ERAMOS TRES HERMANAS
Para quienes quieren sumergirse en un universo chejoviano con tintes de Beckett.
ERAMOS TRES HERMANAS
“El tiempo pasa y yo sólo veo como me alejo de la vida.”
La escena está puesta, las indicaciones del autor por demás claras, tres mujeres atrapadas en su propia casa donde las raíces han tomado posesión de las estructuras y donde volverán a repetir los diálogos que han lanzado a oídos sordos una y otra vez en un ciclo interminable. Tres hermanas que alguna vez se atrevieron a soñar ahora son sombras condenadas a verse cara a cara para cuestionarse sobre su destino. El teléfono suena. Nadie contesta. La espera continúa. Moscú nunca llegará.
“También nos olvidarán a nosotras.”
Las Tres Hermanas, una de las obras más icónicas de Antón Chejov es reinterpretada y deconstruida por el autor y también director José Sanchis Finisterra en “Eramos Tres Hermanas”, una búsqueda casi académica por reducir el trabajo de uno de los más grandes dramaturgos del siglo XX hasta su mínima expresión. El resultado es una intelectualmente interesante amalgama entre las palabras del escritor ruso y las atmósferas creadas por el afamado dramaturgo Samuel Beckett, mejor recordado por la revolucionaria obra Esperando a Godot, hecho que resultará fascinante para quienes conocen el acervo dramático de ambos artistas, un trabajo poco accesible para el espectador casual.
“Dice el autor que no tienes que poner cara de tristeza.”
Masha, Irina y Olga, tres hermanas atrapadas en una casa que se está cayendo a pedazos, al mismo tiempo que está siendo invadida por las ramas de un árbol que podría ser el mismo donde Estragón y Vladimir esperan de forma perenne la llegada de Godot. Tres personajes jóvenes interpretados por actrices con edades por encima de los setenta años, que han sido condenados a repetir una y otra vez todas las escenas de una obra en la cual trágicamente nunca serán felices. La concepción escénica de Sanchis Finisterra, ahora bajo la supervisión de la directora residente Gema Aparicio, es teatro dentro del teatro, es precisa en su irrealidad, es poderosa en su escasez de recursos. A pesar de una desafortunada decisión al usar música por demás conocida de Phillip Glass para la ambición de momentos clave de la obra, “Eramos Tres Hermanas” se levanta como una fuerte propuesta cargada de diferentes significantes y ambientes creados a partir de la escenografía e iluminación de Patricia Gutierrez, un decadentemente glorioso vestuario por Estela Fagoaga y un claro entendimiento del tipo de ritmo y tono que una obra tan ambiciosa y compleja demanda para alcanzar verdad escénica, aun cuando ciertamente no la haga más accesible a un público que no esté familiarizado con Chéjov, Beckett o el teatro de propuesta del siglo XX.
“Esta noche he envejecido 10 años.”
Mientras camina lentamente hacia proscenio, Masha le pide melancólicamente a su hermana Irina que le repita las líneas que fueron pronunciadas por aquel que la abandonó. Sus manos, su respirar, cada fibra de su ser es una mezcla de contención, rabia y dolor en una bomba que jamás habrá de explotar. Irina repite obedientemente, cada palabra cargada de la pena que le llena decirlas. Sentada entre ellas, Olga es testigo silente de la escena, misma que ha presenciado una y otra vez, con paciencia y amor, aunque su desesperación a momentos se revela. La invitación que hace “Eramos Tres Hermanas” de poder ovacionar el trabajo de tres gigantes actrices sobre el escenario es irresistible. Interpretando a los personajes titulares de la obra, más todos los secundarios en la pieza del escritor ruso, Marta Aura, Ana Ofelia Murguía, quien alterna funciones con Adriana Roel y Marta Verduzco, se posesionan de tres mujeres con un tercio de la edad que tienen, en una búsqueda por la verdad en el pasado que nunca será encontrada, no importa que la repitan hasta la eternidad, sin ser relevante que una jovencita de 22 años tenga la cara marcada por toda una colección de arrugas, el pelo cano y su andar sea alentado por el peso de los años sobre el cuerpo. Gloriosas y decadentes a la vez, dando una catedra de experiencia sobre las tablas, siendo frágiles y feroces como dignas creaciones de Chéjov, estas grandes primeras actrices son sin duda el principal factor para ver, y aplaudir, “Eramos Tres Hermanas.”
“Todas las noches sueño con Moscú.”
La primera obra de teatro que leí tras haber sido aceptado en la UNAM para estudiar Literatura Dramática y Teatro fue precisamente Las Tres Hermanas. Todavía recuerdo la manera en que, en mi aun joven ignorancia, deseché el texto como una de las cosas más aburridas que había leído en mi vida ya que, según yo, era una obra donde no pasa nada. Hoy, me enfrento a un choque de mundos donde Masha, Irina y Olga esperan igual que Vladimir y Estragón, donde ese árbol es testigo del paso implacable del tiempo, donde aquellos que sabemos de teatro podemos apreciar un gran trabajo.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: “Eramos Tres Hermanas”
DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: José Sanchis Sinisterra
ACTÚAN: Marta Aura, Ana Ofelia Murguia, Adriana Roel y Marta Verduzco (alternan funciones.)
DÓNDE: Teatro Orientación dentro del Centro Cultural del Bosque.
DIRECCIÓN: Paseo de la Reforma y Campo Marte S/N.
CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 hrs. Hasta el 27 de Agosto.
COSTO: $150 entrada general. Boletos en taquilla y ticketmaster. Aplican descuentos.
DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: El Centro Cultural del Bosque cuenta con una extensa cartelera en sus diferentes teatros, les recomendamos revisarla. Cuentan con dos estacionamientos gratis al mostrar sus boletos para la obra. Se encuentra detrás del Auditorio Nacional.
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