EL PADRE
Para quienes entienden que la percepción de la realidad es aterradora cuando la memoria se difumina.
EL PADRE
“Yo no la necesito, ni a ella ni a nadie.”
¿Qué hora es? ¿Dónde quedó mi reloj? La mesa que estaba en el lado derecho de la sala ha desaparecido, o se ha movido a otro lado. Ana dijo que se iba a ir a Los Ángeles a vivir con su novio, aunque en ese lugar hace un calor infernal. ¿Cómo se va a mudar de ciudad con otro hombre si aquí está su esposo? ¿Por qué me mira con esos ojos de enojo? ¿Y por qué Ana se ve tan triste y desesperada cuando me habla? Todo está muy raro. Es hora de tomar las medicinas que esa mujer vestida de enfermera trae a… ¿es este mi cuarto?
“Hay algo de todo esto que no me hace ningún sentido.”
La pérdida de memoria y la distorsión de la realidad a raíz de la demencia senil es la base sobre la que el dramaturgo francés Florian Zeller construye su drama psicológico de 2012 “El Padre”. Ganadora del premio Moliere a Mejor Obra en 2014, ovacionada en Paris, Londres y Nueva York en sus múltiples montajes, y adaptada exitosamente a cine donde recibió seis nominaciones a los Premios Óscar, de los cuales ganó Mejor Actor para Anthony Hopkins y Mejor Guion Adaptado para el mismo Zeller junto con Christopher Hampton, la obra construye un verdadero suspenso a partir de adentrar al espectador en la mente de un hombre que no logra entender que lo que él percibe y recuerda ya no es precisamente la verdad.
“Esta es mi casa, ¿no?”
Laura es la nueva persona encargada de cuidar de Andrés. Cuando ambos se conocen, él se muestra encantador, bailando y ofreciéndole un trago de whisky, hechos que no dejan de sorprender a su hija Ana. Sin embargo, no pasa mucho tiempo antes de que Andrés se torne violento ante la constante confusión en la que vive, ante la certeza de que alguien le ha robado su reloj, ante no estar seguro de quién es la persona con la que está hablando. Más allá de construir un melodrama que busca la compasión o el sentimentalismo exacerbado, “El Padre” se desarrolla mucho más como una obra de misterio, donde el suspenso reside en el ir armando el complejo rompecabezas que es la mente del protagonista. Sin embargo, al mismo tiempo la obra es un doloroso retrato, no sólo de aquel que padece de demencia, sino de todas las personas a su alrededor. De tal manera, el público está absorto tratando de desentrañar lo que es verdad de lo que no en la mente de Andrés, mientras que es testigo del dolor de una hija que ve como su papá va desapareciendo bajo los efectos de la enfermedad, de la desesperación de una, o dos, cuidadoras tratando de atender a quien no quiere ayuda, del enorme enojo del esposo de Ana quien se encuentra atrapado en un infierno del que quisiera escapar. Es en este equilibrio, donde tantas y tantas emociones de arremeten unas contra otras, que la obra cobra mayor potencia, profundidad y relevancia.
“Me encanta romperle el esquema a la gente.”
El departamento donde vive Andrés va mutando en un abrir y cerrar de ojos. Puertas dobles esconden parte de los espacios para revelar que la cocina ha cambiado del lado izquierdo al derecho del lugar, que el cuadro de un árbol que va perdiendo sus hojas, clara metáfora a lo que pasa en la mente del protagonista, se ha movido de pared, que los artículos en un librero se van reemplazando poco a poco hasta que la presencia de medicamentos es más prominente que piezas decorativas. Cada uno de los cambios es precedido por un flashazo de luz blanca que enmarca todo el escenario, acto que pareciera simbolizar la cada vez más deficiente sinapsis en el cerebro de Andrés.
“¿Quién soy yo?”
