BOLA DE CARNE
Para quienes quieren enfrentarse con su propia bestialidad humana, por más civilizada que sea.
BOLA DE CARNE
Por Juan Carlos Araujo
La incongruencia entre el discurso y las acciones, la enorme hipocresía que envuelve todo aquello que se encierra dentro del concepto de sociedad, la increíblemente violenta naturaleza humana y la represión a la que es sujeta en aras de una sana convivencia entre seres humanos supuestamente educados, aparentemente civilizados y relativamente pensantes, la bestialidad. Todos estas inquietudes sociales llevan a Bernardo Gamboa a escribir “Bola de Carne”, un proyecto escénico más cercano al performance que a una obra teatral convencional, enfocada en la exploración de que tan “animal” puede ser el ser humano, ya sea cubierto de la sangre de quien acaba de acuchillar, cerdo o humano, ya sea discutiendo la filosofía más serpentina
El diseño de la escenografía y la iluminación, a cargo de Genaro Ochoa y de Félix Arroyo respectivamente, han sido calculados para poder enfatizar de manera efectiva cada uno de los diferentes momentos que conforman “Bola de Carne”. Mientras que una cabeza de cerdo enterrada en un montículo de arcilla provoca incomodidad por su mera presencia, un castillo de naipes conformado por una montaña de libros que encierra el más elevado conocimiento humano nos invita a la reflexión, y una ceremonia de té que se convierte en un acto de absoluta incongruencia moral, nos lleva a tener sentimientos encontrados. Igualmente, las caras de los actores son iluminadas con la misma fuerza con la que los reflectores caen en el público asistente una vez que el escenario ha quedado vacío, evidenciando que cada uno de nosotros somos parte de este juego macabro donde hombre y puerco son uno mismo. Cada aspecto de la propuesta ha sido meticulosamente cuidado para conseguir el efecto deseado, ya sea de miedo, confusión, risa o incomodidad.
A nivel interpretativo, Micaela y Bernardo se dejan llevar por completo por la obra que ellos mismos han creado, en una actuación sumamente comprometida a nivel físico, vocal e interno. Con cada nueva vuelta de tuerca, ambos actores se transforman, danzan, graznan, discuten, pelean, filosofan o incluso rompen por completo con la cuarta pared o con sus mismos personajes para dirigirse directamente con su público, en busca de la provocación o la reflexión. “Bola de Carne” es un trabajo extenuante para ambos, un tour de forcé personal, producto directo de entender que sin una entrega absoluta durante cada segundo de la obra, el producto sencillamente dejaría de funcionar.
“Bola de Carne” no es una obra de teatro convencional. El espectador casual podrá encontrarse con un montaje que lo dejará perplejo, pero en la medida en que uno se dé permiso de emprender este viaje hacia la deconstrucción de nuestra seguridad moral, tal y como lo declara el mismo programa de mano, uno se encontrará con una experiencia escénica fascinante, sencillamente imposible de desechar. Micaela y Bernardo buscan y consiguen que todo aquel que vea su trabajo salga perturbado, cuestionando y reflexionando sobre la naturaleza misma del ser humano, que a fin de cuentas es la más básica: todos somos bestias, todos somos cerdos. ¡Oink, oink!
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)