EL BIEN Y EL MAL AMADO
Para quienes se han enamorado, han sido cursis, les han partido el corazón y han deseado olvidar.
EL BIEN Y EL MAL AMADO
“Quisiera jugar contigo un juego que nunca terminara.”Ir por la calle caminando entre pompas de jabón y repartiendo caramelos a extraños suena ridículo, pero nada lo es cuando se está enamorado. Canciones como “Close to You” de The Carpenters o “Hopelessly Devoted to You” de Vaselina son melosas y cursis pero cobran fuerza y sentido cuando se está enamorado. ¡Qué hermoso es el amor! Hasta ese día, imposible de imaginar, en que todo lo soñado se evapora, todo lo deseado es una burla y todas las promesas son traicionadas. Qué hermoso es el amor, hasta ese día en que todo se acabó.
“Quisiera ver si lo podemos lograr.”Con gran teatralidad, una dosis poética y elementos físicos que subrayan la gloria y el infierno vivido, el dramaturgo inglés Ben Webb entrega en “El Bien y el Mal Amado” un discurso sobre la naturaleza del amor, con todo su esplendor cuando comienza y con todo su drama cuando termina. Tomás y Mateo se conocieron, se besaron, se amaron, se prometieron y ahora que todo ha terminado Tomás no logra entender como pudo amar tanto a quien ahora es un extraño. Las muestras de afecto de antaño son ahora cursilerías ridículas, evidencia de cuan patético se puede llegar a ser.
“Quisiera que interfirieras en mi vida.”“El Bien y el Mal Amado” no es, de naturaleza, un texto fácil que permita un montaje tradicional. Mariano Ruiz, traductor, director y actor principal de la obra, entiende este hecho perfectamente al ofrecer una obra que cautiva por su riqueza visual con no más de un puñado de elementos escénicos. Con poeticidad y estética, Mariano crea mundos color de rosa llenos de cursilería o infiernos calcinantes a partir de coreografías precisas que convertirán a un simple juguete en un cruel verdugo o a un juego de resorte en un patético reflejo de la codependencia. Una guerra de besos muta a una danza que busca el contacto físico del amado para deformarse en una carrera desesperada por huir de uno mismo. Una obra no convencional recibe una dirección acorde que la viste elegantemente con apenas un sweater, un paraguas, una escalera y una pantalla.
“Quisiera hacerlo por siempre.”Elementos como música e iluminación son de suma importancia para “El Bien y el Mal Amado” y como tal, se deben de cuidar en extremo. Entiendo que el espacio del Centro Cultural de la Diversidad tenga ciertas limitaciones técnicas, pero ante un producto de suma valía artística un corte mal logrado en la música o un cambio sucio de iluminación puede provocar que el espectador se salga de esta ficción a la que se nos ha invitado. Una obra hermosa merece también belleza en sus aspectos técnicos.
“Has sido mi mejor error.”Ante un texto y una dirección tan complejas, se podría suponer que las actuaciones estarían al mismo calibre. Sin embargo, “El Bien y el Mal Amado” se beneficia de actuaciones físicamente demandantes pero escénicamente sencillas y contenidas. Un excelente ejemplo de esto es el trabajo que realiza Jonathan Ramos como Mateo, quien ejecuta toda una serie de piruetas y maromas durante la obra, para en un momento desaparecer entre las sombras mientras Gabriel Hernán y Mariano Ruiz comparten una escena. Esto sonaría intrascendental de no ser por el hecho de descubrir una sola lágrima cayendo en absoluto silencio por la cara de Jonathan. Una actuación elegante que se gana mi respeto al brillar en la oscuridad.
“Fue increíble, pero no fue para siempre.”Los creadores de “El Bien y el Mal Amado” dedican la obra a las exparejas, presentes y futuras ya que sin ellas no habrían historias de amor que contar. Al salir del foro una terrible sensación de ahogo me comenzó a golpear el pecho ante el miedo que me provoca pensar que la felicidad que comparto con la persona que amo pudiera transformarse, descomponerse y, finalmente, terminar. En mi pasado tengo exparejas de quienes no quiero volver a pensar. A ti, mi amor, te quiero pensar por siempre.
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DATOS GENERALES
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