ANTES TE GUSTABA LA LLUVIA
Para quienes quieren vivir el dolor del duelo bajo la mirada de uno de los mejores directores del país.
ANTES TE GUSTABA LA LLUVIA
“Lo extraño.”Que difícil reencuentro. Verse cara a cara después de años de distancia no puede ser fácil. Descubrir los restos de un pasado en un rostro que ha envejecido o buscar alguna señal de lo que alguna vez existió en donde ya no quedan más que rencores y dolor. Aquel 31 de diciembre de 1999, a las 7:10 de la noche, fue hace mucho tiempo, pero no se ha terminado de olvidar ni de superar. El lugar tampoco ayuda: afuera de la capilla en el cementerio donde está enterrado su hijo.
“¿El sufrimiento es adictivo, no lo crees?”El afamado director Hugo Arrevillaga se aleja del dramaturgo Wajdi Mouawad, de quien dirigiera con inmenso éxito la tetralogía de “La Sangre de las Promesas”, para abordar el reto de dirigir una historia escrita por la holandesa Lot Vekemans sobre la inmensidad de la pérdida. La confrontación de un matrimonio que ha tenido que lidiar con la vida que continua tras la muerte accidental de un hijo nos remonta directamente a “The Rabbit Hole” de David Lindsay-Abaire (aquí en México se montó con el nombre de “La Madriguera”, estelarizada por Ludwika Paleta y Mario Iván Martínez). Sin embargo, “Antes te Gustaba la Lluvia” da un paso más adelante al presentarnos a él y a ella, años después de la tragedia, para explorar las maneras en que cada quien ha logrado o no salir adelante.
“¡Estamos hablando del entierro de Jacobo y tú me hablas del precio!”Posiblemente el mayor acierto de Arrevillaga es el de hacerse a un lado, dejar atrás la creación de cuadros escénicos visualmente imaginativos, a partir de un uso creativo de elementos escenográficos, para permitir que tanto texto como actores brillen con todo el poder del dolor que proyectan. Esos trazos, que se han convertido en casi una rúbrica del director y que hipnotizaban en “Incendios” o en “Bosques”, y resultaban tan efectivos en su “Enrique IV, Primera Parte” o en “Sedientos”, han quedado atrás para dar paso a una pulcritud escénica, una economía de recursos, marcada únicamente por una diagonal en la escenografía que consigue enfatizar el gigantesco abismo que se ha creado entre ellos dos. Hugo Arrevillaga ha madurado en su dirección y así, su talento cobra nuevas dimensiones con este trabajo.
“Dios mío, qué amargada estás.”La última vez que vi a Juan Manuel Bernal en el escenario fue a lado de Irene Azuela en el montaje de «Oleanna» de David Mamet, dirigido por Enrique Singer en el 2010. En ese entonces, consideré el trabajo de Bernal como acertado y preciso. Cuatro años después, Juan Manuel ha crecido en sus dotes actorales para lograr proyectar, desde el primer instante en que entra a escena, la gama de emociones que está experimentando: desde el fastidio y el cansancio hasta llegar a la zozobra y el derrumbamiento.
“No sé bien que es lo que tengo que extrañar.”Interpretar a una madre que a casi 10 años de la muerte de su hijo no ha logrado avanzar, superar, asimilar esta inmensurable pérdida es una tarea no apta para cualquier actriz. Arcelia Ramírez se entrega de lleno a este papel, logrando conmover a los asistentes como esta mujer atascada en el fango de su propia miseria. Es cierto que encontré la actuación de Bernal más contundente, pero quien me logró arrancar lágrimas fue Arcelia al momento de suplicar a su hijo, tendido en una cama de hospital, para que siguiera su camino con la certeza de que papá y mamá iban a estar bien.
“Me resigné al hecho de que “esto” es mi vida.”“Antes te Gustaba la Lluvia» cae perfectamente dentro del tipo de obras que capturan la imaginación de su director. Al igual que en “Incendios”, temas como la pérdida, el peso del pasado o la imposibilidad de seguir adelante sin antes alcanzar la paz son tratados de forma descarnada y cruda para obligar a los espectadores a enfrentar sus propios demonios. La persona que entra a ver esta obra no será la misma al terminar la función. Fibras delicadas son alteradas, fantasmas renacen, recuerdos alojados en recovecos profundos de la mente salen a flote y el poder transformador único del teatro cobra vida.
“¡No lo ví, pero lo sentí!”Lloré mucho viendo “Antes te Gustaba la Lluvia”. No hace mucho tiempo estuve en un hospital acariciando la mano de una de las mujeres que más he querido en mi vida mientras le cantaba y le aseguraba que todos íbamos a estar bien con su partida. Hoy ya se fue, y seguramente siempre la voy a extrañar. Confío en que algún día será con una sonrisa y no con el dolor que aún ahoga mi respirar. Gracias Juan Manuel, gracias Arcelia, gracias Hugo, me han ayudado a dar un pequeño paso hacia la paz.
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