse a hechos deleznables. La Violación de una Actriz de Teatro” denuncia sin duda, pero se atreve a ir más allá a través de mostrar las múltiples maneras en que la violencia de género es permitida, solapada, justificada, o invisibilizada. Al utilizar los nombres verdaderos de las actrices, la dramaturgia personaliza las situaciones planteadas en una clara ejemplificación de que estos asaltos sexuales pueden sucederle, o le han sucedido, a muchas mujeres. Su contundente final, inesperado y que en definitiva confronta al espectador de manera directa con una detestable realidad, espera ser detonante de conversaciones, de verse al propio espejo, de ser un agente de cambio que permita que las cosas sucedan de mejor manera.
“No somos más que cuerpos que romper.”
Entre los asistentes, se encuentran tres butacas cubiertas de tierra que durante la puesta en escena son iluminadas en algún momento sin mucha consecuencia. Cuando la actriz principal entra al teatro, aparece desde la parte superior del recinto para bajar por las escaleras hacia el escenario, espacio que será usado por la productora cuando la realidad sea insoportable. Cuando se hace referencia directa a los ataques sufridos por las mujeres, una luz blanca casi en estrobo ilumina una zona trasera del escenario. La dirección que Cecilia Ramírez Romo realiza en “La Violación de una Actriz de Teatro” está cargada de estímulos visuales y auditivos que parecieran buscar la confrontación con el espectador, enfatizar lo que ya está estipulado en la dramaturgia. Sin embargo, estos elementos son ambiguos u oscuros en su aportación a la puesta en escena, misma que alcanza su objetivo tanto por el texto mismo como por las actrices a cargo de su interpretación. La inmensidad del teatro Juan Ruiz de Alarcón es explotada con buenos resultados por la directora, quien escenifica un melodramático intento de suicidio o la más paciente y dolorosa de las esperas con la fuerza suficiente para ser contundentes en sus intenciones. Se destaca la labor en el diseño sonoro de Miguel Jiménez y Miguel Tercero, como el vestuario a cargo de Libertad Mardel.
“A todas nos han llenado de gusanos.”
Cuando Amanda Schmelz baja embriagada por las escaleras del teatro, culminando su borrachera vomitando tras las cortinas de la entrada, su mirada pareciera ser la de una bestia feral enjaulada. Al comenzar a revelar sus recuerdos anteriormente adormecidos, su ira se libera, entremezclada con el dolor que aún le causa lo acontecido. Karla Camarillo, como la productora, se muestra fastidiada ante los desplantes de diva de Amanda, actuando a momentos como una madre cuidando a una niña malcriada. Más cuando se empiezan a disparar sus propias memorias, Karla comienza un proceso de descomposición emocional que se confronta directamente con la negación que estaba mostrando antes. El trabajo de ambas actrices, parte del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro, en “La Violación de una Actriz de Teatro”, es a partir del realismo y la entraña emocional. Sus dolores, desesperaciones, frustraciones e ironías provienen de un lugar honesto y doloroso, mismo que transforman en estoicismo absoluto durante el final, elemento clave para alcanzar la contundencia. Es en esta dupla de mujeres que la dramaturgia de Zuñiga cobra toda su fuerza y relevancia.
“No necesito que nadie me crea.”
Duele estar escribiendo sobre esta obra a días de que una chica fue violada en un baño del CCH sur de la UNAM. Duele aún más que cuando fue a denunciar, se le respondió que no había pruebas suficientes para hacer algo por ella. Aún más doloroso es que esto sucede todos los días, a lo largo y ancho del país, sin que se llegue a generar un cambio real que detenga esta barbarie. Duele, duele mucho y es por ello que se tiene que denunciar, marchar, alzar la voz en forma colérica para ya nunca, nunca más tener que sencillamente pararse al frente de un escenario a esperar… y esperar… y esperar.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: La Violación de una Actriz de Teatro
DRAMATURGIA: Carla Zúñiga
DIRECCIÓN: Cecilia Ramírez Romo
ACTÚAN: Karla Camarillo y Amanda Schmelz
DÓNDE: Teatro Juan Ruiz de Alarcón
DIRECCIÓN: Centro Cultural Universitario, Insurgentes Sur 3000.
CUÁNDO: Jueves, Viernes 20:00, Sábados 19:00, Domingo 18:00 horas. Hasta el 4 de Diciembre 2022.
COSTO: $150. Boletos en taquilla. Aplican descuentos.
DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento. El Centro Cultural Universitario cuenta con una extensa cartelera en sus diferentes teatros, les recomendamos revisarla.