
VÉRTEBRA
Para quienes entienden que las heridas más profundas y dolorosas sólo las puede infligir el amor de una madre.
VÉRTEBRA
“Vertebra es el deseo de que mi madre se muera.”
La violencia comenzó desde muy chico. Con cada insulto, una nueva herida en el centro de la espalda generando ese dolor gélido que sólo se siente en los huesos. Enseñar a multiplicar manzanas es un golpe a la autoestima, una pregunta sobre un tío, el primer indicio de su homofobia, el ir al cine a ver una película de Harry Potter fue excusa suficiente para ataca con tal fiereza que las cicatrices sean imborrables. Hay palabras que una madre sencillamente no debe usar en contra de un hijo, hay propuestas de trabajo que nunca se deberían de ofrecer a quien supuestamente se ama, hay heridas que no se borran y que no se perdonan.
“Las familias, al igual que los huesos, se fisuran.”
A partir de las violencias que vivió a manos de su propia madre durante toda su infancia y parte de su adolescencia, el creador escénico Felipe Alfaza desarrolla el unipersonal “Vértebra”. Desde una honestidad descarnada, de vulnerarse al punto de desprenderse de toda capa que pudiera protegerle, de presentarse a sí mismo a la vez como un bebé herido y como un adulto en proceso de sanación, es que este biodrama consigue traspasar lo personal para adentrarse al terreno de lo universal, al abrir conversaciones y cuestionamientos en cuanto al daño que una madre es capaz de infligirle a quien sólo busca amor de ella.
“Los golpes no se pueden deshacer.”
Ella fue una actriz que alcanzó la fama dentro de la televisión. Sin embargo, tras dar a luz a Felipe, esta mujer se tuvo que alejar de la farándula que tanto amaba, hecho que jamás le pudo perdonar a su hijo, y que se encargó de recordárselo, de hacerle pagar por ello, una y otra vez. insultarlo a cada oportunidad posible, dejar en claro su homofobia o preguntas casuales sobre haber sido violado por un familiar fueron tan sólo la punta del iceberg en un recorrido de violencia que culminó en un acto aberrante a manos de un alto ejecutivo de la televisión mexicana. Todos estos horrores y un amor absoluto por Britney Spears son parte integral de la historia de Felipe Alfaza.
“Desde que tú naciste, yo me empecé a morir.”
A nivel construcción dramatúrgica, “Vértebra” va desarrollando su discurso desde la honestidad, la búsqueda de la sanación y el entendimiento, no desde la victimización. Es gracias a esta muy inteligente decisión que el unipersonal es capaz de reírse de sí mismo, de crear en el personaje de la madre a un ser grotesco y monstruoso, pero a la vez completamente cegado del daño que está provocando, hace referencias a Blanche Dubois de El Tranvía Llamado Deseo o a la princesa del pop, comparte sueños con el público y confiesa sin el menor asomo de censura muchas de las agresiones que tuvo que atravesar en su camino a la emancipación emocional. Sin embargo, el punto culminante al que llega Alfaza con su monólogo, ese momento en que resulta casi imposible no conectar tanto con su relato como con el ser humano indefenso sobre el escenario, sucede hacia el final de la obra, cuando desnudo y mirando a los ojos a los espectadores, Felipe habla de sus miedos más personales y profundos, incluyendo el que algún día él se podría convertir en una versión de ella, su madre. Es ahí, donde el trabajo alcanza su clímax, la anagnórisis sucede, y la audiencia no puede menos que ovacionar el trabajo entre lágrimas.
“Disculpen, esta escena no es un espectáculo, es algo más personal.”
Un maniquí con un gran globo ocular como cabeza es la grotesca representación de la madre. De sus costados penden cuerdas blancas, mismas que se convierten en sus brazos cuando Felipe, desde atrás, los manipula. El vestuario superior del maniquí se complementa con la vestimenta que el actor usa en la parte inferior, madre e hijo como una sola unidad. Cuando aparece Alfaza por primera vez en escena, éste lleva una máscara de tela en tono similar a su piel, que le cubre por completo la cara, misma que inmolará con un par de agujas, provocando que de sus ojos sangren hilos rojos. Una columna vertical manipulada por hilos es una representación del ciclo de violencia que la familia de Felipe ha vivido por generaciones, misma que el actor escupe o vomita, símbolo de un exorcismo que busca escapar de perpetuar dichas agresiones.
“Cuando Vertebra gritaba, el volumen de la música subía.”
