DJANGO CON LA SOGA AL CUELLO

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Para quienes desean ovacionar una obra de arte construida desde los más oscuros rincones de la depresión.

DJANGO CON LA SOGA AL CUELLO

Por Juan Carlos Araujo (@jcaraujob)
Fotografías: Ricardo Castillo Cuevas (RiAlCastillo)

“Django es sólo una marioneta, eres tú el que mueve los hilos.”

En medio de un hermoso bosque, Django cuelga la soga que lleva alrededor de su cuello a una rama de árbol. Se sube a una silla, la empieza a balancear, su vida está a unos instantes de terminar. Sin embargo, a pesar de que esto claramente es un intento de suicidio, Django no es quien está tomando tan fatídica decisión. Frente a su computadora, escuchando la insidiosa voz de un ave de rapiña, un dramaturgo se enfrenta a sus propios demonios, al asfixiante peso, no de una soga, sino de una avasalladora depresión que lo domina. En el bosque de Django, y en la mente del autor, los lobos aúllan, pero en medio de tanta oscuridad un perro blanco podría provocar una sonrisa, y esa sonrisa podría ser el detonador hacia una sanación que inicia con una simple llamada pidiendo ayuda.

“Eso que quieres hacer… no lo hagas.”

Durante la pandemia, el autor y director Antonio Vega fue comisionado por la compañía neoyorquina PlayCo para desarrollar un proyecto de teatro para tiempos inciertos. En medio de una depresión producto de toda una serie de situaciones personales, bajo presión de entregar un proyecto terminado luego de recibir el apoyo de 59E59 Theaters y de The Elysabeth Kleinhans Theatrical Foundation, y encerrado en su departamento debido al confinamiento, únicamente con su eterna cómplice Ana Graham como compañía, Vega presentó Django in Pain. Creada con objetos reciclados en su hogar, y grabada con la cámara de un celular, esta magistral obra digital combinaba toda una gama de lenguajes escénicos meticulosamente bien diseñados y manipulados, entre ellos el teatro de sombras, marionetas y el teatro de objetos miniatura. Con estos recursos, Vega y Graham cuentan la dual historia de un dramaturgo tratando de escribir una obra sobre la depresión desde el punto de vista de un hombre/marioneta que ha decidido quitarse la vista colgándose de un árbol. El resultado, presentado en español gracias al apoyo de Teatro UNAM, fue sin duda uno de los mejores y más contundentes trabajos de teatro digital creados en los dantescos tiempos de la pandemia, un poderoso exorcismo a los demonios que acechan a un artista, una obra capaz de aterrar y encantar con un esperanzador mensaje de vida y promesa de felicidad hacia aquellos que se han adentrado en la oscuridad de sus propias mentes.




“El mundo huele a carne podrida, ¿para qué negarlo?”

A segundos de lanzarse al vacío, un perro callejero orina sobre Django, provocando que el suicida posponga por un día su cometido. Más adelante, el ataque de un lobo detona un sentido de propósito en la vida del deprimido hombre, mismo que podría llevarlo hacia la felicidad si no fuera porque el peso de la soga pesa demasiado sobre su mente. En el momento en que pareciera que todo se ha perdido, un narrador de rapiña y un dramaturgo frente a su propia pantalla se debaten sobre el final de todas las cosas. Más allá de una historia que lidia con el suicidio y la depresión de manera visualmente arrebatadora, “Django con la Soga al Cuello” es una reflexión sobre la manera en que un hombre lidia con su propia realidad a través de su escritura. Es en esta meta-teatralidad que Antonio Vega se confiesa ante los espectadores, sana sus propias heridas, todo ello reflejado en las aventuras que vive el títere Django y su sencillamente encantador perro Tripi. Es en esta doble historia, la de un hombre y su perro, y la de un escritor escuchando a un buitre mientras escribe, que la pluma de Vega cobra verdadera potencia, es capaz de provocar al espectador hacia la reflexión profunda, conmueve y vulnera en un camino capaz de culminar con lágrimas en los ojos, producto de haber sido conmovido hasta el alma.

“Finalmente escribiste un par de páginas felices.”