El reto que implica llevar “El Padre” a escena es uno que Angélica Rogel asume desde distintas vertientes, todas ellas de manera precisa y exitosa. Por un lado, la escenificación a nivel visual debe emular lo que pasa en la mente de Andrés, cosa que se consigue a manos llenas gracias al elegante trabajo en la escenografía por parte de Jorge Ballina, y la iluminación de Ingrid Sac. Ambos elementos se conjuntan armónicamente para crear un aura de incertidumbre constante no sólo en el personaje titular, también en el espectador que busca dar sentido a los cambios constantes en la escena. Por el otro, Rogel consigue el tono preciso en la puesta en escena para balancear el misterio con el drama, para generar una enorme tensión dramática sobre el qué está pasando con Andrés, al mismo tiempo que hay conmiseración y dolor que no cae en lo chantajista. Este difícil equilibrio es testamento absoluto de la capacidad de la directora para abordar tan complejo texto desde un cabal entendimiento del mismo.
“¿Qué tiene sentido ahora?”
Mientras que Andrés habla casualmente con Laura, él menciona a su hija Elisa, su favorita. El dolor que se refleja en la cara de Ana al escuchar esto se entremezcla con un agotamiento profundo y aún más tristeza. A medida que la obra avanza, y el deterioro en la mente de Andrés es más pronunciado, su carácter pasa de una férrea agresividad a la confusión, la exasperación, hasta culminar en un derrumbamiento que lo deja en el suelo como un niño perdido en busca de la paz que trae un abrazo maternal. La última pieza que lleva “El Padre” hasta la contundencia es la presencia de Luis de Tavira en el papel principal. Una pieza clave en la historia del teatro mexicano contemporáneo, de Tavira da una verdadera clase maestra en la construcción de personaje a partir de la verdad, desde una muy real fractura emocional que se gesta desde la entraña, permitiéndoles con la misma facilidad ser encantador bailando un poco para su cuidadora, dejar libre su ira ante la desesperación que le implica no entender ya su realidad, o colapsando en angustia al sentirse perdido por completo entre gente que ya no reconoce. A su lado, Fernanda Castillo demuestra estar a la altura de su compañero de escena, siendo capaz de transmitir toda la vorágine de emociones que aquejan a Ana. El resto del elenco, conformado por Pedro de Tavira, Emma Dib, Ana Sofía Gatica y Alfredo Gatica realizan un trabajo igualmente loable que aporta al éxito de la puesta en escena.
“Papá, ¿te acuerdas?”
¡Necesito que me lleven a mi casa! Así nos gritaba mi abuela, mientras nosotros tratábamos de explicarle que aquí era su casa. ¡Dominga se ha robado a mi hijo! Entre exasperación y agotamiento le explicábamos una y otra vez a mi abuela que ese bebé no era suyo, era el hijo de la señora que nos ayudaba con la limpieza. ¿Dónde está Carlos? Entre lágrimas le teníamos que dar la noticia a mi abuela que mi tío se había muerto ya hace años, que sólo lo había olvidado. Escribo esto llorando, recordando con todo mi amor a Gima, mi abuela, quien padeció Alzheimer durante los últimos años de su vida. Estas letras están escritas a tu memoria, esa que perdiste por completo mucho antes de que tú nos dejaras.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: El Padre
DRAMATURGIA: Florian Zeller
DIRECCIÓN: Angélica Rogel
ELENCO: Luis de Tavira, Fernanda Castillo, Pedro de Tavira, Emma Dib, Ana Sofía Gatica y Alfredo Gatica.
DÓNDE: Teatro Fernando Soler, dentro del Centro Teatral Manolo Fábregas
DIRECCIÓN: Velázquez de León 31, Colonia San Rafael.
CUÁNDO: Viernes 20:30, Sábado 18:00 y 20:30, Domingo 18:00 horas. Hasta el 21 de enero 2024.
COSTO: $1,200, $1,000 y $800. Disponibles en taquilla y Boletos para El Padre | Detalle de fechas para Comedia | Ticketmaster MX
DURACIÓN: 110 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking.