Sorteo local. Entrevista con Colectivo AutoCultura
Fernando Martín Velazco
Valeria Lemus y Diego Cristian Saldaña han dado vida a AutoCultura, una plataforma artística que surge de la voluntad por explorar la autogestión en el ámbito teatral. Su obra Sorteo local entrelaza la suerte, la precariedad laboral de los artistas y el juego de azar más influyente en la sociedad mexicana: la Lotería Nacional. Con más de 60 funciones, la obra propone un dispositivo escénico en el que público y actores participan juntos en el Sorteo Zodiaco de la Lotería Nacional para la Asistencia Pública, el cual se celebra los domingos de cada semana y en el que participan 120 mil boletos. Durante el juego, los actores repasan con ironía y, en tono autobiográfico, los más de dos siglos de historia de esta peculiar institución del Estado Mexicano, mientras involucran al público en los avatares de la creación artística y la búsqueda continua de la suerte.
La obra surge en el contexto de la pandemia por COVID-19, cuando Valeria y Diego, quienes tenían carreras paralelas en el teatro de la Ciudad de México, comienzan una relación. Se preguntan cómo afrontar juntos su profesión en un contexto tan difícil para los trabajadores escénicos: Ese punto nos llevó a confrontar su manera de ejercer su economía artística y mi manera de ejercer mi economía artística, dice Valeria. Al empezar las pláticas de lo cotidiano empezamos a darnos cuenta de que pese a dedicarnos a la misma labor, veníamos desde distintos orígenes y nuestra lógica económica al dedicarnos a las artes era muy distinta. Ese cuestionamiento en algún punto nos hizo observar de manera muy chistosa que en algún instante en la línea de la familia de Diego alguien se había ganado la lotería y en mi línea familiar también. Eso nos hizo investigar ¡¿qué onda con la lotería?! Ahí nos dimos cuenta de que había una historia que contar, que la lotería en algún momento financió el aparato de cultura de nuestro país, específicamente el de las artes plásticas, en la academia de San Carlos. En algún instante empezamos a pensar: si el teatro es un espacio que permite plantear realidades que sí pueden ser posibles, ¿qué pasa si el dato histórico, el dato vivencial y el deseo de la ficción convergen en un mismo punto para materializar una cosa crítica, pero que también construya? Y eso nos llevó a hacer Sorteo Local.
Diego menciona que la obra se enmarca en una visión más amplia de autogestión artística y de la creación de una estructura económica propia: Sorteo Local es una especie de premisa de trabajo que nos mueve a hacer un montón de otras cosas después. Porque sí creemos que detrás de la posibilidad de hacer arte está generar el contexto económico que la sostenga. El tema escala al problema de la sostenibilidad del arte escénico en México y, en particular, de la escena independiente: Sabemos que hay industrias en México muy fuertes que sostienen… no sé, las series de Netflix, la música regional de cierto tipo comercial. Y sí existen esas estructuras que hacen posible unas escenas muy nutridas. Pero,¿qué pasa con estas otras expresiones artísticas que no están en esa línea, pero que vale la pena hacerlas existir para generar otros imaginarios? Estamos pensando mucho en que tienen que generar su propia economía. Y economías en un sentido amplio, no solamente de pago, sino de todo lo que implica trabajo: ayuda, apoyos, intercambios, solidaridad, etcétera, etcétera… incluso afectos.
A pesar de lo complejo que puede ser discutir el tema de la precariedad laboral con el público o de tener un discurso tan decididamente crítico con las instituciones, la obra parece haber encontrado una recepción positiva: A lo mejor de manera poética, pero en verdad creo que nuestra sinopsis debe decir: “Esta obra es un ritual de buena suerte” yo creo que sí lo es, reflexiona Valeria. Porque de manera práctica invita a quien la vea a repensar cómo está en su presente: ¿Qué quiero? ¿qué estoy haciendo? ¿cómo me estoy moviendo? ¿Me estoy acercando a mi construcción desde el optimismo o desde lo negativo; desde “todo está en mi contra’ o “yo puedo cambiar eso”? Y creo que es ahí donde todo el mundo conecta. En “Ah, caray, tengo un sueño compartido, tengo un sueño colectivo. La suerte, ¿qué es?”. Y creo que también, porque la obra pone sobre la mesa que si tú crees que tienes suerte, tú generas tu suerte. Y trata de romper esa imagen de que la suerte es aquella persona que tal vez tiene una cosa de privilegio extraña, heredada. A lo mejor, todo esto que estoy describiendo podría sonar utópico, porque es algo que implica muchos cambios de chip de muchas personas al mismo tiempo. Pero creo que la obra invita a irlo colocando dentro de las opciones para generar otras cosas. Y creo que por eso conecta, porque todo el mundo tenemos algo que quisiéramos compartir con alguien más, con alguien que amamos, con alguien que respetamos, con alguien con quien queremos construir un sueño artístico, profesional. Y creo que eso es lo que termina de redondear la postura del contexto.»
Para Diego, el teatro debe ser un espacio donde no sólo se representen realidades, sino donde se construyan: Y bueno, obviamente hay algo de broma en el hecho de que estemos haciendo una apuesta de Lotería Nacional, que sí es otro tipo de economía, obviamente, pero además lúdica y que tiene que ver con otras cosas. Pero además de esa economía posible y volada de «compramos un cachito y un día nos vamos a ganar la lotería y ese día se va a pagar todo», también es un pretexto para platicar con nuestros colegas sobre cómo hacerlo.
