EL HILADOR

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Para quienes se atreven a enfrentarse a la muerte desde una tétrica e hilarante historia de amor.

EL HILADOR

Por Juan Carlos Araujo
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas

“Hay distintos tipos de oscuridad.”

La luz que Elena tanto ama se desvanece cada vez que un auto Mercedes con olor a fresco pino se acerca. Sus ocupantes, Quirón y la Muerte, aparecen junto a una nube de cuervos cada vez que una nueva alma debe ser recolectada y llevada al inframundo. En medio de esta lúgubre labor, una historia de amor pareciera imposible de suceder, la mera idea se siente ridícula. Sin embargo, cuando una pluma blanca cae del cielo todo es posible, sobre todo cuando los corazones laten con fuerza y un hacha bien afilada esté a la mano. Sólo hay que tener cuidado con que la vida real no interfiera, que la lista de cosas por las que la vida es horrenda, retorcida y en serio jodida no aumente y que una araña ponzoñosa no se escape de su frasco.

“El niño trabajaría para la muerte de ahora en adelante y para toda la eternidad.”

Un amor imposible que surge desde la infancia, pues sólo puede vivirse cuando alguien muere, es la base sobre la que la dramaturga y directora Paula Zelaya Cervantes establece “El Hilador”, una comedia de humor negro ubicada en un universo donde la fantasía y la realidad colisionan para crear lo que podría percibirse como un cuento para niños de no ser por uno que otro asesinato. Con un uso de narraturgia fluido y natural, inyectando un humor ácido y sarcástico que se recibe con hilaridad desde la butaca, y entremezclando la cultura pop con imágenes lúdicas y poéticas, rúbrica que se ha visto en otros trabajos de la autora como Mil Veces No y 25 Actos de Maldad Extraordinaria, esta historia de muerte y esperanza levanta preguntas sobre lo que uno es capaz de hacer por la idea de un amor romántico, la manera en que la vida real es capaz de acabar con el mayor de los romances, y sobre el rol del teatro como el único espacio existente para crear magia y finales felices cuando el mundo, y la muerte, parecieran empecinados en que todo acabe en una tragedia.




“Si la muerte se para junto a la cabeza del moribundo puede que sobreviva.”

Dadas las condiciones un tanto macabras de su relación, Elena y Quirón deciden tomar cartas un tanto drásticas en el asunto. Entre fallecimientos un tanto bizarros, incluyendo una casa que fue empujada a un acantilado y una pulmonía empeorada por un hacha, los amantes se besan y la Muerte baila feliz mientras recolecta un gran número de almas. Sin embargo, no todo es un vivieron felices para siempre. Cuando las cosas se salen de control, Elena y Quirón escapan al mundo real donde las cosas no son tan fáciles como en un principio querían, a pesar de haber construido un hogar siguiendo las últimas tendencias hípsters del momento. Una mascota que se escapa abajo del refrigerador y una carrera entre un auto de lujo y un viejo Tsuru harán que todo cambie, y el último refugio para el amor se encuentre en un escenario olvidado. Estrenada en México en 2018 en el mismo Teatro Helénico, “El Hilador” esconde debajo de su exquisito humor negro y su mundo fantástico una profunda crítica a la idealización del amor, y a la manera en que las parejas permiten que las relaciones se destruyan por el día a día de la vida. Asimismo, en una segunda capa, la dramaturga abre una discusión sobre la muerte y la pérdida al mismo tiempo que escribe una carta de amor al teatro. Estas diferentes lecturas sobre la obra, al igual que la diestra manera en que la historia progresa y cambia de tono de la hilaridad fársica a una cruda y dolorosa seriedad, para después unirles en un giro de tuerca final, son testimonio de la capaz pluma de Zelaya Cervantes.

“Yo me opongo a estas prácticas profesionales tan tétricas e inapropiadas.”

