Actores insumisos ante su inexorable destino: Entrevista con David Olguín

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Actores insumisos ante su inexorable destino: Entrevista con David Olguín

Carlos Paul

El dramaturgo mexicano David Olguín, director artístico del espacio teatral El Milagro, distinguido con la Medalla Bellas Artes de Teatro en 2023, fusiona en La Nostalgia la fuerza y el espíritu de tres ideas vitales y profundas: recordar, amar y resistir. Con una mezcla de humor y regocijo por lo vivido pero también con cierta tristeza por lo que ha quedado en el pasado, crea una experiencia emocional agridulce.

Se trata de un montaje donde los recuerdos, los sueños, anhelos y vicisitudes de un par de actores, se vuelven la sustancia narrativa de la trama. Los protagonistas, al rememorar, reencarnan sus emociones y experiencias. De acuerdo con el  dramaturgo y director esta obra surgió con su llegada a los 60 años: En cierta ocasión, charlando con Laura Almela y Mauricio Pimentel, nos planteamos hablar de nuestro oficio, hablar del teatro como si éste fuera una bestia herida, un animal en extinción. De ahí surgió la pregunta ¿qué es lo que más extrañaría del teatro? Ese fue el motor esencial por el que escribí La Nostalgia.

La obra, explicó Olguín, nos permite entrar a un ámbito dulce y doloroso, que es la evocación de un camino recorrido. Se propone reflejar ese sentimiento nostálgico de algo de lo que te estás despidiendo no quieres dejarlo ir y, a la vez, quieres regresar a esos tiempos. Se escribió pensando, por un lado, en las nuevas generaciones de teatristas y, por otro lado, en los espectadores. Quisimos que fuera algo que enamorara a unos y otros. Que provocara —al mismo tiempo— anhelar como actor estar sobre el escenario y, como espectador, las ganas de asistir al teatro sentado en una butaca.

La memoria en esta obra es una forma de resignificar el presente. Una resignificación que se cifra no sólo en lo dicho y actuado por los personajes, sino también en los objetos y la utilería, continúa Olguín. Nos importó mucho, por ejemplo, reutilizar ciertos objetos de otras obras, como una silla, un perchero con figura humana y cierto vestuario; objetos que tuvieran una carga del pasado y, por consiguiente, de memoria. Aunado a ello están ciertos materiales reciclados para confeccionar la escenografía, ya que el reciclaje forma parte de la filosofía del Teatro El MIlagro.

El montaje, continuó el autor, es también un homenaje al teatro, un viaje al pasado, a la historia del teatro.La nostalgia” se propone reflejar lo bueno, lo malo, los retos y lo que se ha perdido con los años.

Esta historia comienza cuando los personajes (de oficio actores), desde su presente están por actuar una versión del clásico María Estuardo, del dramaturgo alemán Friedrich Schiller. Después del estreno, en su segunda función, recibirán una impactante noticia que los confrontara con su oficio teatral. Los personajes deciden rebelarse ante su inexorable destino y conectar con las raíces de la escena, con los orígenes del teatro. Se asumen como cómicos de la legua y rememoran el pasado.

Entre anécdotas y vicisitudes laborales del presente, canciones y versos de otras épocas, los actores-personajes representan con cierto humor fragmentos del  Decamerón de Giovanni Boccaccio, una loa que los actores del Siglo de Oro decían cuando iniciaban sus espectáculos y hasta un soneto de Salvador Novo. No se trata de decir que todo tiempo pasado fue mejor. Lo mejor sería que el tiempo no pasara, bromeó Olguín.

De lo que se trata, comentó el dramaturgo, es de hablar tanto de la alegría, el placer y el privilegio de subir a un escenario, como de recordar con nostalgia, de continuar y resistir. Como dice con cierta mordacidad y reticencia uno de los personajes: “Esa palabra de moda, esa palabra de antes y de siempre: resistir”. A mí todavía me interesa contar historias con el teatro. Me interesa poner a mis actores sobre el escenario, donde no hay mayor recurso que la actoralidad. De acuerdo con el maestro David Olguín, basta con unas tablas, una historia redonda, bien contada y apelar a sentimientos que no sólo pertenecen al espectador, asunto muy importante, sino también a los sentimientos, anhelos y frustraciones de los creadores escénicos. Todo ello, para que el que mira se enamore de la escena.

Los protagonistas de La Nostalgia son una actriz, venida a menos, quien vivió sus mejores glorias dentro del llamado teatro comercial y que ha terminado su carrera en el teatro experimental. El otro personaje es un actor, que siempre se desempeñó como secretario de dicha actriz, quien le dio la “oportunidad” de trabajar con ella sobre el escenario. Son dos seres que se encuentran al margen, que se rebelan ante su inexorable destino con el corazón mordido, entrañables y ávidos de público. Personajes que han entrado a una cierta edad, más ella que él; que, finalmente, a su manera, se quieren y se necesitan, lo que con el devenir de su relación en el escenario, van a descubrir. Dos seres que viven una noche de gloria artística pero sin ojos que los miren y aprecien.

Con las actuaciones de Laura Almela y Mauricio Pimentel, escenografía e iluminación de Gabriel Pascal, maquillaje de Maricela Estrada, y dramaturgia y dirección de David Olguín, La Nostalgia se presentará en la Muestra Nacional de Teatro 2025. Encuentro en el que la obra crecerá en lo que respecta al espacio donde se escenificará, ya que su estreno y temporada fue en el teatro El Milagro, para un aforo de unas 80 localidades. En Cancún se presentará en un teatro con  aforo de unos 600 espectadores.

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