Jodidxs: disección al malestar generacional “XD”
Lupita Gómez
Jodidxs, de la compañía Pornotráfico de la Ciudad de México, presenta una propuesta experimental, provocadora y queer, que escarba en las aspiraciones y desencuentros de una generación. Con texto y dirección de Anacarsis Ramos, el montaje se presenta como un mosaico episódico, de naturaleza fragmentada y tumultuosa, como la mente de una juventud que se enfrenta al fracaso, al afecto erosionado y a la depresión.
La obra prescinde de una narrativa lineal. De acuerdo con la compañía, Jodidxs es un zapping cercano a la experiencia de vivir con TDAH. Opta por un entramado de viñetas: desde la alusión a una caricatura exasperada, el deseo de poseer un vehículo propio, la dependencia farmaceútica, el duelo amoroso y el monólogo de una madre, para terminar en un íntima obra con una serpiente, una rata y un marihuano.
Jodidxs emplea como principal catalizador el episodio «Ciudad Calamardo» de Bob Esponja, donde el protagonista se traslada a una urbe que le promete alegría; sin embargo, termina encapsulado en una falsa felicidad. Esta alusión a la cultura pop —estridente y colorida— no solo es un guiño nostálgico, sino que opera como un reflejo de las generaciones de millennials y centennials. Es el trabajo que une las experiencias de 7 identidades que colisionaron en un laboratorio y que hoy se denomina Pornotráfico.
La dramaturgia es una aleación de comedia negra y poesía del desencanto. El libreto no teme a la yuxtaposición y lanza líneas que podrían convertirse en aforismos:
En entrevista Anacarsis sugiere que a pesar de que Jodidxs está llena de referentes generacionales, “tiene muchas capas de lectura; hay una primera capa […] que va directamente como una cualidad emocional”, y de esta manera, a pesar de no conocer a cabalidad, se interpela al otrx desde la sensibilidad y la memoria. Así, la poética teatral se convierte en un resonador de las crisis dentro y fuera del escenario, porque a más de unx le evoca un descalabro, un tiempo de miseria o un mal amor.
En este universo caricaturesco de la desilusión aparecen ideas sobre el fracaso creativo, la inestabilidad financiera, la crudeza del sexo, además de la presión capitalista por el bienestar. Hay un tratamiento del humor corrosivo y honesto, que en combinación con una estética hiperbólica —donde Sarah Kane y Mark Ravenhill se tocan— hacen digerible lo que de otro modo sería intolerable.
El elenco integrado por Erik Gutierrez Otto, Daniela Luque, Lilie Khavetz, Santiago Villalpando y Daniel Berthier ofrece un despliegue de actuaciones que oscilan entre lo visceral y lo delicado. Su interpretación es un ejercicio de funambulismo emocional que sin importar por cuántos personajes transiten, aceitan los engranes del entendimiento y la imaginación del otrx.
Todxs son personajes hartos del realismo acartonado. Comunican desde la vestimenta, con portes de ensueño que gritan sin pedir disculpas. Esta no es una fantasía, se habita el ser sexy, ser cursi, ser queer, ser extravagante, y sobre todo, encontrarse.
El equipo actoral se ve inmerso en una propuesta escénica que recurre al metateatro, caricaturización, danza, proyecciones multimedia e incluso toques de clown. En este sentido, destaca la combinación del talento de Karla Sánchez Kiwi desde el ala audiovisual, con videomapping, pantallas verdes, hasta la escritura que emula la tiza; junto con la iluminación de Thalía Palacios, el trazo coreográfico de Ricardo Daniel y el diseño sonoro de Isay Ramírez.
La dualidad escenografía-vestuario potencia el trabajo y se convierte en un experimento simbólico. Se trata de una estructura —semejante a una choza o jaima— que se transforma constantemente: pantalla de TV, dormitorio, refugio materno y escenario dentro de un condominio.
Este componente camaleónico, cubierto de telas zurcidas y estampados disímiles que sustentan el universo de la precariedad, también es el abrigo y vestuario de los personajes, quienes se funden en abrazos, pesadillas y escenarios improvisados. Esta simbiosis entre intérprete y textil nos recuerda que la identidad, al igual que la vestimenta, es fluida y mutable, capaz de redefinirse según los pulsos creativos.
La dirección utiliza cada rincón del espacio con un sostenido ritmo ágil, sin comprometerse con una narrativa específica. Los movimientos están coordinados de modo que las distintas tramas se entrecruzan y son legibles mediante guiños, sin llegar a obviedades.
Cabe destacar que cada episodio tiene un pináculo, la cadencia sincronizada del hartazgo de Villa Tentáculos, la destreza monológica de una madre con un galón de gasolina, la maraña de conflictos que edifican un violento precipicio, hasta llegar al cierre de tiza que enuncia al teatro como transformador de tristezas.
En este sentido, Otto recordó en entrevista que “el realismo no es solo una categoría dramatúrgica, sino una concepción del universo […] hacen falta piezas que den muestra de otras posibilidades, de entender nuestras realidades, o de configurar el imaginario colectivo”.
Jodidxs deja preguntas sobre la representación: ¿cómo la fluidez de la identidad refleja un “yo” contemporáneo?, ¿cómo emplear la experimentación para problematizar las nociones del teatro «tradicional»?, ¿qué estrategias de acceso y democratización necesitamos para que las diferentes voces tengan un lugar digno?
Jodidxs no pretende ofrecer panaceas. Por el contrario, demuestra la capacidad del teatro para cuestionar la realidad e invita a la reflexión colectiva sobre las imposiciones hegemónicas que hieren a las sociedades, al arte y a la cuerpa. Como se confirió en escena: “lo que verán de nosotrxs será la forma en la que decidimos moldear con el otrx”.
Ficha técnica:
Compañía: Pornotráfico
Dramaturgia y dirección: Anacarsis Ramos
Elenco: Erik Gutierrez Otto, Daniela Luque, Lilie Khavetz, Santiago Villalpando, Daniel Berthier
Iluminación: Thalía Palacios
Vestuario: Anacarsis Ramos y Airam Castillo Fernández
Música original y diseño sonoro: Isay Ramírez
Diseño de dispositivo multimedia: Karla Sánchez Kiwi
Coreografía: Ricardo Daniel
Asistencia de dirección y producción: Thalía Palacios
Maquillaje de Calamardo: INSEKTO [@_insekto_]
Diseño de póster y tipografía: Santiago Villalpando
Producción: Fausto Castaño
Producción de primera temporada: Moisés Romero y Anacarsis Ramos
Realización de vestuario y funda de la casa: Ray Sánchez y Rafael Villegas
Planos de la casa: Humberto Cuapio
Ilustración: Nicolasa Ortiz Monasterio