Cuando en escena se ve por primera vez cómo la Muerte se lleva un alma al inframundo, esto se realiza con el muy poético acto de tomar un pañuelo blanco de un saco sobre el suelo, mismo que es colgado en una cuerda que se mueve hacia las butacas con el uso de poleas. La parca se presenta como un ser ataviado con grandes mantos negros y una capucha que crea la ilusión de una gran cabeza sin rostro. Esta figura imponente y tétrica se desmitifica de inmediato cuando se disfraza de manera ridícula como una tormenta, o cuando debe jugar Uno por el aburrimiento de que nadie se ha muerto en un rato. Entre usos de luz y sombra que generan atmósferas lúdicas o mortíferas, el uso de objetos como una escalera y una montaña de valijas como el camino para llegar al mundo real, o recurrir al teatro de sombras para ilustrar la destrucción de una morada, el universo fantástico en el que habita la obra, dentro de los cofines de un decadente teatro en tonos sepia, se va hilvanando. Dramatúrgicamente, “El Hilador” tiene mucho que admirarle, pero es gracias a la dirección de la misma Paula Zelaya Cervantes que las palabras cobran mayor sentido, fuerza y enorme comedia. Esto se debe, primeramente, al muy evidente entendimiento del manejo de tonos en la obra, a la capacidad de Zelaya Cervantes de mantener la tensión dramática al mismo tiempo que tiene a todo el público riendo a carcajadas. En segundo lugar, estéticamente la puesta en escena es un producto meticulosamente diseñado gracias a un equipo de creativos capaces de llevar la visión de la obra añ escenario. La escenografía a cargo de Sergio Villegas de inmediato transporta al espectador a un mundo tanto decadente como mágico de baúles, escaleras, percheros con ropa simulando el metro de la ciudad y paraguas llenos de hoyos. Esta se une a una precisa iluminación de Matías Gorlero que incluso trasciende el escenario en un tendedero de luces que sale hacia las butacas y de donde se cuelgan las almas que recoge la muerte. La música original de Iker Madrid que se conjunta armónicamente de los efectos sonoros diseñados por Manuel G. Aguirre que crean parvadas de cuervos y bancos de neblina con el puro sonido que envuelve al teatro. Ya sea explotando elementos clown en el personaje de la Muerte, transitando libremente entre la hilaridad y la emotividad, manejando un ritmo preciso y, sobre todo, con una visión estética que cuida hasta el más mínimo detalle, la puesta en escena es un triunfo sencillamente admirable.




“Esta es la parte en la que llego demasiado tarde.”

Al inicio de la obra, Elena se presenta como una mujer desenfadada, un tanto confrontativa, sin miedo a las palabras. Cuando se planta un mechudo en la cabeza, se convierte en una majadera y cruel madrastra capaz de encerrar a una niña de 9 años en una jaula en el sótano de su casa. Sin embargo, cuando está frente a Quirón y lo mira a los ojos, se convierte en una mujer amorosa, llena de ilusión y luz. Por su parte, Quirón es un joven que de entrada pareciera más inocente y frágil, enamoradizo al punto de ignorar a la muerte durante un juego de Uno con tal de escribirle una carta de amor a Elena. Más cuando se trata de hacer hasta lo imposible por que su amor sea una realidad, Quirón se convierte en la más ridícula y divertida máquina asesina. Uno de los grandes atractivos de esta temporada de “El Hilador” es el regreso del elenco original, con una mayor madurez actoral, una capacidad fortalecida de imprimir tanto comicidad como gravitas a sus personajes, resultando en un arco dramático más solidificado desde la actoralidad y un final más contundente. Tanto Ana González Bello y Evan Regueira mantienen su química original entre ellos, al mismo tiempo que ambos aportan nuevos matices a sus personajes que los vuelven más interesantes y redondeados. Igualmente del elenco original, Marcos Radosh retoma su hilarante y fascinante rol como la Muerte, demostrando sus capacidades no sólo dentro de la comedia, sino en el clown y en un manejo corporal capaz de expresar una amplia gama de emociones sin pronunciar una sola palabra. Con el mero asentir de su cabeza, con el recargarla contra una pared, manipulando una pluma blanca, o haciendo sonar una corneta de ganso mientras sostiene un abanico de plumas, Radosh consigue constante hilaridad y una gran ovación final en un papel que sigue siendo tan potente como lo fue en su estreno hace 7 años.

“Los bordes de la realidad no son flexibles.”

Revisitar un recuerdo siempre será complicado, pues la mente es un órgano profundamente traicionero. Prueba de ello es que yo podría haber firmado sobre una pila de biblias que había una escena donde la Muerte aparecía en patines durante la obra. Mis memorias decían que “El Hilador” era una obra que tenía que volver a ver en su nueva temporada, pues era una verdadera joya escénica que no me podía perder. Me es inmensamente gratificante decir que, aun cuando no hay un solo patín en la obra, “El Hilador” sigue siendo tan maravillosa como lo fue en su noche de estreno en 2018, si no es que mejor aún gracias a la madurez de sus participantes. Esta Muerte será recordada por siempre como maravillosa, graciosa y como la hermosa carta de amor al teatro que su autora escribió hace ya tantos años.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: El Hilador

DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: Paula Zelaya Cervantes

ACTUAN: Ana González Bello, Evan Regueira y Marcos Radosh

DÓNDE: Teatro Helénico dentro del Centro Cultural Helénico

DIRECCIÓN: Avenida Revolución 1500, Colonia Guadalupe Inn.

CUÁNDO: Lunes 20:30 horas. Hasta el 12 de Septiembre.

COSTO: $410.  Disponibles en taquilla y Boletos para EL HILADOR en Teatro Helénico

DURACIÓN: 90 minutos sin intermedio.

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con valet parking y estacionamiento.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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