La obra ha sido presentada en diversas regiones de México, y los creadores han podido observar cómo los públicos de distintas partes del país han reaccionado de diferentes maneras. Valeria recuerda la gira por el norte del país: Está estadísticamente comprobado que más premios de lotería se han ganado en el norte del país. Es como que ahí había un click narrativo y también matemático que tenía que suceder. Y ha sido en el norte donde la obra tuvo no solo gran recepción, sino que generó dinámicas insólitas: Una cosa que pasaba y que no nos había pasado en la Ciudad de México antes, es que hay un momento de la obra en el que hacemos una rifa con el público. En ese instante, yo me acerco a la audiencia para ver quién quiere participar en esta rifa. Solo en la gira del norte, cuando yo me acercaba a alguien, me decía: «Oye, sí tengo este boleto, pero te quiero comprar otros tres o te compro otros dos». Entonces ya para la siguiente función iba con mis boletitos y mi plumón para ir vendiendo más boletos. Eso me voló la cabeza. Hubo una señora que una vez me compró cinco boletos y…señora ¡ojalá gane!”
Diego también observa que la obra tiene un componente de diálogo constante con el público, lo que les ha permitido adaptarse a las distintas audiencias: Recuerdo que durante las primeras temporadas casi por default nos sentábamos a tomar una cerveza con alguien después y a platicar… y platicar… y platicar… y eso se quedó como parte de la misma esencia de la obra. Siempre es un diálogo, porque no está saldada esa pregunta. Entonces, cada vez que la hagamos será una oportunidad para volver a pensar, a compartir, a escuchar las premisas de ese lugar, de esa autogestión, de esa otra forma.”
A propósito del diálogo con el público, Valeria añade: Diego y yo representamos un versus. Diego encamina mucho los panoramas lógico-matemáticos de la realidad. Luego yo planteo: escogí este número porque era el que me vibraba. Yo conecto con esto. Luego, se suma la participación impredecible del público: Y muchos de los rituales que ves en la obra nos los dio el público. La obra empezó con una silla, un huacal y las tarjetitas. Todo lo demás nos lo ha dado el público. Como en una onda de: «Miren, les regalo los billetes de lotería que mi abuelo nunca ganó y lo dejó ahí antes de fallecer. Se los doy». Alguien nos dijo: «Tengan el agüita de la buena suerte». Y alguien más nos regaló una foto de no sé qué. Otra persona nos regaló un libro de la lotería. La producción que tenemos se la debemos al público. Y no es que se la hayamos pedido.
La estructura lúdica de la obra no solo genera incertidumbre para el público, sino también para sus creadores, quienes tienen que adaptarse a los cambios y accidentes que puedan surgir durante la función. Diego explica: La obra tiene varios momentos. En primer lugar, de apuesta con el público o a veces entre nosotros, y en segundo lugar, de incertidumbre y azar, como de permitir que el azar juegue y honrar lo que el azar trae, que es parte de la premisa al final. O sea que las funciones nunca son perfectas, siempre hay accidentes de todo tipo. Más bien intentar siempre abrazar el accidente y buscar en el accidente su poética.”
La obra toca varios de los escándalos de corrupción en los que se ha visto envuelta la Lotería Nacional a lo largo de las últimas décadas. Al preguntar sobre las reacciones de la institución, Diego responde que esta ha sido ambivalente: La estamos persiguiendo desde hace siglos. Ya nos fueron a ver la última temporada, pero luego no nos contestan los mensajes, buscamos por otro lado…A pesar de ello, los creadores están interesados en revitalizar el vínculo entre la Lotería Nacional y las artes, y esperan que en el futuro esta relación pueda florecer: Nuestros anhelos son varios. Desde que queremos dar función en el auditorio de la Lotería Nacional hasta que queremos un cachito de lotería sobre los espacios culturales independientes.
Sin embargo, sí han recibido presiones inesperadas, provenientes desde otro sitio insospechado: En algún momento tuvimos algunas personas que vendían billetes de lotería y se sabían todos los datos, y yo decía: Ah, tenemos que saber esto súper bien, porque aquí nos están cuestionando a tope. Entonces, ahí sí lo he sentido, ahí sí he sentido ese rigor.
Finalmente, el Colectivo AutoCultura sigue trabajando en diversos proyectos más allá de Sorteo local. Diego comparte con entusiasmo: Estamos trabajando así, a todo vapor y marchas forzadas, porque vamos a sacar nuestra primera publicación, que es una pieza… digamos, un libro que estamos armando que se llama Del hecho al dicho, Vol. I. Esta publicación —que se presentará durante la Muestra Nacional de Teatro el Jueves 14 de noviembre, a las 10:30 hrs. en el Jardín Velasco— busca dar espacio a obras teatrales que se han presentado en escena, pero que no han sido publicadas previamente, como parte del esfuerzo continuo del colectivo por generar plataformas y espacios para el arte independiente. Estamos trabajando con Malabar Editorial, como su línea de teatro, porque ellos hacen poesía y narrativa, y los convencimos de que hicieran teatro. Y este primer volumen va a traer Jodidxs de Anacarsis Ramos, Piporro, de Édgar Hernández, que ha estado en la muestra, y Mancha cha cha, de Bernardo Gamboa. Estamos orgullosos de esta primera publicación. Hay un montón de dramaturgia en escena que no ha encontrado aún esa resonancia en el papel. Y pensar… espero que abra otro camino para que esas obras se sigan conectando con otros públicos.
Sorteo Local: una obra para ganar la lotería se presentará el Domingo 10 de noviembre a las 19:00 hrs. en la Casa de la Cultura Prof. Néstor Agundez en Todos Santos, BCS, y el Martes, 12 de noviembre, a las 18:30 horas en el Teatro Juárez, La Paz, BCS.