Tras un terrible incidente, Django lleva al perro Tripi a su casa para cuidarlo. Le limpia la sangre con un trapito, lo alimenta con caldo de carne con una cuchara, luego le ofrece un pedazo de pizza. Todo esto sucede en la recamara de Django, donde se puede ver un archivero, un teléfono, una cama con un sarape encima, y un calendario de pared en el que el paso del tiempo se marca a medida que sus hojas caen. Todos estos elementos son miniaturas meticulosamente creadas con un alto nivel de detalle y que se están proyectando sobre una pantalla en lo alto del escenario a través de tres celulares en fila vertical que se han dispuesto con ayuda de un tripié en el centro del espacio para capturar y compartir todo lo que acontece. A nivel escenificación, “Django con la Soga al Cuello” tiene el reto de llevar a un teatro una obra que originalmente se desarrolló para la pantalla. La decisión que se toma es seguirle siendo fiel al formato original de transmisión en video, con ayuda de una meticulosa dirección de cámaras a cargo de Ana Graham, Sin embargo, la experiencia en vivo se magnifica desde varias aristas que convierten la experiencia en vivo en un evento fascinante.




“En esta escena, al menos un personaje muere.”

Django camina por el bosque y se escuchan sus pasos y el crujir de las hojas por todo el lugar. Cuando la marioneta le pone salsa a su comida, al servirse agua, cuando el dramaturgo teclea en su computadora, cada uno de esos sonidos son realizados al momento por María Kemp, quien se encuentra a un lado del escenario con una mesa frente a ella con toda una colección de elementos con los que va creando el diseño sonoro de la puesta en escena. A su sencillamente impecable trabajo se suma la musicalización de Cristóbal MarYan, quien compuso las canciones para la obra desde la distancia en tiempos pandémicos, acentuando las escenas, en ningún momento ilustrando o empujando alguna emoción sobre el espectador. Si la versión digital de “Django con la Soga al Cuello” era visualmente arrebatadora, esta nueva realización mantiene al espectador en un constante estado de asombro, al mismo tiempo que es impactado por el peso de la dura historia. Esto también se consigue gracias al trabajo de iluminación de Víctor Zapatero y Sheila Flores quienes logran fortalecer aun más las escenas al crear ambientes desde íntimos hasta dantescos con tonos verdes esmeralda. Claro que nada de esto sería posible sin la ayuda en la manipulación y actuación de un elenco protagonizado por el mismo Antonio Vega como el dramaturgo, quien comparte escena con Ana Graham, Belén Aguilar, Emmanuel Lapin, Alfredo Veldañez y Mónica García. Cada uno de los actantes se encarga de dar vida al minúsculo universo de Django, una que es capaz de poner una calavera girando en una lavadora, presentar un musical donde toda una serie de vecinos se niega a extender una mano amiga, o maravillar con las sombras que conforman a la gran manzana.

“No puedo escribir un final feliz, no lo merezco.”

Fueron muchas las obras de teatro que vi durante la pandemia. Sentado en mi escritorio, conectándome a zoom, en la inmensa soledad que provocó el confinamiento, traté desesperadamente de seguir reconectado con este arte que tanto amo. Desafortunadamente, el 99% de las propuestas que vi en línea fueron exploraciones con resultados poco favorecedores. “Django in Pain” fue, sin lugar a dudas, la excepción, un trabajo contundente que realmente conectó desde su historia hasta su realización para recordarme que en lo más oscuro de la existencia hay cabida para la luz. Ahora, en su versión presencial, su potencia continúa, al mismo tiempo que reafirma, sin espacio para debate, que el teatro es verdaderamente teatro cuando el convivio se realiza.

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DATOS GENERALES

(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)

OBRA: Django con la Soga al Cuello

DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN: Antonio Vega

ELENCO: Antonio Vega, Ana Graham, Belén Aguilar, Emmanuel Lapin, Alfredo Veldañez y Mónica García.

EFECTOS SONOROS: María Kemp

DIRECCIÓN DE CÁMARAS: Ana Graham

MÚSICA ORIGINAL: Cristóbal MarYan

DÓNDE: Teatro Juan Ruiz de Alarcón

DIRECCIÓN: Centro Cultural Universitario, Insurgentes Sur 3000.

CUÁNDO: Jueves y Viernes 20:00, Sábado 19:00 y Domingo 18:00 horas. Hasta el 2 de Marzo 2024.

COSTO: $150, aplican descuentos. Boletos en taquilla y Universidad Nacional Autónoma de México (unam.mx)

DURACIÓN: 80 minutos sin intermedio

DATOS DEL TEATRO: Cuenta con estacionamiento.

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Licenciado en Literatura Dramática y Teatro con experiencia de más de veinte años en crítica teatral. Miembro de la Muestra Crítica de la Muestra Nacional de Teatro y Miembro de la Agrupación de Críticos y Periodistas de México.

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