Traducir el texto de “Vértebra” a una propuesta escénica performática es la compleja labor a la que se enfrenta Luis Alcocer, director de la compañía Granguiñol Psicotrónico, y responsable de montajes alucinantes, perturbadores y a la vez contundentes como El Juego de Mamá o Juego de Momias. Desde la figura central de la madre como una marioneta aterradora con la capacidad de convertirse en un espejo roto que refleja de manera distorsionada la imagen del hijo, hasta el representar las heridas provocadas como un baño de sangre y glitter sobre un cuerpo desnudo, mismo que será lavado en ese líquido blanco que representa la entrega en cuerpo de una madre a su progenie, cada una de las decisiones estéticas que Alcocer toma sobre el montaje consigue fortalecer el discurso de la obra, al mismo tiempo que ofrece al espectador imágenes que impactan en pro del discurso de Alfaza. Por otro lado, el tono que establece en la puesta en escena balancea la seriedad del tema con momentos más livianos que permiten un necesario respiro, ya sea recreando una manipulación de cuchillos al ritmo de Toxic o entablando una conversación con el público sobre sueños recurrentes.
“¿Tienes idea de cómo suena un niño herido?”
Felipe comienza a analizar su nombre, tomando la letra F como punto de partida para enunciar palabras como falo y familia. Con cada nuevo vocablo que pronuncia, el actor se toma del costado de la cara y pareciera arrancar una parte de sí mismo y la lanza fuera de sí. Cuando habla como su madre, la voz chillona que Felipe usa convierte a su progenitora en una caricatura, en un ser que no le puede atacar, en algo más ridículo que atemorizante. Cuando se quita todo aquello que es ajeno a sí mismo para escenificar un crimen sexual en su contra, el interprete pide que se prendan las luces de sala, no quiere ser protegido por la magia del teatro, quiere crear un momento descarnado, real y profundo de comunión con el espectador, mismo que culmina con un bebé llorando con un alarido que penetra hasta el alma.
“No puedo dejar de pensar en la palabra puto metiéndose en sus huesos.”
Uno de los puntos clave para que “Vértebra” se aleje de la autocomplacencia, la victimización, o se convierta en una sesión de terapia grupal, falla que se encuentra con demasía en el biodrama actual, es la absoluta entrega de Felipe Alfaza de contar su propia historia de supervivencia desde un lugar de vulnerabilidad y fractura real, dolorosa, sin ningún tipo de artificio manipulador o chantajista. Sin embargo, a esto se suma una capacidad actoral igualmente verdadera, una que entiende la farsa en encarnar a su madre, que es capaz de usar el cuerpo como herramienta escénica como cuando su pie se convierte en la cara de un caballo sobre un tablero de ajedrez, que se presta al ridículo para discutir su relación con Britney Spears con la misma facilidad con la que genera un silencio absoluto en la sala cuando explica sus razones para usar en escena una de las canciones mas controversiales de Molotov. Es en esta demostración de su rango actoral, sumado a la veracidad de su discurso, que Felipe demuestra una entrega como pocas veces se atestigua sobre un escenario.
“Me da miedo que esta obra sólo sea un paso para convertirme en ella.”
Tuve la oportunidad de ver “Vértebra” durante su primera temporada en Marzo de este año en El77, Centro Cultural Autogestivo. El proceso de maduración por el que ha pasado el montaje, la manera en que el texto y la interpretación se han fortalecido, hermanándose aun más con la propuesta de dirección. Todo esto ha transformado este unipersonal en una travesía visceral por los horrores de la infancia, por el daño que ocasiona una mujer cuando el egoísmo y la ceguera imperan, en un verdadero tour de force que deja sin aliento al espectador ante el desgarrador llanto de un bebé que surge de un adulto que ha logrado purificarse en leche de las heridas maternas.
DATOS GENERALES
(Toda la información contenida a continuación proviene de la producción)
OBRA: Vértebra
DRAMATURGIA Y ELENCO: Felipe Alfaza
DIRECCIÓN: Luis Alcocer
DÓNDE: Teatro El Milagro
DIRECCIÓN: Milán 24, Colonia Juárez.
CUÁNDO: Lunes y martes 20:00 horas. Hasta el 26 de agosto 2025.
COSTO: $300 entrada general. Boletos en taquilla y en Vértebra – Boletópolis
DURACIÓN: 60 minutos sin intermedio.
DATOS DEL TEATRO: No cuenta con estacionamiento o valet parking.